La adopción: un embarazo diferente

Querétaro (México) se caracteriza por ser uno de los estados del país donde el proceso de adopción de menores es más transparente, lo que ha motivado que familias de otras entidades e incluso de otros países vengan a  iniciar este proceso a la entidad.

(…) La directora general del sistema estatal DIF, María Eugenia Bueno Zúñiga, quien precisa que por esta causa la lista de espera es bastante amplia. Precisó que existe un consejo de adopciones integrado por diferentes funcionarios y encabezado por la presidenta del DIF, Sandra Albarrán de Calzada; equipo que escoge quiénes son los mejores padres para los niños que están a resguardo de la institución.

«En estudios psicológicos extensos, socioeconómicos de los posibles papás, de familiares, de los vecinos, de toda la gente que pudiera dar información sobre los probables padres, del historial que ellos tienen, de sus familias, de cómo fueron tratados. También hay una escuela para padres, donde tienen que acudir a un curso, van siendo diferentes etapas, y una vez que ya pasaron esas etapas…se somete al consejo de adopciones, y el consejo decide si esta pareja en base al resumen que se nos hace, son aptos para que se les dé carta de idoneidad, y una vez que se les da la carta, son aptos para adoptar y se meten en nuestra lista de probables padres«, resume.

Por su parte, la procuradora de la Defensa del Menor y la Familia, Patricia Cabrera Orozco, puntualiza que el proceso de los papás adoptivos es de 4 a 9 meses (…) La titular de la Procuraduría especifica que mientras no cambien las leyes, en Querétaro las adopciones sólo son de parejas integradas por un hombre y una mujer, o por personas solteras, siendo uno de los dos estados que permite esta última modalidad.  Por su parte, Bueno Zúñiga especifica que en el último año las parejas han adoptado hijos más grandes, ya que antes se buscaba principalmente bebés de 0 a 3 años, y de preferencia que fueran mujeres.  Aclara que todo el proceso de adopción en el sistema estatal del DIF es gratuito.

El otro rostro de la adopción

En Querétaro existen 605 niños y adolescentes que están bajo el resguardo del DIF, que en muchos casos fueron abandonados y en otro más fueron víctimas de violencia.  La Procuradora detalla que de los menores que llegan a su instancia, el 80 por ciento lo hacen por omisión de cuidados, después por abusos deshonestos, lesiones y  por abuso sexual a las madres o de los propios menores.

Bueno Zúñiga reconoce que existen casos de violencia. «Se nos presentan casos de algunos menores víctimas de violencia. Doscientos reportes al mes de violencia y 30 ingresos de menores con violencia a las casas hogar», destaca (…) La directora del DIF destaca que este fenómeno no se da en entornos de pobreza, sino debido a la pérdida de valores de la sociedad; por lo que, añade, se ha puesto en marcha el programa Celebra la Vida, a fin de platicar con los padres de familia y con los jóvenes, para que no se repitan patrones de conducta de violencia.

Finalmente y más allá de las cifras, Maru Bueno sostiene que la adopción de un menor es un hecho que cambia la vida de manera positiva tanto de los padres como de los menores. «Ese momento es mágico», reconoce.

La experiencia mágica de la familia adoptiva

Carlos Vaca y su esposa Alejandra tienen 9 años de matrimonio, y después de más cinco años de vivir su luna de miel, decidieron ampliar su familia y tener hijos.

Como muchas parejas, la primera opción fue tener hijos biológicos, pero los resultados no fueron positivos. Después acudieron a una clínica de reproducción asistida y la opción, aunque es una maravilla tecnológica, no era la forma que buscaban para ser padres.

Fue gracias a una pareja de amigos que tuvieron un primer contacto con las autoridades, a través de la donación y apoyo en las casas hogar.
En entrevista exclusiva, Carlos muestra su sensibilidad y la emotividad que le produce el tema. Cuenta que la convivencia con los menores fue abriéndole el corazón, a fin de iniciar este embarazo diferente, del que tendrían dos niños: Carlitos, de 7 años, y Lucero, de 4 años, quienes quedaron huérfanos por un accidente en el que murieron sus padres.

«El niño es el que tiene el derecho de un papá y de una mamá, no somos los adultos los que tenemos absolutamente ningún derecho. El traer niños o no al mundo es una capacidad que es primero biológica, que Ale y yo no teníamos; y segundo una capacidad psicológica que no todos están capacitados. Bajo este entendido sólo dejamos que fluyera. Y yo creo que esa fue una de las claves para que este proceso fuera tan fácil, pero en realidad no es fácil«, refiere.

Menciona que el día en que les presentaron a Carlos y Lucero, y que las autoridades les requirieron de su firma para los trámites de salida de los pequeños, los niños también quisieron firmar, lo cual, dice, fue muy significativo por que ahí quedó asentado, incluso con los dibujos de los pequeños, que se convertían ya en una familia.

Por su parte, Alejandra cuenta que ella vivió el proceso de forma diferente: reconoce que tardó un poco más que su marido en considerar la idea de adoptar. Comenta que en el proceso empezaron a trabajar psicológica y físicamente en que los pequeños que adoptarían no necesariamente fueran bebes, sino más grandes.

En la charla, mientras sus padres narran la historia, Carlitos y Lucero, perfectamente bien arreglados y peinados, vestidos con su uniforme de la escuela, hacen dibujos y escuchan atentos la plática acerca de su familia.

Lucero, sentada en las piernas de su mamá, no pierde la oportunidad de recibir las caricias de Alejandra, mientras que Carlitos está sentado solo, justo a la derecha de su papá.

Cambios de hábitos

Alejandra comenta que una vez que los tuvieron en casa descubrieron cuáles eran los canales de televisión para niños, el mundo de las caricaturas y con ellas a Dora la Exploradora. Admite que antes de la llegada de los pequeños no quisieron hacer muchos preparativos, para no tener una mayor presión en caso de que se retrasara el proceso que, por cierto, duró año y medio.

Comenta que cuando sucedió la llegada de los niños, se vieron sorprendidos por las necesidades materiales que no habían contemplado, como cubiertos, loncheras, uniformes y demás aditamentos que requieren sus hijos.

Alejandra admite que ha sido un proceso fuerte y sus horarios han cambiado por que ahora además de trabajar dedica muchas horas a su menores, que es lo que más le llena. Afirma que los dos niños son conscientes del proceso de adopción y que el apoyo de los abuelos, primos y tíos, ha hecho más sencillo y confortable la complementación y felicidad  de la familia .

Al final, dice Carlos, de eso se trata: de que los menores sean los más felices.

No obstante, reconoce que el mayor reto que tiene como padre, igual que en una paternidad biológica, es enfrentar sus propias carencias.
«Mi mayor reto son mis presiones que me hacen ponerme de mal humor y que un acto inocente como el que a este chiquillo se le olvide la mochila, que un día me hizo, cause un problema mayor. En realidad ese es el mayor reto, conocerme a mí mismo, ir hacia mi interior y crecer junto con ellos y aprender de ellos«, confiesa.

El significado de la palabra ‘papá’

Carlos y Alejandra reconocen que uno de los momentos más emotivos y significativos como nueva familia es cuando los pequeños les dijeron por primera vez papá y mamá.

Al contarlo, hacen un alto para respirar y tomar fuerza. La emotividad del recuerdo les inunda y motiva que los ojos se pongan brillosos y con la posibilidad de que en cualquier momento se desprenda una lágrima.

Alejandra toma la iniciativa y menciona que, al principio, el pequeño sólo se refería a su papá como Carlos, y ella le insistía en que le llamara papá.

«Un domingo estaban jugando y haciendo cosas, y Carlitos estaba armando un juego de Lego y algo se le atoró… Y de repente oímos un grito de Paaaaapaaaaaá. Bueno, los dos brincamos pensando que se había caído o le había salido un alacrán, y lo que necesitaba es que ya se había atorado en el armado del juguete y requería que su papá le ayudará para seguir avanzando. Ese domingo nunca se nos va a olvidar» afirma.

En el caso de Lucero, la pequeña, comentan que la primera vez que les dijo papá y mamá fue el día en que llegaron al DIF para finalmente poder llevarlos a casa.

«Y una vez que ya habían firmado los papeles, Lucero salió diciendo papá y mamá, como que tenía la certeza de que ya habíamos firmado todos y que ya era el momento seguro para decirle papá y mamá a alguien , y que ya no iba a ver riesgos ya a partir de ese momento para ella«, concluyó.

Así, esas simples palabras, papá y mamá, han sido la magia que ha cambiado la vida de esta pareja y de sus dos pequeños hijos, luego de lo que ellos llaman un embarazo diferente.

Fuente: Sexenio

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