Los adoptados tenemos el derecho a saber de dónde venimos

No quieren una familia porque ya tienen la suya. Buscan saber para responder la pregunta más simple que se hace cualquier ser humano: de dónde vienen, quiénes son, por qué los abandonaron. Buscan ese algo que les falta para construir su identidad, para rellenar el hueco vacío del principio de sus historias. Los 30.000 adoptados adultos (oficiales) que hay en España han respirado aliviados tras conocer las novedades del libro segundo del Código Civil de Cataluña, relativo a la persona y a la familia y aprobado en el Parlamento catalán. Una de las novedades más polémicas del texto ha sido la obligación de los padres adoptantes de informar a su hijo antes de que cumpla los 12 años su condición de adoptado y así hacer efectivo su derecho a conocer a sus progenitores biológicos y velar por el mejor desarrollo de su personalidad.

“Todos los adoptados necesitamos conocer de dónde venimos”. Laura (28 años, Madrid) se considera una privilegiada porque tiene la suerte de saber dónde está su familia biológica. Sólo tres de cada diez adoptados adultos encuentran a su familia biológica cuando la buscan. Nacida en Colombia, fue acogida nada más nacer. A los seis años, su madre le contó un cuento en tercera persona el que unos padres, él austriaco y ella yugoslava, deseaban muchísimo tener una hija. Así, con esa ilusión y con todo el cariño del mundo, llegaron hasta Colombia y se trajeron a la niña más bonita que encontraron hasta Madrid. Desde entonces, ella es el centro de sus universos. Al terminar el cuento, Laura preguntó si conocían a la niña adoptada. “La chica adoptada del cuento eres tú”.

Todos han sido niños abandonados cuyos padres biológicos dan su conformidad al a adopción, carecen de la patria potestad o están en vías de perderla. De ahí que el proceso sea irrevocable. Sobre todo en el caso de los recién nacidos, los más demandados. Las madres que renuncian a sus hijos nada más nacer firman un documento de renuncia y sólo tienen un mes para dar marcha atrás. «En los años noventa, muchos niños que fuimos adoptados no tenemos partidas de nacimiento o fuimos fruto de una adopción ilegal. Por eso es tan complicado encontrar a tu familia biológica», cuenta Laura.

Montserrat Lapastora es psicóloga clínica y especialista en adopción. Reconoce que el error más grave que cometen los padres adoptivos es no contar a sus hijos su origen porque les puede el miedo. “Ser un hijo adoptado significa haber sido antes un niño abandonado, y es un sentimiento que muchos no pueden o no saben expresar. No pueden sacar la rabia que sienten, y encima tienen que sentirse afortunados por tener una familia”. Por eso Lapastora aconseja a los padres adoptivos a naturalizar la situación, a hablar desde pequeños de dónde vienes, de responderle todas las dudas posible para que nunca se sientan solos.

Derecho a ser adoptado si es abandonado

Hay que contarle con total naturalidad qué significa ser un hijo adoptado”, relata Lapastora. Pero contar la adopción en su persona, porque el protagonista de su historia es él. La adopción empieza en un abandono. Todos los adoptados son hijos abandonados. «Por muy feliz que sea el niño, ha sufrido una pérdida, de las más fuertes que existen en la vida, y esas heridas duelen». Laura habla insistentemente de conceptos que la sociedad ha confundido. “La gente cree que existe el derecho a adoptar. Y no. Lo que realmente existe es el derecho a ser adoptado si somos abandonados”.

Tanto Laura como cada uno de los 30.000 adoptados españoles son protagonistas de un fracaso social, son víctimas de su propio derecho a conocer su historia. Todos sienten, como relata Laura, que si no hacen nada algo les come las entrañas, como hacen las carcomas con la madera. Por eso todos, cada uno a su manera, buscan respuestas a preguntas que muchas veces estuvieron mal hechas, inventadas o, simplemente, ocultadas.

Laura acaba de mandar su primera carta a su madre biológica hasta Colombia. Siente miedo por si no encajan todas las piezas de su particular puzzle. En esas líneas no envía ningún reproche. Es una carta llena de curiosidad: quiere saber si tiene hermanos, si es de origen 100% colombiano, si tiene abuelos, y las razones que llevaron a su madre a entregarla en adopción. «Sin reprocharle nada, porque yo soy muy feliz. Pero necesito saber por qué«. Ella lleva bien el día de cumplir años. Para la mitad de los adoptados, es el peor día del año. “Es el día de inflexión del año. Es el momento de echar la vista atrás, de repensar qué pasó cuando nacieron, de intuir que mi madre biológica estará pensando que un día como hoy, hace tantos años, me abandonó en algún lugar”.

Lapastora insiste en que el derecho a buscar y el derecho a la identidad lo tienen los niños adoptados, no los padres biológicos. Así, Laura anima a todo hijo adoptado a que busque sus orígenes, porque ninguna búsqueda es infructuosa. “Si estás preparado para buscar, también lo estás para no encontrar nada”.

Fuente: El Confidencial 2010

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