Los retos de la política del hijo único en China

La noticia de que una pareja de la ciudad sureña de Rui’an había pagado hasta 200.000 dólares por tener un segundo hijo en febrero pasado, pone en contexto que hoy en día la política de un solo hijo está siendo reevaluada incluso económicamente por la sociedad china. Después de tres décadas de haber sido implantada en China, ¿cuáles han sido los resultados, efectos y desafíos de esta célebre política del hijo único? Una mirada en detalle a esta política.

La preocupación por el exceso de población -o sobrepoblación- en el mundo varía en función de la densidad de población en cada región. Mientras que en Europa hay políticas para alentar a las personas a tener hijos debido a su baja tasa de crecimiento de la población, en algunos países de Asia -que engloba el 60% de la población mundial- los gobiernos han enfrentado el problema contrario. China lidera la iniciativa por controlar la natalidad, seguida de Vietnam que mantuvo la política de dos hijos hasta 2003 y luego en 2008 la revivió.

La política del hijo único o la política de planificación familiar fue introducida en 1979 por el gobierno chino para frenar el crecimiento de la población y adaptarse a los planes económicos de desarrollo. La política se viene aplicando desde 1980 para hacer frente controlar el aumento poblacional, que haría más difícil la mejora de las condiciones de salud de la sociedad y la implementación de los proyectos de estabilidad, prosperidad, modernización y desarrollo de China.

Un hijo para cada familia La política china se basa en una restricción oficial en un hijo para las parejas casadas en las zonas urbanas y rurales. Existen algunas excepciones. Los grupos étnicos minoritarios tienen diferentes reglas para la formación de una familia, que les permite tener hasta dos o tres niños y en ciertas áreas urbanas las familias formadas por hijos únicos pueden tener 2 hijos. En algunas zonas rurales se pueden tener hasta dos cuando el primer hijo es mujer. Hong Kong y Macao, al ser regiones administrativas especiales, están exentas de la política.

Pero en el territorio chino es efectiva en la gran mayoría del país y para implementarla se diseñaron unos esquemas de sanciones y multas para quien no la cumpla, y de beneficios e incentivos para quien la siga.

Si bien esta política ha conseguido ralentizar el rápido crecimiento de China en las últimas dos décadas, e incluso habría impedido unos 300 millones de nacimientos, ayudando al gobierno a alcanzar los planes de crecimiento y desarrollo económico, últimamente han cobrado relevancia algunos temas que plantean retos a la política de planificación familiar, en particular en lo que refiere a la edad y el sexo de la población.

Los tres principales desafíos que actualmente se enfrentan son: disminución de la fuerza de trabajo joven, la tasa de natalidad desequilibrada de los niños frente a las niñas (desequilibrio entre los sexos), y la inequidad de la aplicación de la política para los ricos en contraste con familias de bajos ingresos.

Una sociedad más vieja El primer reto es el envejecimiento de la población -y por lo tanto de su fuerza de trabajo- y sus consecuencias en el sistema de jubilación.

China cuenta con una población de 1.334 millones de personas, con un crecimiento del 0,6% y una tasa de fecundidad de 1,8 para 2007, que se refleja en una tasa anual de natalidad del 12,13%. De acuerdo con esto, en 2030 China tendrá 1.391 millones de personas, 61 millones más en 20 años (un 4,41% de incremento).

Si la población de jóvenes chinos en edad de trabajar disminuye, empezaría a escasear la mano de obra barata para las fábricas e industrias. En algunos sectores, como el turístico, ya están teniendo problemas para encontrar jóvenes que acepten trabajar por 1.500 yuanes por mes. Como resultado, ya se está viendo un aumento en los salarios afectando los precios de los productos manufacturados para el mercado doméstico y exterior.

Unos mayores costos de producción y de fabricación tendrían a su vez un importante impacto en el flujo de las inversiones que han ayudado al rápido desarrollo de la economía de China.

Estas inversiones podrían ser dirigidas a otros países con mano de obra más barata -Vietnam, por ejemplo-, causando una disminución en los empleos disponibles para los ciudadanos en zonas urbanas y en especial para los trabajadores migrantes provenientes de zonas rurales -localizados en su mayoría en la desarrollada costa este de China- y generando un aumento en la tasa de desempleo que actualmente está en el 4,3%.

En las grandes metrópolis costeras se están viendo casos en los que, debido a los bajo salarios, cada vez es más difícil atraer mano de obra migrante, según un artículo del China Daily. A su vez, los trabajadores migrantes son “capturados” cada vez más por tentadoras ofertas en sus lugares de origen, con más beneficios y por casi el mismo salario.

El desarrollo económico ha traído consigo una mayor esperanza de vida: 71,6 años en 2000, según el Bureau nacional de estadísticas. Esto ha aumentado el número de adultos mayores que dependen de sus pensiones, asistencia del gobierno y de sus hijos para vivir.

En las grandes urbes de China se está dando el fenómeno conocido como 4-2-1: el hijo único que tiene empleo, además de velar por su pareja e hijo/hija, es responsable de cuidar a sus 2 padres y cuatro abuelos, ejerciendo una presión y estrés muy fuerte en las parejas jóvenes.

La dependencia de más personas del sistema de pensiones de China, que cubre menos del 30% de los trabajadores del país y es financiado por un impuesto del 28% en la nómina de las empresas participantes. Esto, sumado a un mayor envejecimiento de la población y una disminución en la fuerza de trabajo que contribuya al sistema de pensiones, podría traer graves problemas para los futuros pensionistas y «dañar seriamente las perspectivas de crecimiento a largo plazo de la economía» de China, señalo el diario estatal.

Más hombres, menos mujeres El segundo reto es la creciente diferencia entre sexos en China, a causa de la preferencia generalizada por los hijos varones. Especialmente en las zonas rurales, los hombres son considerados como idóneos para velar por los padres cuando llegan a una edad avanzada.

Los datos oficiales para la distribución de la población por sexo son 591,871 millones de hombres y 573,115 millones de mujeres, según la Comisión nacional de población y planeación familiar de China. Hay una diferencia de más de 18 millones entre varones y mujeres, que sin duda provocará un declive demográfico y que posiblemente se incrementará hasta 30 millones en 2020.

La tradición de preferir los varones en lugar de mujeres como hijos únicos ha profundizado el infanticidio femenino mediante el aborto selectivo. Con la política de planificación familiar desde 1980, la tasa de mortalidad de niñas aumentó considerablemente.

Estas prácticas son duramente rechazadas por el gobierno, que considera ilegal el infanticidio femenino y que prohíbe discriminar, maltratar o abandonar niñas, pero que en la práctica siguen ocurriendo. Para hacer frente al problema, el gobierno ha introducido leyes como la prohibición del uso de pruebas que determinen el sexo de los fetos. Sin embargo, a veces las leyes parecen ser no suficientemente fuertes para contraatacar los abortos selectivos.

Como consecuencia del mayor número de hombres en la sociedad china, para los hombres solteros es cada vez más difícil casarse. Muchos de ellos han emigrado a zonas lejanas en las que sería más fácil encontrar una novia.

En zonas rurales, este fenómeno ha llegado hasta el secuestro y tráfico de mujeres jóvenes, que se ven obligadas a casarse con hombres que pagan por una esposa. El gobierno chino, consciente de este fenómeno de desequilibrio de género, ha comenzado a ofrecer incentivos «tales como exenciones de impuestos y exenciones en las matrículas escolares y servicios de salud para familias que tengan niñas», como reportó el Guardian.

Sin embargo las campañas que promueven las niñas como iguales o más valiosas que los varones para la sociedad, cambiar la mentalidad de la sociedad -sobre todo en las zonas rurales- a que acepten a una mujer como su única descendiente tomará tiempo. Mientras no haya un cambio, habrá un aumento en el tráfico de niñas y mujeres y de los abortos selectivos por sexo.

Una política desigual e inequitativa El tercer reto es la inequidad en la política del hijo único en la actualidad. Uno de los objetivos de la política de planeación familiar era evitar la superpoblación en China y por lo tanto mejorar y asegurar el desarrollo económico. Como tal, el objetivo se ha logrado.

Irónicamente, al haber alcanzado este objetivo, se está creando otro problema en la aplicación de la política. El crecimiento económico de China ha ampliado el número de familias de clase media-alta y alta en muchas ciudades en el país, especialmente en las megalópolis de más de 10 millones de habitantes como Beijing, Shanghai, Chongqing y Guangzhou.

Este nuevo grupo social no ve problemas en pagar las multas o sanciones por violar la política del hijo único, y si las condiciones económicas y sociales lo permiten, tienen dos o incluso tres niños. He Yafu, analista demográfico entrevistado por el Diario del pueblo, periódico oficial chino, afirmó que el gobierno ha recolectado hasta veinte mil millones de yuanes (casi 3 mil millones de dólares) desde 1980.

Las multas son definidas localmente y son diferentes dependiendo de la renta. Si una pareja en Beijing quiere tener un segundo hijo debe pagar diez veces su ingreso promedio. Si están en Shanghai, tres veces el ingreso promedio del año anterior, o tres veces el ingreso actual si es superior.

Y esta posibilidad está creando descontento en las personas que no pueden permitirse el pago de las sanciones o multas –especialmente en zonas rurales-, y que tampoco tienen relaciones con altos cargos gubernamentales que les permita evadir un castigo severo.

Retos y desafíos En 2007, un grupo de 30 delegados de la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino pidió al gobierno central abolir la política del hijo único y ampliarla a dos hijos por familia a fin de evitar los problemas sociales y trastornos en la población masculina. Este grupo fue dirigido por el profesor Ye Tingfang de la Academia China de Ciencias Sociales, quien, a pesar de sus esfuerzos, cree que la propuesta «será ignorada por el gobierno central, que siempre ha hecho oídos sordos a las propuestas de la Conferencia», según manifestó en su momento.

El gobierno está observando de cerca municipios como Yicheng (en la provincia de Shanxi) o Shan Juan (en la provincia de Heilongjiang), dos pueblos que han tenido más éxito en el crecimiento y control de la población que cualquier otra parte del país bajo la política del hijo único. Hace 30 años, estos municipios fueron el lugar de prueba de un experimento de permitir a las familias tener más de un hijo. Sorprendentemente, la población de estos municipios ha mantenido un crecimiento por debajo del promedio de crecimiento de la población a nivel nacional y ha logrado una tasa de equilibrio de género, ya que las familias no tienen la presión de escoger entre un varón o una niña como su única descendencia.

Este es un reto para los políticos que se niegan a modificar los parámetros de la política de planificación familiar y un ejemplo que abre las puertas para tener más lugares en donde la política de planificación familiar pueda ser más flexible.

Felipe Cabrera es un historiador colombiano que está terminando su maestría en la Universidad de Nanjing. Actualmente prepara su tesis sobre el desarrollo económico y social de China y Brasil entre 1996 y 2006.

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Fuente: La Red China

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