Adaptación a la adopción

La integración de los niños y niñas adoptadas, en especial de terceros países, en sus nuevas familias precisa de procesos y tiempos no exentos de complejidades.

La impaciencia, el miedo, el agotamiento y la desilusión, habituales compañeros de viaje de las miles de familias que optan por la adopción en nuestro país, no siempre desaparecen con la llegada del niño o la niña al nuevo hogar.

La larga espera por recibir el resultado de los informes, de las entrevistas con los servicios sociales y otros trámites burocráticos se transforman en otros problemas relacionados con la actitud del menor, su comportamiento en público, alimentación y desarrollo.

El nuevo reto de muchos padres y madres adoptivas se centra en que sus hijos acepten el amor de su nueva familia. Muchos pequeños proceden de orfanatos y centros muy precarios en los que jamás han recibido muestras de atención, de estimulación y de cariño, una situación que puede influir negativamente en su desarrollo: se niegan a sentarse en la mesa con dos y tres años y comer alimentos sólidos (prefieren el biberón), desean que constantemente les cojan en brazos, no quieren separarse de sus progenitores, etc.

En el caso de adopciones internacionales los problemas son mayores debido a las diferencias de cultura, idioma y costumbres. De los 5.423 niños procedentes de 35 países adoptados en 2005 en nuestro país, 2.753 procedían de China, 1.262 de la Federación Rusa, 394 de Ucrania, 224 de Colombia y 227 de Etiopía. Según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, la adopción nacional sólo representa un 10% del total.

El bagaje emocional de estos niños está lleno de heridas como el abandono y la falta de atención, carencias que repercuten en la convivencia familiar a través de comportamientos difíciles y malas conductas. No obstante, la responsabilidad de que el nuevo miembro de la familia se adapte a unos nuevos hábitos de vida basados en la comunicación, la confianza, el respeto, la educación, el cariño y la relación con otras personas al margen de la familia no recae sólo en el menor.

No hay que olvidar que en muchos casos los nuevos padres y madres también presentan una serie de factores de riesgo que influyen en la integración del niño y la convivencia familiar, como su falta de preparación para manejar los problemas del pequeño, expectativas irreales o inadecuadas en torno a la adopción y al menor adoptado, poca habilidad en el manejo de conflictos y tensiones y falta de apoyo social o motivación para solicitar ayuda profesional…

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