Acogedora solidaridad

 

Varias familias asturianas de acogida, que evitan que niños desarraigados pasen por centros, narran su experiencia en un encuentro organizado por Cruz Roja.

«Es lo más bonito que uno pueda imaginarse». Así califica Amador Espejo la experiencia de convertirse en familia de acogida. Junto con su mujer, María José Antiñolo, y sus tres hijos, ya han acogido en su seno familiar a cinco niños que, por una u otra razón, no podían vivir con las sus parientes. Todo un ejemplo de solidaridad que sirve para evitar que los críos terminen institucionalizados en un centro.

Experiencias similares fueron compartidas ayer en un encuentro de familias de acogida celebrado en la Asamblea Local de Cruz Roja en Gijón.

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