La adopción no es un negocio; es un acto de generosidad


Hace año y medio, Érika* encontró a sus padres: Alejandro y Paula Andrea.
Hasta hace tres años, estos habían intentado quedar en embarazo, pero debido a un problema de endometriosis, fue imposible. Entonces, conversando entre sí, Paula le hizo la propuesta de prohijar a un menor abandonado. «¿Adopción? Sí, me parece una excelente alternativa», le respondió su esposo.

Acudieron al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, y luego de año y medio, tiempo en el cual asistieron a cursos de preparación, entendieron que los niños adoptivos son más buscados y planeados que muchos de los biológicos, quienes son resultado de fallas en los métodos de planificación o de una «noche loca», como suele decirse.

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