Del blog Reflexiones de una madre (triple) psicóloga…
Cuando se habla de apego siempre se habla de un vínculo. Es algo que ocurre entre dos, algo recíproco. El bebé busca a la madre y ella está disponible para que su hijo encuentre en ella lo que el hijo requiere y así poder satisfacer sus necesidades.
Sin embargo, a pesar que se entiende que hay dos seres activos en esta relación, casi siempre aparece la mamá como la que entrega y el hijo el que recibe invariablemente. Y claro, el niño es frágil, necesita protección, contención, alimentos y cuidados básicos. Sin embargo, a veces nos olvidamos de lo importante que es aprender a recibir lo que nuestros niños quieren entregarnos.
Muchas veces estamos tan ocupados de cuidar que pasamos por alto pequeños gestos de retribución, de «protección» o de entrega que nuestros hijos tienen para con nosotros. Quién no ha vivido la preciosa
experiencia de ver llegar a su hijito con una pequeñísima flor que ha cortado por ahí y que es «para la mamá», quién no ha recibido un dibujito, una caricia, una sonrisa, un ruidito como un pequeño-gran regalo que nuestro niño nos hace.
experiencia de ver llegar a su hijito con una pequeñísima flor que ha cortado por ahí y que es «para la mamá», quién no ha recibido un dibujito, una caricia, una sonrisa, un ruidito como un pequeño-gran regalo que nuestro niño nos hace.
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