Una joven busca a su madre zamorana tras ser dada en adopción por sor María

SUSANA ARIZAGA Hasta los 11 años pensó que era Josefina Marín de la Prida, natural de Murcia. Fue a esa edad cuando su padre, viudo cuando la hija contaba siete años, decidió contarle que era adoptada. Ni un dato más. Ni sus apellidos reales, Rodríguez García, que aparecen en el Registro Civil de su nacimiento el 18 de febrero de 1976, fechado ocho días después del parto. El nombre, Josefina, «se me respetó», destaca sorprendida. En ese documento no existe ninguna firma, sólo se menciona al director del centro, la Clínica Santa Cristina de Madrid, donde tuvo lugar el parto, ni el nombre de la madre ni del padre del bebé. «Me dijeron solo que mis padres habían ido a buscarme a Madrid y que mi verdadera madre era de buena familia». De que «pagaron un millón de pesetas por mí, que se le contó mi padre a un amigo», y de que su progenitora «era una adolescente de 14 o 15 años me enteré mucho después», pertinaz en su intento de ir más allá para descubrir a su familia natural. Tarda todavía años en saber que la menor que le dio a luz «era zamorana. Me lo cuenta la mujer que compartió habitación con mi padre cuando estuvo enfermo ingresado en el hospital, en Pamplona. Él se lo dice y yo no me atrevo a preguntarle porque se estaba muriendo». Mucho antes, incapaz de contener la curiosidad, «la necesidad de saber quién era», al poco de conocer su verdadero origen, buscó entre los papeles de aquel escritorio del padre adoptivo, donde «tenía prohibido tocar…

Publicado el 08/04/2012 en La Opinión de Zamora

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