Preferencias en las adopciones

Si los niños y niñas de hogares pasan de los cinco años de edad, dejan de ser prioridad para la mayoría de personas que quieren ser padres.

Los niños huérfanos con más de cinco años de edad y los que tienen alguna discapacidad parecen estar condenados a no tener una familia.

“No se les puede educar”, “tienen un pasado que es difícil de cambiar”, “son muy violentos”, “prefiero que sean más pequeños”, son algunos descarnados comentarios que hacen las personas que en algún momento pensaron en adoptar a un niño o niña.

Coinciden al decir que los mejores candidatos para las adopciones son los recién nacidos o “bien pequeños” porque así más adelante “no es necesario darles una explicación sobre su pasado”.

Los niños que permanecen en hogares son víctimas de abandono, orfandad, maltrato o abuso sexual. Algunos menores de edad tienen familia, pero ésta ha olvidado protegerlos y amarlos.

En la actualidad existen 3190 niños, niñas y adolescentes acogidos en los hogares de Cochabamba (Bolivia), según datos del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges) dependiente de la Gobernación. De este número al menos 500 son niños menores de cinco años de edad y personas con algún tipo de discapacidad.

La directora de Desarrollo Humano, Celima Torrico, explicó que el 99 por ciento de los menores de edad tiene una familia por lo que sólo el uno por ciento es huérfano y puede ser sujeto de adopción como dispone el Código Niño, Niña, Adolescente.

En el artículo 62 de esta norma establece que la adopción está abierta para todos los menores de 18 años de edad huérfanos y que no tengan ningún vínculo familiar.

Una de las instituciones que se encarga de promover las adopciones es Infante. La institución tiene pedidos de adopción, pero para los niños entre 0 y 3 años. Los mayores son designados en adopción internacional por jueces de la niñez y adolescencia, tras un proceso de capacitación a los interesados para que puedan aceptarlos a pesar de su edad. Se explicó que en el extranjero existe una cultura de adopción y no se diferencia a los niños por el sexo o la edad.

Muchos de los niños no tienen definida su situación legal, por tanto es inexistente la filiación y la documentación correspondiente para que sean susceptibles de adopción.

El Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges) dependiente de la gobernación y la Defensoría de la Niñez y Adolescencia de la Alcaldía, son los encargados de realizar estos trámites y son los jueces del Menor que declaran la situación legal.

Esta situación vulnera su derecho a la familia establecido en el Código Niño, Niña Adolescente que señala que excepcionalmente los niños acogidos en los hogares deben desarrollarse y educarse en una familia sustituta “que le asegure la convivencia familiar y comunitaria”.
La Constitución Política del Estado en el artículo 59 señala que tiene derecho a vivir y crecer en el seno de su familia de origen o adoptiva y cuando ello no sea posible, o sea contrario a su interés superior tendrá derecho a familia sustituta.

La abogada Inés Villegas y madre adoptiva de dos niños, lamentó que muchos de estos niños acogidos en los hogares hayan perdido la oportunidad de tener una familia por la negligencia de autoridades de turno del Sedeges que no realizaban los trámites correspondientes en el tiempo prudente. Se debe seguir el trámite de inexistencia de filiación, pero no se hace -son diferentes las explicaciones- y los niños siguen esperando al igual que los padres que tienen adoptar. Si los niños permanecen mucho tiempo sin que su situación legal esté definida, pierden la esperanza de ser candidatos a adopción.

Los menores de edad permanecen en centros de acogida, allí una educadora hace el papel de “tía” o una “mamá”. Los demás albergados son considerados sus “hermanitos”.

La ausencia de cariño es el común en la mayoría de los hogares por el poco personal con el que cuenta y la falta de profesionalización, aunque hay excepciones.

En el hogar Arcoiris, los niños no sólo tienen una “mamá”, sino también un “papá”.

Son entre 8 y 11 niños que viven en cada casa hasta los 13 años y luego se van a otro ambiente, en el mismo inmueble, para convivir con otros adolescentes. Acá no tienen una familia, sólo son ellos y una psicóloga que les da apoyo cuando lo requieren.

Fuente: Infancia Hoy

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