Por fin juntos: crianza

De otro blog muy interesante sobre crianza llamado Criando Múltiples, notas extraídas de un artículo publicado en la revista “El mundo de tu bebé” nº 200, escrito por: Julio Basulto, Dr. Carlos González, Laura Gutman, Rosa jové e Imma Marín.

Tras muchos meses de espera, ya podéis abrazaros, ya sois una familia. Los primeros meses son de aprendizaje y conocimiento mutuo.

– Háblale desde el primer día, explícale las cosas. Mientras lo vistes o lo bañas, mientras estás echada con él. Así gana confianza hacia lo que va a suceder.

– Trata a tu hijo con el mismo respeto con el que tratarías a otro adulto, incluso a un desconocido. Respeta siempre su forma de ser.

– Intenta ponerte en su lugar. Hay cosas que para él son realmente importantes. No las minimices, ni restes valor a sus deseos o sus disgustos.

– Sé coherente: no le pidas que deje de gritar sin estar calmado. A los niños no deberíamos pedirles cosas que los adultos no somos capaces de hacer.

– Muéstrale tu amor cada día. A todos nos gusta sentirnos queridos y precisamente es en los peores momentos cuando más necesitamos sentirnos amados.

– Disfruta de tiempos compartidos. Si pasáis el día separados, una vez en casa relaja vuestras rutinas. Nuestros hijos se pasan el día esperando: ¿Es justo decirles que es la hora de bañarse al poco de estar juntos?

– Revisa tus actos, cada paso que damos es un ejemplo para ellos. Les mostramos el camino a diario y ellos reproducen nuestras actitudes.

– Pídele perdón cuando te equivocas. Se lo merece y, además, le enseñas que todos nos podemos equivocar, que todo puede arreglarse.

– Procura no etiquetarlo. Es más positivo describir las acciones que juzgar sus actos. Decir: “¡Vaya! Se ha roto. Vas a tener que ir con más cuidado” es mejor que afirmar: “Qué desastre, siempre lo rompes todo”.

– Olvídate de los prejuicios que te hayan transmitido. Tu hijo no es ni caprichoso ni te manipula: sólo expresa lo que siente y necesita. Somos nosotros los que a veces, no sabemos ver lo que se esconde detrás de sus reacciones y demandas.

– No le niegues tus brazos porque estás atareada, porque crees que ya es mayor, o porque “la vida tiene estas cosas y hay que acostumbrarse”. Eres su mayor fuente de consuelo.

 

Si este artículo te parece interesante, compártelo.
Facebook Twitter Plusone Linkedin Pinterest