Aspectos psicológicos de la adopción de un hijo

Sean cuales sean las razones por las que una pareja, o un miembro de una pareja en el caso del hijo del cónyuge, decide adoptar legalmente a un niño, es conveniente saber que esta decisión no está exenta de una problemática psicológica que –debido al crecimiento experimentado por esta práctica- se ha transformado en un área específica de las sociedades.

Recursos públicos, dotaciones especiales y equipos multidisciplinares expertos en la evaluación de adoptantes y adoptados, se esfuerzan por logar la integración familiar propia de la constitución de una familia a través de un hecho no biológico.

Los detractores de esta práctica, afirman que la biología es un todo en el establecimiento de los lazos afectivos y que, a menos que existan lazos sanguíneos, no se logrará forjar un vínculo afectivo tan pleno como los que conforman las familias biológicas.

Aspectos psicológicos

Un proceso de adopción requiere:

• Altas dosis de paciencia y apertura
• Tolerancia frente a un mayor grado de exposición del rol de madre, (una madre biológica parece tener más derecho que una madre adoptiva)
• Gran capacidad de adaptación
• Atención y hasta intuición, la madre deberá pensar por su hijo, que va a estar pasando por nuevas y encontradas situaciones

En este contexto, para la adopción legal, se inicia un trámite dilatadísimo en el tiempo –más de 3 años puede llegar a durar un procedimiento de adopción- en el que a partir de los resultados positivos obtenidos en las distintas pruebas y evaluaciones, comienza un proceso en el que paralelamente la psiquis juega un papel fundamental. Conviene no pasar por alto que las razones por las cuales una pareja o uno de los miembros decide adoptar a un hijo, incidirán directamente en la actitud con la que se enfrente el proceso.

En paralelo con ello y, si existen hijos biológicos en la unidad familiar, la psicología adquiere un peso específico cuyo objetivo es escarbar en la parte más positiva de cada uno de los miembros para establecer el vínculo familiar a partir de las buenas vibraciones y los sentimientos positivos frente a la adopción. Una unidad familiar que, de lograrse, será el punto de partida para el éxito ya que permitirá a la unidad familiar convertirse en un “todo” dotado de fuerza y estabilidad, cualidades ambas muy necesarias para el hijo adoptado.

La biología vs. el corazón

La adopción de un hijo debe producirse intrínsecamente en nosotros mismos con independencia de cuándo o cuánto tarde en realizarse el trámite. Cuando uno acepta compartir su vida con un hijo ajeno o un hijo no biológico, su corazón, los 21 gramos de su alma, su cuerpo y su cerebro en pleno, debe estar deseoso de esa situación Si los temores, dudas o frustraciones se cuelan por las aristas de nuestro ser planteándonos escenarios adversos basados únicamente en la falta de un lazo biológico, definitivamente no se está preparado para acometer un proceso de adopción.

El proceso, un simple trámite

Ciertamente, la biología cuenta con ventajas innatas que se producen desde la concepción y la gestación, dotando a los individuos de aspectos inexplicables en los que la piel, el olor y la confianza extrema, vienen dados per se por el hecho de existir un lazo biológico. Pero… no siempre es así en lo afectivo, la biología no ha logrado erradicar uno de los grandes males de nuestra especie, las relaciones familiares destruidas por razones variadas y diversas. No, ciertamente, la biología no es garante del amor. En este sentido, la adopción se presenta como un acto de amor mucho más generoso, puro, total y pleno ya que siempre, es voluntario y, siempre, requiere un esfuerzo enorme para vivir los trámites inherentes, la violación de la intimidad y la vulneración de nuestros temores. Sin ninguna duda, la adopción es uno de los mayores actos de amor que pueden llevar a cabo las personas entre sí.

Conclusiones

Cuando la adopción se lleva a cabo desde el corazón hacia los documentos y no al revés, la inercia del amor será capaz de salvar las barreras que se presenten. El momento de contarle a nuestro hijo su condición de adoptado se dará sólo sin que suponga un hecho traumático por mucho temor que podamos sentir al imaginarlo, la convivencia no presentará más problemas que los que puede presentar cualquier familia tradicional y, los vínculos afectivos serán lo suficientemente poderosos para minimizar el impacto de “la falta de piel” creando un vínculo basado en el amor, el compromiso y la confianza plena. Ojalá todas las relaciones biológicas fueran capaces de garantizar un vínculo de tal magnitud.

Por Carolina Velasco

Fuente: SOS Mamá

Si este artículo te parece interesante, compártelo.
Facebook Twitter Plusone Linkedin Pinterest