La logopedia en los niños adoptados

En estos últimos años, los logopedas han observado un aumento progresivo de niños adoptados con problemas de lenguaje. Es posible que este fenómeno se deba a que los niños que llegan a nuestro país son cada vez mayores. El logopeda puede realizar una función preventiva, evitando el surgimiento o empeoramiento de un problema de lenguaje oral o escrito.

También puede participar en la evaluación (screening, estudios epidemiológicos, investigación y diagnóstico), en la intervención (tratamiento y rehabilitación) y, finalmente, en la información y asesoramiento a la familia y a otros profesionales.

La intervención del logopeda tiene que ser temprana para poder aprovechar la capacidad de reorganización funcional que presenta un cerebro en evolución. Cuando menor es el niño o niña, mayor es el potencial de compensación.

Los objetivos de la intervención tienen como finalidad:

– Fortalecer el lenguaje como herramienta del pensamiento.

– Potenciar la capacidad metalingüística, para evitar problemas en el lenguaje académico.

– Elaborar programas personalizados para niños y jóvenes que presenten dificultades de expresión y comprensión del lenguaje oral y escrito.

– Crear medios metodológicos con estrategias compensatorias que ofrezcan caminos alternativos pero equivalentes.

Competencias lingüísticas en las cuales el logopeda tiene un papel fundamental

– Fluidez expresiva oral: fluencia automática, dicción, procesamiento sintáctico, rapidez de acceso al léxico y estructuración del discurso.

– Procesos de secuenciación verbal: percibir estímulos que necesitan de secuencias rápidas, recordar instrucciones académicas largas, ordenar consignas y datos, establecer el orden alfabético, el de los días de la semana y el de los meses del año y organizar temporalmente los acontecimientos del día.

– Recepción auditiva: comprensión auditiva y memoria inmediata auditiva para retener el mensaje verbal.

– Lenguaje abstracto: comprensión de significados verbales descontextualizados de la situación, de palabras sin referentes, problemas matemáticos y enunciados diversos, vocabulario científico; relación de palabras e ideas y lógica verbal. Aprender nuevos conceptos.

– Mecánica lectora: dominio de las representaciones fonológicas de los sonidos del habla, necesarias para establecer correspondencias entre los sonidos y las letras.

– Comprensión lectora: interpretar el lenguaje escrito fuera del contexto, captar el sentido inferencial y el doble sentido. Conectar la información de los textos con los conocimientos previos y captar las ideas centrales de una historia. Entender el vocabulario académico y conocer los matices sutiles de los significados.

– Ortografía: elaborar representaciones visuales de cómo se escribe una palabra.

– Expresión escrita: fluencia de ideas para generar un texto cohesionado y coherente, describir acontecimientos dentro de un orden temporal y expresar pensamientos.

– Grafomotricidad: coordinación viso-motriz, tonicidad y destreza manual.

– Planificación y organización de la acción y del comportamiento, a través del lenguaje interno.

Para terminar, cabe mencionar que los problemas que presentan los niños en la escuela producen estados continuos de frustración y originan comportamientos negativos. No podemos olvidar que son niños muy vulnerables, inseguros en su mayoría y que han vivido estados carenciales, en su primera niñez, que les han dejado huella. Cuando los ponemos en situación de estrés, porque no son capaces de colmar las exigencias escolares, se pueden originar problemas emocionales y conductuales que afectan a toda la familia. Es muy importante, pues, evitar iniciar la escolaridad con sensación de fracaso, entender que necesitan más tiempo y tener en cuenta que nuestro sistema educativo exige unas habilidades complejas para muchos de estos niños.

Fuente: CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº 412, mayo 2011

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