Orientaciones generales para los padres adoptivos

El comportamiento y forma de ser de cada niño es diferente en función de múltiples factores tanto internos como externos. En los niños adoptados adquieren además gran importancia su historia previa a la adopción, así como sus posibilidades de vinculación temprana como elementos principales para asegurar su estabilidad afectiva y emocional.

Teniendo en cuenta todos estos factores, a continuación exponemos algunas pautas generales para ayudar a los padres a comprender, regular y normalizar aquellas conductas o emociones que sean susceptibles de mejorar en el seno familiar.

1.- Muchas de las conductas del niño debemos entenderlas en clave emocional. Por tanto su corrección no sólo pasa por modificar las conductas externas que se manifiestan sino también trabajar su origen de base emocional.

2.- El niño y la familia necesitarán un tiempo para adaptarse mutuamente. Los contratiempos y dificultades forman parte de un proceso natural que irá mejorando si conocemos las características de estos niños y la forma de actuar.

3.- Debemos ser claros en el establecimiento de los límites y en el cumplimiento de los castigos cuando los establecemos, pero, del mismo modo, sabremos dar un soporte afectivo real dedicándoles el tiempo necesario.

4.- Ante conductas disruptivas (rabietas, desobediencia, etc.) podemos aplicar los métodos tradicionales de modificación de conducta como el tiempo fuera o el coste de la respuesta (retirada de algún privilegio: jugar a la Play, ver tv. etc.). No obstante, es importante tener en cuenta algunos detalles en su aplicación dentro de este colectivo:

– Ante episodios disruptivos, no alzar la voz, no mostrarse excesivamente nervioso lo que podría suponer un empeoramiento de las cosas. Tampoco intente razonar nada con el niño en ese momento. Limítese a retirar al niño del escenario (cuando sea posible) o retírense los padres dejándolo temporalmente sólo.

– Hágale saber que está decepcionado con su comportamiento (no con él) y que eso pone triste a los padres. De lo que se trata es de marcar una distancia física y emocional de forma momentánea con el niño. La idea es que si lo que quiere es llamar nuestra atención o ponernos a prueba no lo va a conseguir por estos medios y deberá corregirlos. El niño irá aprendiendo e interiorizando estos patrones aunque puede llevarle algún tiempo. Muchas de estas conductas obedecen a mecanismos inconscientes y fuera del control voluntario del niño.

– Los razonamientos con nuestros hijos acerca de sus emociones y conductas deben siempre hacerse en frío, en momentos tranquilos. Con los más pequeños nos ayudarán cuentos que escenifiquen situaciones parecidas a las que intentamos controlar.

Fuente: Blog de Psicodiagnosis

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