Hablar de adopción en la familia

La transmisión de la información sobre la adopción es una tarea que corresponde a los padres. Ellos son los más adecuados para informar a su hijo o hija sobre las circunstancias que impidieron su permanencia con la familia biológica y la necesidad de encontrar una nueva familia para ellos.

Cada familia encuentra su forma particular de brindar esta información y resulta  fundamental que se inicie desde los primeros momentos de la integración familiar –con un lenguaje adecuado y comprensible a la edad del niño– y sin obviar a ninguno de los participantes de la historia.

Este relato tiene que hacer referencia a:

– La existencia de la pareja que dio origen al niño.

– La esterilidad de los padres, si es el caso.

– El deseo de incorporar un nuevo hijo, si ya existen otros hijos.

– La estancia del menor en un orfanato o en una familia de acogida.

– Cómo y por qué fue dado en adopción.

– La irreversibilidad de la adopción.

La información no será desplegada de una vez y para siempre, necesita ser dosificada, reformulada y recreada en diferentes momentos vitales del niño y su familia, y de acuerdo a las posibilidades de comprensión del niño en cada etapa de su desarrollo.

Evolución de la noción de adopción

La comunicación sobre el pasado de los niños tiene dos protagonistas: padres y niños, cada uno con una tarea diferente. Los padres son quienes dan la información; y los niños quienes tienen que comprenderla e integrarla.

La capacidad de asimilación de la información por parte de los niños varía a lo largo de su desarrollo y en algunas ocasiones sorprende comprobar qué es lo que los niños comprenden de lo que se les comunica.

Es un proceso largo en el tiempo y requiere que se vaya elaborando a medida que los niños crecen.

En grandes rasgos el proceso es el siguiente:

En los años preescolares (3 – 5 años) en que los niños pueden contar que son adoptados, que estuvieron en la tripa de otra mujer, que sus papas los recogieron, pero sin una comprensión real de lo que estas palabras significan. Más bien es una repetición de las historias que les han contado. Para los niños de estas edades, una familia es la gente que vive en una misma casa. Y papas, los que conviven en el día a día, no existen otros.

Durante los años escolares (6 – 12 años) para los niños la familia es aquella que comparte lazos sanguíneos. Pueden diferenciar que adopción y biología son formas distintas de formar parte de una familia y comienzan a descubrir las implicaciones que tiene el ser adoptado: pertenecer a una nueva familia con pérdida de la familia biológica.

Pueden comprender la diferencia entre dos tipos de padres: adoptivos y biológicos, recibiendo éstos últimos diferentes denominaciones: padres biológicos, los que me tuvieron, los que me hicieron…

En la adolescencia (a partir de 12 años) algunas dudas se habrán resuelto y podrán ser capaces de ver la adopción como una relación permanente que implica transferencia legal de derechos de los padres biológicos a los adoptivos. Son años de especial importancia en la construcción de la identidad y los adolescentes dedican mucho tiempo a tratar de responderse preguntas como ¿Quién soy? ¿Cómo soy? ¿Cómo me ven los otros?

Para los adolescentes adoptados suele suponer un esfuerzo adicional ya que el no disponer de toda la información sobre su vida previa a la adopción puede hacerles sentir más inseguros. Tienen la posibilidad de plantearse otras alternativas de cómo hubiera sido su vida de no haber sido adoptados, y es muy probable que estos interrogantes despierten la necesidad de alcanzar nuevos conocimientos.

Fuente: Adoptar, Integrar y Educar, una guía de orientación para educadores y familias. Comunidad de Madrid

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