Abuelos. Cuando el amor llega de a poco

Entrevista publicada en la revista Adopción y Familia sobre un tema poco frecuente, la voz de los abuelos adoptivos.

Vilma y Amador no estuvieron de acuerdo con su hija cuando ella les comunicó que quería adoptar un niño. Los invadieron inseguridades, miedos y derechamente reconocen que tuvieron aprensiones. Hoy son los flamantes abuelos de Maximiliano, una guagua que después de seis meses de llegar a sus vidas, los tiene felizmente conquistados. Con generosidad y transparencia, aquí cuentan cómo fue para ellos este proceso.

A Vilma y Amador la vida les ha dado más de una sorpresa, si de nietos se trata. Padres de dos hijos, supieron que se convertirían en abuelos por primera vez cuando Osvaldo, su hijo de 21 años, les contó que su polola estaba embarazada. La sorpresa fue mayor cuando se enteraron que no era sólo una niña la que venía en camino, sino que eran gemelas. Hoy las niñas tienen 8 años y el inmenso amor de sus abuelos es indiscutible. Vilma cuenta las gracias de sus nietas, tremendamente regalonas, y relata cada una de sus ocurrencias con detalle y alegría.

Evelyn, en tanto, la otra hija de este matrimonio, siempre ha sido planificada y perseverante. Su historia familiar fue absolutamente distinta a la de su hermano. “Se casó y pensó que iba a tener sus hijos”, cuenta su madre. Sin embargo, ese matrimonio no prosperó. “Se casaron muy niños. El matrimonio duró sólo 5 años”, recuerda Vilma, sin ningún ánimo de enjuiciar. Pasó el tiempo y conoció a Patricio; se enamoraron, se casaron, pero esta vez tampoco llegaron los hijos. El tremendo deseo maternal de Evelyn hace rato ya estaba siendo canalizado en sus sobrinas, a quienes ha tratado con tanto cariño como si fuera una segunda mamá. Como ella siempre tuvo claro que quería ser madre, se sometió a varios tratamientos de fertilidad, pero ninguno concluyó exitosamente. Un día Evelyn les contó a sus padres que, junto a su marido, estaban considerando la alternativa de adoptar.

Amador ¿Qué pensó cuando se enteró de las intenciones de su hija de adoptar? A mí no me gustó la idea.

¿Qué le dijo a su hija entonces? Que no me parecía. No era nuestra sangre, no sería de nuestra familia. A Vilma tampoco le gustó la idea en un principio y es honesta en admitirlo: “Yo tampoco quería. No sabía de dónde vendría este niño, qué enfermedades iba a tener, qué mañas. Pensaba que eso viene en la sangre, la piel, el ADN”. Pero como Vilma y Amador conocen bien a su hija, sabían que ella iba a seguir hasta el final, hasta formar su familia. Y buscó el apoyo de su madre, para enfrentar a su padre en este tema tan difícil para él.

¿Alguna vez le dijeron a su hija que desistiera de esta idea? W: Amador nunca le dijo directamente a Eve que no se metiera en esto. Si se empezaba a hablar del tema, él se paraba y se iba. Yo también tenía mis dudas, a veces me preguntaba ¿y si esto no resulta? Que sea lo que Dios quiera, pensaba yo, y creo se lo dije.

Vilma ¿Recuerda cómo eran esas conversaciones? Me acuerdo, eran de mucha tristeza. Hasta que un día Eve me preguntó: ‘Mamá ¿cuento contigo?’ ‘Sea lo que sea, vamos a apechugar’, le contesté. En la difícil posición que estaba Vilma, y tratando de hacerse cargo de sus propias aprensiones, intentaba mediar entre su hija y su marido. “Evelyn me decía que iba a tratar de hablar con su papá. Pero al menor indicio de su parte, Amador se alejaba. Era terrible”, recuerda Vilma. Sin embargo, ella está convencida que haber sido transparente con los sentimientos y miedos que tuvieron, era preferible a ocultar el tema o disfrazarlo. “Habría sido peor decir: ‘qué rico’, cuando en realidad estábamos sintiendo y pensando otra cosa”. En este proceso de alguna manera también participó una tía muy cercana a Evelyn, hermana de Vilma, quien estaba muy enferma, pero era una persona muy especial para ella y con quien conversó mucho. Cuando se cumplió un año de la muerte de su tía, Evelyn, quien cumplía dos años tramitando la adopción, recibió la tan esperada noticia de que sería madre. “Le tocó vivir un preparto largo, pero estoy segura que el haberse enterado de que su hijo ya había llegado, en la fecha del primer aniversario de la muerte de mi hermana, no fue una simple casualidad”, recuerda Vilma. Durante ese “preparto” Vilma no sólo decidió apoyar a su hija, sino incluso acompañarla a charlas. Con Amador, sin embargo, no era posible avanzar tanto en el tema. Alguna vez Vilma le pidió que las acompañara. Pero él siempre daba la misma respuesta: “No puedo, tengo que trabajar”. Durante la conversación, cuando Vilma recuerda este episodio, a Amador se le dibuja una media sonrisa y pone cara de haber sido puesto en evidencia. “Sí, es verdad, yo tengo mucho trabajo”, se defiende por si las dudas este señor de aspecto serio y que es reconocido por su esposa como “trabajólico y muy responsable”.

¿Recuerdan la primera vez que vieron a Maximiliano, su nieto? “Sí”, responde Amador en voz baja, pero con cierta emoción. Y no agrega nada más, como guardándose los recuerdos. Vilma, en tanto, recuerda que lo conoció un poco antes que Evelyn se lo llevara a la casa, ya que la operaban y, según ella misma se define graciosamente: “Soy súper alaraca. Entonces me llevaron antes para conocerlo, por si me moría en la operación”. Y no se demora en describir cómo fue para ella ese encuentro: “Maximiliano tenía dos meses y era muy rico; miraba, es que tiene una carita muy especial. Fue tan emocionante, el corazón me latía fuerte, estaba nerviosa”.

¿Usted, Amador, no quiso acompañarla? No es que no haya querido acompañarla. Es que yo estaba trabajando. Ellas tienen más tiempo. En cambio el trabajo mío es muy demandante. Vilma cuenta entonces que Evelyn le llevó videos a su padre, para que lo conociera. Pero Amador no fue efusivo en un principio. “Cuando Eve llegó con Maximiliano, Amador lo miró y nada más. A mí, en cambio, me llamó mucho la atención lo fácil que el niño se fue con sus padres. Era una guagüita, tenía dos meses nada más y podría haber llorado. No lloró, nada. Después, cuando lo trajeron, lo sentaron en la silla y él pegó una mirada que me impresionó. Ella le tomó una foto en la que parece decir con toda la seguridad del mundo: Me voy con mis papás”. Amador reconoce entonces que ese momento no fue fácil para él. “Tenía un poco de nervios, pero a la vez pensaba que lo tenía que aceptar nada más. Maximiliano llegó y para mí de a poco se ha ido dando. De a poco me he ido encariñando. Es que él es muy livianito de sangre”. Y Vilma no se demora en contar que al principio cuando llegaba Evelyn, que trabaja con ellos y lleva a la oficina a su hijo todos los días, su marido salía a su encuentro para ayudarla, bajaba el coche y los bolsos, pero no tomaba a Maximiliano en brazos. Hoy, seis meses después, la historia es distinta. Cuando Evelyn llega, Amador sale rápidamente y lo primero que hace es tomar al niño y entrar orgulloso con él. Vilma se ríe cuando se acuerda que ahora es Evelyn la que queda atrás con todos los bultos, reclamando que la dejan sola descargando el auto, con la chochera por supuesto, de ser testigo de este proceso de encantamiento que de a poco, pero firmemente y de manera natural, se ha ido dando entre su padre y Maximiliano. Amador, de pocas pero claras palabras, explica con orgullo cómo es la relación que ahora tienen con Maximiliano: “Si está conmigo y salgo, queda llorando. Si hablo, me sigue, me busca. Me tira los brazos para que lo tome. Siempre quiere que lo tome”.

Una preocupación que tenían ambos era qué herencia podría traer Maximiliano, por ejemplo, en el caso de enfermedades ¿Qué piensan ahora al respecto? W: Por suerte, es bien sanito. Sólo tiene los típicos problemas que los niños a veces presentan a los bronquios. Pero es muy despierto y se ve muy bien. A: Pase lo que pase, vamos a apechugar nomás.

¿Creen que Evelyn quiera adoptar otro hijo? W: Seguro. Ella es muy planificada y ya está sacando cuentas. Tiene un potencial maternal muy grande. Está formando una familia muy bonita. Es muy buena mamá. Ella incluso ahora hace bromas respecto del largo y exhaustivo proceso que tuvo que pasar para poder adoptar a Maximiliano: ‘Oye, ojo que oficialmente yo soy mamá idónea’. Y Amador y Vilma, en su rol de abuelos, tampoco lo están haciendo nada de mal. Parecen abuelos oficialmente idóneos.

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