Cómo modificar el comportamiento de un niño

Modificar el comportamiento de un niño no es tarea fácil si los padres no son coherentes y constantes. Una vez fijados los puntos concretos que se quieren modificar, es preciso ser pacientes y no esperar resultados inmediatos. Modificar un comportamiento es un proceso que necesita tiempo, paciencia y constancia.

1. Actitud de los padres

Todos los padres, en algún momento, han dudado sobre qué actitud tomar ante determinados comportamientos de sus hijos.

Saber cómo actuar en cada momento es prácticamente imposible, sobre todo porque los comportamientos y las reacciones de los hijos son impredecibles.

Muchas veces, los conflictos pequeños alcanzan una gran magnitud, debido a la reacción desmesurada de los hijos al corregirlos. Cuando son pequeños pueden coger una rabieta por cualquier insignificancia y cuando son más mayores se muestran ofendidos y se enfadan cuando los corregimos.

En definitiva, es fácil que los padres duden y se asusten de la situación que puede generar un conflicto o una disputa. Sin embargo, es fundamental que se muestren inflexibles ante los malos comportamientos de sus hijos, corrigiéndolos siempre que sea necesario y no dejándose llevar por lo situación desagradable que se pueda crear.

2. Identificar el problema

No debemos pensar que un niño es salvaje, desobediente, terco, caprichoso, etc., sino que en algunas ocasiones tiene estas actitudes. No es igual ser caprichoso que tener una actitud caprichosa en un momento determinado. Las actitudes son más específicas y se pueden modificar con mayor facilidad que la personalidad.

Por ello, cuando un niño tiene reiteradamente un mal comportamiento, no debemos pensar que es su forma de ser, sino que tiene una mala conducta que hay que corregir.

Para poder modificar una conducta es necesario identificarla y concretarla. No podemos generalizar diciéndole a un niño que no sea desorganizado, tendremos que concretarle qué comportamiento esperamos de él: recoger la ropa del cuarto, colocar en su sitio la mochila del colegio, ordenar los juguetes después de jugar, etc.

Debemos concretarle lo que esperamos que haga y no corregirlo en varias cosas a la vez. Tenemos que identificar cuál es el problema que más nos preocupa o decidir cuál preferimos que corrija antes, centrarnos en ese problema y no pasar a otro hasta que éste primero esté solucionado.

3. Cómo cambiar los hábitos de los hijos

Cuando los padres no consiguen cambiar el mal comportamiento de sus hijos se frustran y sienten dudas sobre sus capacidades para educarlos. Veamos algunas sugerencias para cambiar los malos hábitos de nuestros hijos:

Concretar objetivos sobre sus hábitos de comportamiento. Para ello, hay que tener en cuenta entre otros factores las capacidades del niño para entenderlo, la edad, la personalidad, etc. No se puede actuar igual con todos los niños, cada uno requiere un tipo de atención y una trato diferente, aunque en lo esencial seamos intransigentes.

Debemos tener paciencia y ser constantes ante el deseo de cambiar el mal comportamiento de nuestros hijos. Si al principio no logramos cambiar los malos hábitos, no debemos abandonar. Con paciencia y con tiempo iremos consiguiéndolo.

Tenemos que ser firmes e inflexibles ante nuestras decisiones. Si hemos decidido que se acueste a una hora determinada, tenemos que mantenernos inflexibles, de lo contrario no tomarían en serio nuestras decisiones y nos desobedecerían por sistema, perderíamos autoridad y en vez de modificar el mal comportamiento estaríamos reforzándoselo.

No podemos impacientarnos esperando resultados inmediatos ni estar continuamente corrigiéndolos para que cambien su actitud. Todo cambio necesita su tiempo. Debemos ser realistas ante las expectativas y saber que como todo proceso es necesario que pase el tiempo para empezar a notar los resultados.

Tenemos que ser claros y concisos cuando queramos modificar algo en su comportamiento. Debemos utilizar frases en las que se concrete lo que esperamos que haga: «coloca los libros en la estantería» o «pon la mesa» y ser firmes en nuestra forma de pedírselo; no dando lugar a que nos diga «luego lo hago» o «espera un poco».

Fomentar el buen comportamiento. La mejor manera de fomentárselo es utilizando elogios y reforzando comportamientos positivos. Cuando obtenga algún logro o si se ha esmerado en conseguirlo, es muy importante que él sepa lo contentos que nos sentimos por ello aunque no lo haya logrado.

Dña. Trinidad Aparicio Pérez. Psicóloga. Especialista en Infancia y Adolescencia

Fuente: Puleva Salud

 

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