Después de meses, o incluso años de espera, por fin vamos a poder abrazar a nuestro hijo. Tenemos una foto de él, sabemos su edad, y poco más. Los nervios nos consumen y las preguntas se agolpan: ¿Cómo reaccionará cuando nos conozca? ¿Será tal y como nos lo hemos imaginado?
Cada niño reacciona de una manera diferente cuando conoce a sus padres. Es importante ir preparados para cualquier respuesta del niño.
¿Y si no es el niño que esperábamos?
Antes de conocer a su hijo, todos los padres elaboran una imagen de cómo va a ser el niño física y emocionalmente según la edad que tiene en el momento de la adopción, de cómo van a abrazarle y mimarle en cuanto le tengan con ellos Pero puede que, llegado el momento, no se cumplan nuestras expectativas.
Para hacernos una idea. Sabemos que nuestro hijo tiene tres años y nos imaginamos todas las cosas que hacen a esa edad. Pero después, podemos encontrarnos con que aún no anda o incluso no habla.
También hay pequeños que sufren una regresión, es decir, que desean experimentar las vivencias que no vivieron como bebés, y permanecen en esa situación un corto espacio de tiempo durante el que no responden a los estímulos de los padres.
Por eso es importante ir mentalizados y no esperar que los niños se tiren a los brazos de sus padres nada más conocerles (son unos extraños para él) ni que tengan el desarrollo de un pequeño de la misma edad, criado en una familia convencional española.
La mayoría de los niños viven en una institución desde que nacen. Allí están apegados a su cuidador; les trate bien o mal, es lo más cercano a una familia que conocen. Por eso, sacarles de ese entorno supone para ellos una segunda ruptura después de la que sifrieron tras su nacimiento.
¿Cómo es la estancia en el país de origen?
Todos los países de adopción exigen que los padres estén un tiempo con el niño antes de regresar a su casa. Durante esta estancia conocerán al niño, pasarán tiempo con él (por lo general en un hotel), resolverán papeleo y harán las excursiones programadas por las ECAIS.
Las ECAIS indican a los padres los productos de higiene infantil, los accesorios, la ropa y los alimentos que deben meter en su maleta cuando van a recoger a su hijo según el país donde viva, pero aún así pueden sentirse desorientados.
Se encuentran en una habitación de hotel de un país que no es el suyo, con un niño que tiene unas vivencias previas que no han compartido y a quien no conocen. Tienen que aprender a cambiarle el pañal, a calmarle por las noches y conseguir que acepte la comida. Muchos niños sufren problemas de desnutrición o están habituados a comer un único alimento, por lo que al principio pueden rechazar o no asimilar la comida o la leche que le ofrecen.
Pero no hay que alarmarse: ¡No todas las experiencias son negativas! Muchos padres afirman que la estancia en el país y, sobre todo, los primeros días con su hijo, han sido sumamente gratificantes. Además, puede ser duro al principio (como con un bebé biológico) pero, con el tiempo, uno se adapta. Y tener a tu hijo compensa con creces el esfuerzo inicial.
¿Debe viajar también el hermano mayor?
La decisión depende un poco de la situación del país que se visita y de la climatología en esa época del año. Si se puede, es bueno que el niño esté presente en el nacimiento de su hermano, que se sienta totalmente integrado desde el principio de su vida en común.
Algunos países de adopción exigen permanecer en ellos mes y medio antes de poder llevarnos a nuestro hijo a casa. En este caso, además del peligro de que el niño se sienta desplazado por quedarse al margen del momento más emotivo de la adopción, hay que valorar si está acostumbrado a pasar tanto tiempo lejos de papá y mamá. Tenemos que intentar que no suponga un trauma para él tener que quedar esperando a sus padres en España.
Asesora: Isabel Rubio, psicóloga clínica, miembro de TIPAI de Madrid (Turno de Intervención Para la Adopción Internacional).
Fuente: Ser Padres
