La solidaridad con los niños de Chernóbil perdura pese a la crisis

De solidaridad, afortunadamente, no hay crisis, y gracias a ello siete niños ucranianos han vuelto este verano a su segundo hogar. Se han reencontrado con su otra familia: padres y hermanos adoptivos, pero también compañeros de juego y amiguetes.

Sofia, Ruslan, Julia y Nadia son ya fijos del verano local. Vladis, Eva y Viera también descansan por estos lares gracias a la asociación oñatiarra Banoia Chernobilekin, que ha vuelto a hacer posible que estos niños se alejen del anillo de tierra contaminada que rodea los restos de la tristemente famosa central nuclear ucraniana.
Según Arantxa Zubia, la coordinadora « estamos muy satisfechos de haber conseguido mantener el acogimiento de niños durante el verano, a pesar de la crisis y el decaimiento de este tipo de programas en otras localidades».
Cree que el secreto está en las familias, gente comprometida que acogen a los niños como hijo más y además de permitirles recargar sus defensas, lo que les ayudará a mejorar su salud (deteriorada por vivir bajo los efectos persistentes de la radiación) les dan mucho afecto y cariño.
Como botón de muestra relata el caso de Dasha, a la que tras una década veraneando en Oñati, este año los estudios le han obligado a posponer sus vacaciones oñatiarras hasta Navidad con mucha pena. Algo que no sería posible si el nexo oñatiarra-ucraniano no funcionase.
Otro claro ejemplo es Kateryna, que comenzó a veranear con la familia Ugarte hace ya 16 años, y ahora con 26 primaveras ha fijado su residencia en Oñati.
Y es que la familias oñatiarras que participan en el acogimiento han conseguido cambiar las vidas de sus ‘hijos adoptivos’ al darles una inyección de salud , pero también otra cultura y otra forma de vida.
Algunas edades, como la adolescencia son más difíciles que otras, pero todas las familias se muestran satisfechas de la experiencia.
Les queda apenas un mes de convivencia (volverán al país báltico el 25 de agosto) y como en agosto muchos se irán de vacaciones fuera de Oñati, un encuentro gastronómico celebrado el fin de semana ha sido la oportunidad de intercambiar impresiones, dudas, planes y los detalles de la partida.
El objetivo principal del programa es mejorar la salud de los niños pasando dos meses sin estar expuestos a la radiación con la que conviven.La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los habitantes cercanos a la central abandonen Ucrania durante 40 días al año para conseguir alargar y mejorar su calidad de vida.
Más familias
Pero el acogimiento es una oportunidad no sólo para mejorar su salud sino también para abrirles las puertas a un futuro más esperanzador. En su estancia entre nosotros descubren un mundo con más posibilidades que les permite afrontar la vida en su país con otra ilusión.
De cara al año que viene la asociación necesita a alguna familia más que quiera participar en el programa de acogida. «Tenemos ya a una niña de 9 años, así que si hay alguna familia interesada puede ponerse en contacto con cualquier padre que participe en el programa o conmigo misma en el teléfono 943781390 o en la mercería» explica Arantxa.
Desde la asociación siempre han destacado que los niños no necesitan cuidados especiales, «sólo comer bien para coger defensas que luego les serán muy útiles y necesarias para vivir en su país».
Una delegación local viajará pronto a Ucrania a hablar con los padres de los niños y seguir fortaleciendo los lazos de unión entre Oñati y Kiev, la capital de Ucrania, ciudad situada a unos 100 kilómetros de Chernóbil, que tuvo que ser evacuada tras el accidente nuclear ocurrido en 1986.
Fuente: Diario Vasco
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