¡Ya vamos a recogerlo/a! Cuando llega el momento

¡cuántas cosas nos podemos imaginar! ¿cómo será? ¡qué nervios! ¿le pareceremos bien? ¿tendrá ganas de vernos? ¿qué podremos hacer para que esté a gusto con nosotros? ¿qué tendremos que llevarnos para recibirle bien? ¿nos volvemos lo antes posible a nuestro hogar o nos damos un tiempo de viaje turístico por su país para conocernos mejor y aprovechar el hecho de haber ido hasta allí?

 A veces nos encontramos con personas que, al ponerse delante de un niño consiguen ganárselo  enseguida; son personas con facilidad para conectar con los más pequeños, con las que se ve que cualquier niño se queda a gusto.

Está claro que cada uno tenemos nuestro carácter, y que sería absurdo pretender ser lo que no resulta natural. Pero, si nos fijamos un poco, hay pequeños detalles que se puede intentar tener en cuenta, en el momento de situarnos delante de un niño o una niña con el que nos encontramos por primera vez, y que esperamos que, poco a poco, nos llegue a sentir como padres.

No pretendemos elaborar una fórmula magistral, pero al menos señalaremos algunas pinceladas que pueden resultar útiles en los primeros momentos:

– ponerse físicamente a su nivel,

– mirarle y dirigirse a él o ella sin prisas,

– sonreír sin esperar que sonría,

– no hablar mucho, y hacerlo despacio, sobre todo si su lengua materna no es la nuestra,

– gesticular todo lo que se pueda, acompañando a las palabras, pero que los gestos sean pausados, sin movimientos bruscos,

– probar a imitar algún gesto o expresión suya sonriendo,

– ir intentando el contacto físico poco a poco, sin agobios,

– no esperar reacciones normales a nuestras expresiones,

– reconocer la normalidad de estar todos un poco nerviosos,

– darse y darle tiempo.

Englobando todo lo anterior, es importante proveerse de grandes dosis de generosidad y de amor incondicional. No por vernos inicialmente rechazados o poco aceptados vamos a fracasar, a la larga, en nuestro nuevo papel. En ese mismo sentido, vale la pena también que nosotros intentemos aparcar en ese primer momento cualquier juicio que nos pueda surgir sobre su apariencia física o sus reacciones, y no porque no haya que hacerlos si son positivos. Pero, en caso de que hubiera algo negativo, nos puede condicionar para establecer ese primer contacto, siendo algo que carece de importancia y que puede resultar totalmente pasajero.

Si el contacto se hace de forma paulatina, es decir, si después del primer encuentro hay ocasión de verse alguna vez más, antes de que el niño se quede definitivamente con los nuevos padres, será bueno ubicarle lo antes posible, aunque no nada más entrar en contacto, tanto sobre quiénes somos como sobre nuestro deseo de que venga a vivir con nosotros. Aunque normalmente ya se lo habrán explicado sus cuidadores, será bueno que lo oiga de nuestros labios. También estará bien explicarle el viaje de ida al nuevo hogar (sobre todo si se trata de una adopción internacional), prevenirle sobre su duración, a la vez que se le anima a realizarlo.

En estos momentos de contactos iniciales se puede echar mano, para ofrecérselos y observar su reacción, de objetos variados que tengamos a nuestra disposición: lápices, papeles, fotos u otras cosas que llevemos dentro del bolso. No hace falta proveerse de juguetes o instrumentos sofisticados para llamar su atención. Cualquier cosa, acompañada de una explicación y mostrándole cómo se puede utilizar o el interés que puede tener, servirá para interactuar con él e ir teniendo una guía sobre sus preferencias.

Si, por su edad y país de origen, ya maneja otro idioma distinto al nuestro, será bueno conocer algunas palabras y expresiones del mismo, sobre todo para facilitar nuestra comprensión de lo que él nos quiera decir. Pero, a la hora de expresarnos nosotros, vale la pena acompañar nuestro lenguaje hablado con gestos, y dirigirnos a él de entrada tal como hablamos nosotros. Será la forma más natural de darnos a conocer desde el principio. Entre otras cosas, es bastante probable que intentemos hablar en su idioma y no lo hagamos de forma lo suficientemente clara como para que nos entienda.

Una duda que se plantea a veces en adopción internacional, a la hora de imaginar el viaje para recoger al nuevo hijo, es si un viaje así dará para dedicar unos días a recorrer un poco el país, que seguro que resulta lo suficientemente atractivo como para ser visitado y conocido. Antes de entrar en contacto con el niño, sí que suele haber un periodo de espera, aunque muy irregular e imprevisible.

Pero cualquier familia que ya tiene al niño, y sobre todo cuando ya está la documentación arreglada, está deseosa de volver a casa. Cabe pensar también que cualquier niño, sobre todo si ya no es un bebé y va siendo consciente del entorno que le rodea, estará impaciente por conocer su nuevo hogar, y por empezar una vida normal en familia. Habitualmente, por tanto, en cuanto sea posible se realizará el viaje de vuelta, para situarse en lo que va a ser el funcionamiento normal a partir de entonces.

Más adelante, cuando el niño sea más mayor y estén bien claros los lazos de unión de la nueva familia adoptiva, será muy interesante y satisfactorio para todos que, por ejemplo, en unas vacaciones o con motivo de alguna celebración, se organice un viaje a conocer todos juntos el país de origen del niño. Esta puede ser una manera lúdica y entrañable de que éste asuma completamente su identidad, tanto porque se dará cuenta de que existe mucha gente allí con rasgos étnicos similares a los suyos, como porque los padres adoptivos le podrán transmitir el respeto y el interés que sienten por sus orígenes.

Fuente: Guía «Vamos a ser familia adoptiva». Dirección General de la Familia y Adopciones. Conselleria de Benestar Social. GENERALITAT VALENCIANA

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