Separar a un hijo de su madre al nacer no es bueno para la salud. Ahora, un estudio que se publica en PNAS realizado en macacos confirma lo que se sospechaba: la separación del niño tiene efectos perjudiciales para su salud a largo plazo.
La importancia que tienen los primeros años de la vida sobre una variedad de aspectos, como la salud, está ampliamente reconocida. Algunas de las pruebas más convincentes sobre las consecuencias de privación materna o social temprana provienen de los niños criados en los orfanatos rumanos en los años 1980 y 1990. Estos niños crecieron con una serie de efectos, tanto físicos como psíquicos, que en algunos casos han permanecido durante años.
Otro ambiente en el que los niños han sido privados de las relaciones maternas normales son los Kibutz, donde los niños vivían entre compañeros; algunas investigaciones recientes concluyen los niños criados en este entorno no tienden a buscar la excelencia, que su desarrollo de la identidad personal es más difícil y que la calidad de sus relaciones cuando son los adultos está disminuida.
Y aunque algunos estudios observacionales habían sugerido que los niños separados de sus madres al nacer pueden tener un mayor riesgo de tener problemas de salud durante la edad adulta, sin embargo, los efectos precisos de la separación materna sobre el bienestar de los hijos han sido poco analizados.
Ahora, el equipo de la Universidad de Chicago (EE.UU.) dirigido por James Heckman y Gabriella Conti, ha analizado los registros médicos de 231 monos nacidos en tres grupos distintos de primates. En el primero, los animales fueron criados por sus madres biológicas y permanecieron con ellas para convivir posteriormente con otros macacos. En un segundo grupo, los monos criados fueron separados de sus madres y criados con otros animales de manera individual durante 37 días antes de ser llevados con el resto de los macacos. En un tercer grupo, los monos fueron separados de sus madres y criados de forma individual durante 37 días antes de pasar 22 horas al día con una botella de agua caliente colgada de una jaula y las dos horas restantes con sus compañeros en una jaula de juego.
Más enfermos
A los 6 meses, cuando los animales convivían en un mismo grupo social, los investigadores comprobaron que aquellos macacos que había sido separados de sus madres al nacer tenían una mayor probabilidad de padecer una gran variedad de enfermedades físicas con mayor frecuencia que los que se criaron con sus madres.
Además, lo autores vieron que los animales criados fuera del entorno materno, machos o hembras tenían una mayor probabilidad de padecer trastornos del comportamiento; además, en el caso de las hembras, éstas tienen una probabilidad mayor de ser heridas y de sufrir la pérdida de cabello.
Según los autores, aunque se reconoce la importancia de los primeros años de vida en el desarrollo del adulto, establecer la existencia de «un efecto causal» sobre la salud de la exposición temprana a la adversidad ha sido una tarea difícil. En este trabajo, explican, hemos analizado, con el fin de demostrar esa relación causal, en una colonia de monos rhesus los efectos sobre la salud de la privación materna. «Los datos demuestran que la falta de una relación de apego seguro en los primeros años tiene consecuencias perjudiciales para la salud física y mental a largo plazo, con una diversidad de efectos que varían según el sexo». La persistencia de estos efectos, subrayan, demuestran lo importante que es intervenir las fases tempranas de la vida para evitar «daños a largo plazo».
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Fuente: ABC
