¿Cómo garantizar un vínculo afectivo seguro?

De la Guía para padres y madres de Save The Children «¿Quién te quiere a ti?»

El vínculo seguro garantiza relaciones afectivas positivas, estimula la autonomía del niño o la niña y fomenta una visión positiva de sí mismo y de los demás. Conseguirlo depende de una actitud constante y paciente, de mantener expectativas a largo plazo sobre la relación que deseas tener con tu hijo o hija:

• Atiende sus necesidades de manera efectiva y averigua qué le pasa lo antes posible. Esto requiere que seas observador cuando es muy pequeño y, más adelante, que mantengas una actitud de escucha y empatía hacia él o ella.

• Protégele del peligro pero sin ser alarmista. Es muy positivo que transmitas un estado de tranquilidad cuando tu hijo o hija no esté junto a ti.

• Expresa tu afecto abiertamente, con gestos y palabras, besos y abrazos.

• Dedica tiempo a jugar con el bebé o el niño. Permítele que establezca su propio ritmo, evita dirigir siempre el juego.

• Algunos bebés lloran mucho y son fácilmente irritables. Si es así, responde con calidez, procura el contacto físico e intenta calmarle con suavidad.

• Educar con afecto implica también establecer límites y normas. El niño o la niña necesita orientaciones sobre cómo vivir en familia y cómo respetar los derechos de los demás para vivir en sociedad.

• Muestra interés por sus preocupaciones e intereses a lo largo de su desarrollo. Una actitud abierta a escuchar y dialogar garantiza que cuando tu hijo o hija se enfrenten a dificultades no tengan miedo de pedirte ayuda o consejo.

Beneficios del vínculo seguro

Cuando el niño o la niña siente que cuenta con una base estable de afecto y seguridad no necesitan permanecer “pegados” a sus padres. Esta tranquilidad les permite alejarse y explorar el entorno, jugar a su aire y aprender cosas nuevas, lo cual potencia el desarrollo de su sistema nervioso y estimula su capacidad intelectual. Los expertos sostienen que un niño o una niña que ha desarrollado un vínculo afectivo sano, será más probable que en la etapa escolar pida ayuda a los profesores cuando lo necesite, tenga mayor facilidad para hacer amigos y no perciba los retos que se le presenten como amenazantes.

Pero esta relación de afecto que proporciona seguridad ni surge espontáneamente, ni se encuentra condicionada totalmente por la biología. Requiere que te involucres a diario, que muestres empatía con los sentimientos de tu hijo o hija y le animes a que confíe en sus capacidades. Así, el niño o niña con apego seguro no teme al fracaso porque sabe que sus padres no le retirarán su afecto si el resultado no es el deseado. Afrontará los retos como una oportunidad para superarse, y no con miedo a decepcionar a los demás si se equivoca.

¡Potencia su autoestima!

Conocer a tu hijo o hija y aceptar tanto sus limitaciones como las tuyas te ayudará a resolver los problemas con más facilidad. Somos únicos y especiales, por ello, debes dejar de lado comparaciones y no debes proyectar en el niño o niña ideales sobre cómo debería ser. Esto puede coartar su yo auténtico y provocar sentimientos de rechazo y, por tanto, inseguridad, rabia o tristeza. El niño o la niña con baja autoestima puede ser muy manipulable, incapaz de tomar decisiones u opinar, o bien reaccionar de manera violenta ante rivalidades o pequeñas críticas.

El vínculo afectivo sano, basado en el conocimiento mutuo, la aceptación del otro y la demostración de cariño, proporciona una base adecuada para el reconocimiento y la expresión genuina de emociones. Genera un clima idóneo para la confianza y la comunicación, imprescindible en etapas de crisis como la adolescencia.

Fuente: Save The Children. Guía para padres y madres

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