Misión: salvar a los huérfanos

La nueva misión del defensor de menores en Rusia, Pável Astájov, es un rancho en Montana. Allí viven huérfanos rusos que no han podido adaptarse a sus nuevas familias norteamericanas. Como regla general, todos los niños sufren de ‘síndrome alcohólico fetal’ o trastorno reactivo del apego. La propietaria del rancho, Joyce Sterkel, se negó rotundamente a dejar entrar en el rancho a Astájov. De vuelta de Montana, éste anunció que era indispensable cerrar el rancho porque los niños rusos que no se adaptaban a sus padres adoptivos se encontraban en pésimas condiciones. Aunque las opiniones sobre ello varían.

La intervención de Pável Astájov como defensor de los derechos del menor no siempre ha concluido con resultados satisfactorios. Primero trajo de la República Dominicana a un niño abandonado en un orfanato por sus padres rusos. Más tarde organizó una guerra diplomática con Estados Unidos por Artióm Saveliev, el cual había sido enviado por su madre adoptiva estadounidense de vuelta a Moscú en un avión. Astájov prometió que ‘antes de que acabase la semana’ encontraría otra familia de acogida para el menor. Pero en un año no la encontró y Artióm todavía vive en una aldea infantil a las afueras de Moscú.

Tras declarar que las condiciones en el rancho de Montana eran pésimas, un control más exhaustivo reveló que las conclusiones se basaban en que los treinta niños que hay en el rancho cuentan con sólo un maestro (en las escuelas rusas ordinarias, la proporción es más o menos la misma), el hospital más cercano está a dos horas (desde la mayoría de los pueblos rusos para llegar al hospital la distancia es mayor), y el sistema de alarma de incendios es deficiente. Astájov también dijo que se había informado de la fuga de una niña de 9 años de edad que se había escapado de la finca.

La propia Joyce Sterkel explicaba a ‘Russki Reporter’ que después de haber recibido la notificación de la visita de la delegación rusa, envió una respuesta formal a la solicitud para aplazar la fecha de la visita, ya que ella tenía otros planes para esos días.

Sin embargo, admite que se alegraría si las autoridades rusas la dejasen tranquila y se olvidasen de ella. Según sus palabras, el cónsul ruso fue por primera vez al rancho en diciembre de 2010 “en una visita no oficial para saludar a los niños”.

“Los padres de los niños que se encuentran en mi rancho se muestran reacios a colaborar con los funcionarios rusos”dice Joyce. “Creen que son culpables ya que a la hora de dar en adopción a los niños escondieron el estado real de salud de éstos”. Según ella, Astájov la ataca para intentar desacreditar a los padres adoptivos norteamericanos, diciendo que han abandonado a sus hijos en un lugar horrible.

Recientemente, Pável Astájov se anotó una victoria tras conocerse la resolución en  los tribunales estadounidenses, según la cual la  madre adoptiva de Artióm Saveliev está obligada a pagarle al menor la pensión alimenticia hasta que alcance la edad adulta, así como una compensación por los daños morales causados que asciende a 58.000 dólares. Pero en la lucha con Joyce Sterkel el intento de repetir el éxito puede convertirse en una decepción.

El abuelo de Joyce es un emigrante ruso que llegó a EE UU con diez centavos en el bolsillo y por sí mismo sobrevivió sin recibir un centavo del Estado. Joyce Sterkel es de la misma calaña. Las autoridades rusas, que están acostumbradas a tratar con un tipo totalmente diferente de gente, este rancho infantil puede encontrarse sin medios económicos.

‘Russki Reporter’ habló con Pável Astájov tras los comentarios sobre el escándalo.

¿Por qué Joyce Sterkel no le dejó entrar en su rancho? 

Habíamos programado la visita a la reunión anual del Foro ruso-estadounidense sobre los derechos de los niños. Dos semanas antes la señora Sterkel había acordado con nosotros aceptar y comprometerse a mostrarnos todo. Pero luego, a cuatro días del viaje el Departamento de Estado y la Embajada de los EE UU comenzó a dar señales a nuestro ministerio de Relaciones Exteriores de que la visita no era deseable. En primer lugar, de manera bastante vaga, y después se dijo claramente que no debía realizarse la visita. En resumen, a pesar de todas las excusas decidimos ir. Aterrizamos y fuimos al rancho, se abrieron las rejas, las puertas estaban abiertas, pero no había nadie. Llamamos por teléfono a Sterkel y dijo: “No estoy en el país y no volveré pronto, no vais a ver a los niños”. Entendimos que estaba en Canadá, ya que la frontera está a ocho millas y llevar a 31 niños no es ningún problema.

¿Y qué pasó después?

Estuvimos parados a las puertas del rancho hasta que recibimos la llamada de nuestro cónsul. Estuvimos hablando una hora y media. El fiscal tenía grandes pretensiones contra la finca y su propietaria. Estaba seguro de que hace negocio con los niños, un negocio poco transparente y simple: recibe dinero por cuidar a esos niños. Hay algunos ‘busca niños’ que van de un estado a otro en busca de menores problemáticos y convencen a los padres para que los entreguen al rancho por 3.500 dólares al mes y sin ningún problema. Si lo multiplicamos por 30, la suma es bastante importante. De todos modos, es imposible comprobarlo porque está registrado como organización religiosa, lo que le da derecho a no pagar impuestos y librarse de las inspecciones.

En particular, dijo el fiscal, no se puede enviar una comisión allí para llevar a cabo una inspección para saber cómo trabaja, cómo pagan, si tiene trabajadores o no, y, además, hay rumores que dicen que se explota a los niños. El sheriff local explicó que en los alrededores se dan numerosos sucesos. Por ejemplo, el año pasado se escaparon unos adolescentes, destrozaron un bar y volvieron al rancho donde organizaron un gran escándalo.

Dos residentes del rancho fueron a la policía diciendo que habían sido violados por adultos y aparecieron la propietaria y el gerente al poco tiempo y los jóvenes cambiaron su versión y dijeron que se habían inventado todo.

Pero, si entiendo bien, los niños allí no están sanos.

En la actualidad se plantean varias cuestiones. Los niños sufren dos síndromes: el síndrome alcohólico fetal y trastorno reactivo del apego. Todos tienen el mismo diagnóstico. Pero si están enfermos significa que necesitan ser tratados. Y, ¿cómo van a recibir tratamiento en el rancho? ¿A base de una terapia de trabajo? ¿Con amor? O quizás sea mejor pensar que cuentan con un médico a miles de millas, ¿cómo van a recibir tratamiento de esta manera? No descarto que Sterkel realmente sólo quiera hacer algo bueno, pero a veces el diletantismo conduce a consecuencias nefastas.

Fuente: RusiaHoy

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