Marilyn como fantasma

Estos días se ha cumplido el 50º aniversario del fallecimiento de Marilyn Monroe, una super estrella que tuvo una infancia infeliz en hogares de acogida y orfanatos.

Boris Cyrulnik, en su libro ‘El murmullo de los fantasmas’, nos lo cuenta así:

Nadie podía adivinar que era un fantasma. Era demasiado bonita para que nadie lo creyese, demasiado dulce y radiante. Un aparecido no tiene calor, es una sábana fría, una tela, una sombra inquietante. Ella en cambio nos maravillaba. Tendríamos que haberlo sospechado. ¿Qué poder tenía para embelesarnos hasta ese punto, para arrebatarnos y transportarnos, llenarnos de felicidad? Estábamos en un error que no nos permitió compender que llevaba muerta mucho tiempo.

En realidad Marilyn Monroe no estaba muerta del todo, solo lo estaba un poco, aunque a veces lo estaba algo más. Al hacer que naciera en nosotros un sentimiento delicioso, su encanto nos impedía comprender que no es preciso estar muerto para no vivir. Marilyn empezó a no estar viva desde su mismo nacimiento. Su madre, atrozmente desgraciada, expulsada de la humanidad porque había traído al mundo a una niña ilegítima, se encontraba embrutecida por la desdicha. Un bebé solo puede desarrollarse si se encuentra rodeado de las leyes que inventan los hombres, y la pequeña Norma Jean Baker, incluso antes de nacer, se hallaba fuera de la ley. Su madre no tuvo fuerzas para ofrecerle unos brazos que le transmitieran seguridad: hasta qué punto se hallaba su mundo saturado de melancolía. Fue preciso internar a la futura Marilyn en orfelinatos helados y confiarla a una sucesión de familias de acogida en las que resultaba difícil aprender a amar.

Los niños sin familia valen menos que los demás. El hecho de explotarlos desde el punto de vista sexual o social no es un delito excesivamente grave, puesto que estos pequeños seres abandonados no son enteramente niños de verdad. Así piensan algunas personas. Para sobrevivir a pesar de las agresiones, la pequeña”Marilyn tuvo que ponerse a fantasear, a nutrirse del dolor mismo, antes de abismarse en la melancolía y la locura de su madre”¹. Así las coas, declaró que Clrak Gable era su verdadero padre y que pertenecía a una familia real…¡ya que estaba! Marilyn se dotaba así de una vaga identidad, porque, sin sueños locos, habría tenido que vivir en un mundo de fango. Cuando lo real está muerto, el delirio proporciona un sobresalto de felicidad. Por eso se casó con un campeón de béisbol para quien cocinaba todas las noches zanahorias y guisantes porque le encantaban el color que tenían.

En Manhattan, donde cursó estudios de teatro, se convirtió en la alumna preferida de Lee Strasberg, que había quedado fascinado por su gracia extraña. Ya para entonces, con mucha frecuencia, había estado muerta.Era preciso estimularla mucho para que no se dejase arrastrar a la no vida. Se quedaba adormecida, no se levantaba de la cama y dejaba de lavarse. Cuando la despertaba un beso, el de Arthur Miller, por quien se volvió judía, el de John Kennedy o el de Ives Montand, volvía a la vida, deslumbradora y cálida y nadie se daba cuenta de que estaba siendo embelesada por un fantasma. Y sin embargo, ella misma lo decía cuando cantaba I´m Thought Will Love, aunque, situada ya en el límite del mndo, radiante y en plena gloria, sabía que no le quedaban más que tres años de vida antes de concederse un último regalo: la muerte.

Cuando la pequeña Norma fue internada en un orfanato, nadie podía pensar que un día se convertiría en una Marilyn capaz de cortar la respiración. La carencia afectiva había hecho de ella un pajarillo desplumado, tembloroso, encogido, incapaz de abrirse al mundo de la gente. Los incesantes cambios de familia de acogida no habían permitido organizar a su alrededor una permanencia capaz de permitirle adquirir el sentimiento de ser digna de amor. Y de ese modo, cuando llegó a la edad del sexo, se dejó tomar por quien tuviese ganas de ella.

Cuando los hombres no se aprovechaban de ella en el terreno sexual, la explotaban en el económico. (…) Ni siquiera aquellos que la amaron con sinceridad supieron penetrar en su mundo psíquico para hacer un trabajo de reconstrucción de su propia historia que fuera capaz de dar sentido a su infancia atropellada. Sus enamorados amantes se dejarona atrapar voluptuosamente por la magnífica imagen de la dulce Marilyn. Cegados por tanta belleza, no supimos ver su inmensa desesperación. Permaneció sola en el barro, lugar al que, de vez en cuando, le arrojábamos un diamante…, hasta el día en que se dejó ir.

 

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