¿Cómo influye la conducta de los padres en los hijos?

Si alguien nos preguntara sobre algo que nos han trasmitido nuestros padres y que ha sido importante para nosotros en nuestra vida, seguramente señalaremos algo que hemos observado en su conducta de manera repetida. Esto nos habrá influido tanto de manera positiva como negativa, y es muy probable que nos encontremos actuando de forma muy similar ahora como adultos.

Cuando un niño nace comienza a ver todo a través de los ojos de sus padres. Mirando a su padre y a su madre irá sacando conclusiones de como funciona el mundo que le rodea y de quien es él. Todos los niños nacen ya con un temperamento que influirá en su carácter, aunque los padres no puedan intervenir sobre la herencia genética si podrán hacer mucho en cuanto a la relación que establezcan con su hijo. Este vínculo que se desarrollará entre ambos ayudará a moldear el desarrollo emocional del niño.

Los padres verán siempre a sus hijos a través de ciertos filtros, en ellos influyen los valores, creencias, normas o conflictos que tengan en su vida. Estos filtros influirán en las expectativas que los padres tengan sobre sus hijos y, estas últimas, muchas veces, están presentes antes incluso de que el niño nazca. Si hablamos con cualquier madre que está a punto de dar a luz nos encontraremos que ya se ha formado algunas ideas sobre como será su bebé dependiendo de múltiples factores (como se haya encontrado durante el embarazo, si el bebé es niño o niña, como se mueva durante los últimos meses, etc.) Y si esto es así ya antes de nacer, todas las expectativas se incrementarán una vez que el niño ya esté con sus padres.

Cuando el bebé ya ha nacido entra a formar parte de una familia donde cada miembro interactúa con todos los demás, todos influyen, unos sobre otros, por eso el estado emocional del padre o la madre influirá directamente sobre el hijo. También sucede al revés, el temperamento del niño, su estado de ánimo, las horas que duerma al principio, como se alimente y, más adelante, como se comporte influirá directamente en como lo perciban sus padres.

¿Qué trasmiten los padres a sus hijos sin palabras?

Mucho antes de que el niño pueda hablar y entender el lenguaje habrá recibido millones de impresiones sobre él mismo y sobre todo lo que tiene cerca.

Los padres trasmiten muchas cosas sin necesidad de usar el lenguaje a través de otros canales a los que los niños son especialmente sensibles (movimientos corporales, tono de voz, gestos, miradas, sonrisas…). A través de ellos le están diciendo a su hijo lo que les gusta, lo que es importante para ellos, sus miedos y preocupaciones.

Pongamos un ejemplo. Desde que Lucas ha nacido son muchos los momentos que ve a su padre leyendo, cada noche papá le acompaña a la cama y juntos leen alguna historia. El padre nunca le dijo a Lucas lo importante que es para él la lectura, pero Lucas ve en su cara como le gusta y lo que disfruta su padre cada noche contándole historias. Es muy probable que Lucas crezca sintiendo que bajo esos papeles llenos de letras se encuentran cosas muy interesantes.

¿Qué mensajes pueden trasmitir los padres a través del lenguaje?

El lenguaje puede ser una poderosa herramienta para expresar al niño qué pensamos y qué sentimos nosotros y para ayudarle a identificar sus propias emociones, así podrá comprender mejor que le pasa en cada momento. Si cuando nos enfadamos expresamos lo que nos pasa con palabras en vez de tirar cosas o gritando estaremos mostrando al niño una forma de actuar que será la que repetirá en el futuro.

Gran parte del día lo pasamos hablando. Qué digamos y cómo lo hagamos será muy importante para nuestros hijos.A veces sería bueno preguntarnos si lo que vamos a decir refleja realmente lo que queremos. Hay que ser muy cuidadosos con las críticas, ya que utilizadas frecuentemente harán que el niño se sienta como aquello que le señalamos. Veamos un ejemplo. María tiene dificultades en los estudios, suspende algunas asignaturas, su madre le dice casi a diario: “Eres un desastre, nunca aprobarás, no vas a ser nada en la vida”. Si María escucha estos reproches de manera repetida es muy probable que acabe sintiéndose un desastre en los estudios.

¿Cómo influye todo esto en los hijos?

En la formación de la identidad: el niño aprenderá a verse a sí mismo tal y como lo ven las personas más importantes para él. En un principio, las figuras más significativas serán sus padres y, a medida que vaya creciendo, las personas con las que se relacione (familiares, profesores, amigos….) irán siendo también importantes para que el niño vaya construyendo la imagen que tendrá de sí mismo.

En la manera de actuar que el niño tendrá en el futuro: cuando el niño es pequeño, uno de sus mayores deseos será parecerse a papá o mamá. Serán las primeras personas con las que el niño se identifique, por lo que todas las conductas y reacciones de los padres le estarán dando al niño información que más tarde le ayudará a saber cómo ha de reaccionar ante las cosas que le vayan sucediendo. Esto también le influirá en su posterior relación con los demás.

Algunas cosas que ayudan a los padres

Revisar las expectativas que como padres tenemos sobre nuestros hijos, a veces podemos exigir ciertas cosas que no se adecuan a la realidad de nuestro hijo, bien por la edad que tenga, por sus gustos o su personalidad.

Ser consecuentes: ¿hacemos lo mismo que decimos? Esto puede parecer fácil en teoría, pero muchas veces nos encontramos exigiendo cosas a los niños que no hacemos nosotros. ¿Cuántas veces nos encontramos diciendo “no grites” cuando minutos antes lo hacíamos nosotros?

¿Decimos lo mismo que sentimos? Lo que sentimos se trasmite por múltiples vías. A veces estamos molestos o enfadados y si nuestro hijo nos pregunta decimos que no nos pasa nada. Esto le muestra al niño una contradicción, por un lado ve por nuestra cara o gestos que algo nos pasa, pero nuestro lenguaje señala que nada. Esto puede confundir al niño.

Cuidar el lenguaje con el que hablamos a nuestros hijos, si somos capaces de darle un mayor lugar a expresar lo que nos gusta y ser cuidadosos con las críticas le estaremos ayudando en como se vea a sí mismo en el futuro.

Y como para el niño sus padres serán sus modelos en los que fijarse para saber quien es él y cómo actuar, merecerá la pena parar a observarnos, reflexionar sobre cómo expresamos las emociones (alegría, angustia, miedo, ira, sorpresa….) y  pensar sobre nuestro comportamiento, ¿hay algo que nos gustaría cambiar, mejorar, dejar de hacer…?

Cambiar ciertas cosas no es nada fácil, pero si conseguimos entendernos un poco mejor a nosotros mismos será más fácil comprender mejor a nuestros hijos.

Fuente: El Confidencial

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