¿Existe una depresión post-adopción?

Los hombres y mujeres que recorren exitosamente el proceso legal y administrativo para adoptar a un niño o niña invierten tanta energía en demostrar que serán buenos padres que, tras recibir al menor que han adoptado, pueden caer en un estado de malestar y frustración comparable con la depresión post-parto, que experimentan algunas mujeres tras dar a luz.

El malestar psicológico posterior a una adopción se manifiesta principalmente cuando las fantasías y expectativas que crearon los padres en torno a la llegada de un nuevo miembro de la familia son desmedidas, como han demostrado investigaciones de la Universidad de Purdue, en Indiana, Estados Unidos, y como explicó a SUMEDICO la doctora Elena Freiman de Arbitman (*), psicoterapeuta y especialista en adopción del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF).

La Universidad de Purdue conduce un proyecto de investigación llamado “La tristeza post-adopción: atendiendo los retos no vistos de la adopción”. En este estudio, apoyado por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), se obtuvieron algunos resultados que coinciden con lo que especialistas han detectado en México, gracias a su experiencia clínica. En ambos casos se indica que la depresión es mayor cuando los pensamientos fantasiosos, previos a la adopción, fueron mayores.

“Muchos padres adoptivos pasan largos meses demostrando a muchas autoridades y psicólogos que serán unos excelentes padres adoptivos y que no solamente cumplirán los requisitos solicitados por las autoridades sino que serán mejores padres que aquellos que tuvieron sus hijos de manera natural. Sin embargo, hay muchas complicaciones adicionales que surgen cuando ya está el niño o niña en casa, como las dificultades para integrarlo a la familia extendida –abuelos, primos, tíos- o los sentimientos de no ser suficientemente capaces para cuidar a un menor”, indicó la coordinadora de esta investigación estadunidense Karen Foli, en un artículo publicado por la AAAS.


Fantasías dañinas

En México, la doctora Freiman coincide con los hallazgos de la Universidad de Purdue. Ella subraya que los padres sienten una presión adicional pues no se permiten sentir dudas y hacen un esfuerzo muy grande por proyectar solamente alegría, aunque es natural que experimenten confusión y aprehensión.

“El objetivo por el cual se decide por la adopción puede inhibir expresiones de ambivalencias y decepciones normales. Cuando los padres sienten que han gastado mucho emocional, física y económicamente para traer a casa al niño, es difícil admitir cualquier sentimiento confuso sobre ellos mismos u otros. Es más común que tiendan a idealizar y ver la adopción solamente como un sueño hecho realidad. Los padres adoptivos pueden sentir que deben estar agradecidos por lo que tienen y no deben expresar decepciones”, indica la especialista miembro del ILEF.

Según la experiencia clínica de la doctora Freiman, a veces los padres adoptivos, sobre todo la madre, se deprimen después de que les entregan al niño. Esto se puede deber a que es la confirmación de la renuncia al hijo ideal que habían fantaseado, la ausencia de un vínculo biológico puede afligirlos por no haber podido transmitir sus genes, el gasto de energía necesaria para planear la adopción, fatiga emocional, continuidad del duelo por la primera opción (no poder tener el hijo biológico perfecto), o una combinación de asuntos comunes con el proceso de adopción.
Otro motivo, puede ser el desánimo ante la falta de preparación, por los cuidados diarios inesperados que debe recibir el hijo, las actitudes de la familia extensa y los amigos pueden aminorar o exacerbar esta depresión con sus comentarios y comportamientos.

“A los padres adoptivos puede resultarles difícil expresar sus sentimientos de pérdida –por no poder tener hijos biológicos— sin parecer insatisfechos, por lo que no suelen manifestarlos. Temen que sea interpretado como si se arrepintieran de su decisión. No expresan la frustración o el agotamiento propios de esta etapa por que no quieren que los demás lo interpreten como insatisfacción o arrepentimiento.
“Se enfrentan ante el dilema que creen que al reconocer la pérdida y expresar tristeza están, en cierto modo, renunciando al derecho de expresar también alegría y satisfacción. Debido a ello, niegan sus sentimientos, o se sienten obligados a compensarlos, cada vez que los expresan, con un comentario positivo”, explica.

Durante los primeros días de tener el hijo en casa, los padres adoptivos pueden sentirse incómodos con los comentarios aparentemente positivos de sus parientes, compañeros de trabajo o amigos.

Aunque cada proceso de adopción es diferente, pues está muy relacionado con las historias previas de los padres y del nuevo hijo, uno de los mecanismos más importantes para superar una depresión post-adopción es sustituir las fantasías y falsas expectativas por un conocimiento más realista, en el que los padres entiendan que, una vez aprobada la adopción, se han convertido en el componente más importante para el correcto desarrollo del menor.

“Los padres y el niño necesitan llegar a conocerse de una manera real. Como rutina del desarrollo diario, la pareja comienza a experimentar la paternidad. Ya sea fácil o difícil el proceso de vinculación, cariñoso o frío el inicio, la pareja se encuentra a ella misma completamente responsable por el bienestar del nuevo hijo y por cumplir todas las funciones necesarias”, dice la doctora Freiman.

Aunque un proceso de adopción no tiene un punto en el que se pueda afirmar que la integración del nuevo familiar ha sido exitosa, la base es construir el vínculo y el apego afectivo entre niño y nuevos padres, entendiendo por vínculo “la confianza que el niño tiene en los padres y en que ellos pueden cubrir sus necesidades” y por apego: “el amor mutuo y el afecto entre los padres y el hijo”, como indica la doctora Freiman.

Síntomas azules

En el idioma ingles, se usa la palabra azul (blue) para referirse a un tipo de tristeza un poco mayor que la melancolía y un poco menor a la depresión. A este tipo de tristeza corresponde el malestar que la Universidad de Purdue ha llamado Depresión post-adopción o Post-adoption blue.

Según este centro de estudios los síntomas de esta tristeza incluyen la pérdida de energía al realizar actividades diarias, la pérdida de interés en proyectos de mediano o largo plazo, aumentos y bajas muy fuertes de peso sin razón aparente, dificultades para dormir y sentimientos de culpa, vergüenza e indecisión que antes no había experimentado.

“La depresión post-adopción no solamente afecta a los padres, pues puede convertirse en una pésima influencia para el bienestar y el estado de ánimo del niño o niña recién adoptado”, explica la doctora Karen Foli en uno de sus reportes de seguimiento de 21 parejas que adoptaron niños con edades entre 12 meses y 12 años.

En el mismo estudio se entrevistó a 11 terapeutas que han acompañado procesos de adopción por más de diez años y todos coincidieron que es extremadamente difícil conseguir que un padre que está sufriendo una depresión post-adopción exprese sus dificultades emocionales pues casi todos consideran vergonzoso abrir la posibilidad de que parezca que se arrepienten.

“Lo que los resultados nos están señalando es que, después de una adopción, debemos continuar acompañando a los padres y estimularlos para que compartan sus sentimientos en un marco terapáutico, ya sea en terapias cara a cara o en grupos de apoyo. Los padres tienen que entender que tener sentimientos de confusión o de frustración no significa que están siendo desleales con su nuevo hijo o hija. La paternidad es difícil para todos y en el caso de los padres adoptivos esta no es una excepción”, concluye la experta estadunidense.

(*) Elena Freiman de Arbitman, especialista en Psicoterapia sistémica individual, de pareja y familiar. Especialista en adopción. Miembro del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF)

Fuente: SU MÉDICO

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