La sociedad china olvida a los niños huérfanos del seísmo de Sichuan

La cruda realidad acostumbra a ser amarga. Cuatro años después del terrible terremoto que devastó la región de Sichuan y causó 87.000 muertos y desaparecidos nadie se acuerda de los cientos de huérfanos que provocó la tragedia. Desde aquel fatídico 11 de mayo del 2008 sólo doce niños han sido adoptados de los 630 que se quedaron sin padres. Los requisitos administrativos y las enfermedades de los menores han desanimado a muchos candidatos a la adopción.

Las estadísticas que maneja el separtamento de Asuntos Civiles de la provincia de Sichuan son desoladoras. Durante las semanas que siguieron al seísmo, que castigó especialmente las zonas de Wenchuan, Qingchuan y Beichuan, los funcionarios no daban abasto. Más de 20.000 personas procedentes de los más recónditos lugares de China expresaban su voluntad de adoptar un niño víctima del terremoto de magnitud 8 que azotó aquella región.
Ahora, cuatro años después, el teléfono permanece mudo, aunque todavía hay cientos de niños que siguen viviendo en orfanatos, hogares de ancianos habilitados o con familiares, según señala Southern Weekend.

Durante este tiempo tan sólo una docena de menores han sido adoptados legalmente. De ellos, dos por familias extranjeras, una de Holanda y otra de EE.UU.

La mayoría de los 618 niños restantes viven en un complejo especial para huérfanos e hijos de familias pobres afectadas por la catástrofe llamado Ankang Jiayuan (Casa del Bienestar), en Shuangliu, cerca de Chengdu. Allí pasarán su adolescencia y estudiarán hasta acabar los estudios secundarios. Sus tutores son conscientes de que nadie les reclamará.

Esta pérdida de interés por los huérfanos de Sichuan se ha visto propiciada por el desánimo de los aspirantes a padres adoptivos ante las exigencias administrativas y la firme voluntad de los responsables de Ankang Jiayuan de impedir a los adoptantes elegir con que niño quedarse.
Y es que buena parte de los aspirantes a padres adoptivos se desanimaron cuando se enteraron de que para poder acoger a un menor había que cumplir toda una serie de requisitos. Las condiciones habituales que reclama China en los casos de adopción, teniendo en cuenta ademnás el tema de la política de hijo único. Muchos otros se desinteresaron, asimismo, al enterarse de que les podía tocar alguno de los niños enfermos o con alguna discapacidad.

Los tutores de los huérfanos también se han visto obligados a frenar en alguna ocasión los ímpetus de los parientes, interesados básicamente por la ayuda económica gubernamental. Este fue el caso de un niño, en el que uno de sus dos parientes demandó al otro para ver quien tenía derecho a quedarse con él y los 8.000 yuanes (1.000 euros) que recibiría.

Factores todos ellos que se han convertido en escollo insalvables para que los huérfanos de Sichuan vuelvan a tener un hogar.

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