El último día de las Vacaciones en Paz

Las vacaciones se acabaron para casi todos. Han sido dos meses de tiempo libre, diversión y descubrimientos tanto para los padres adoptivos como para los 124 niños saharauis que llegaron desde los campamentos de refugiados de Tindouf (Argelia) en el mes de junio a través del proyecto Vacaciones en Paz. El 30% aproximadamente ya no volverá el año que viene. Esta vez la despedida se dividió en dos días, ayer se marcharon 80 niños desde Granada y Gran Canaria desde el pabellón de Fermasa,  en Armilla, mientras que los 40 pequeños restantes de otras provincias andaluzas como Málaga y Jaén, partirán mañana.

Chaimaa, Galia y Tekber tienen 11, 12 y 11 años respectivamente, y han pasado sus vacaciones en la Costa por lo que han aprovechado su estancia cerca del mar. «Hemos ido a la playa todos los días». A Chaimaa le encanta bailar y cantar, cuenta que quiere ser cantante y bailarina. Estos días es lo que más ha hecho, además de ir a la piscina.

Salek cierra un ciclo en esta experiencia que tanto ha disfrutado. Es un chico serio y tímido, pero sonríe viendo a otros más pequeños jugando alrededor de él. Ha cumplido 13 años y lleva cuatro veranos viniendo. Ha estado en Salobreña, Motril, Almuñécar y Málaga. «Me da pena irme y no volver», relata. Ha estado en la playa, como casi todos. Sus padres de adopción se llaman José Julio y María Elena, tienen un hijo, Julio Antonio. Para Salek son parte de su familia, «los voy a echar de menos, pero también echo de menos a mi familia».

María Entrena trabaja por primera vez de voluntaria en el proyecto Vacaciones en Paz y también acogió a Gabal, de 11 años, que viene de el Aaiún. María cuenta que Gabal «es una encanto de niña» y que el año que viene «volverá» con ella. «Nos lo hemos pasado muy bien, me da mucha pena que se vaya», lamenta. Aunque han aprovechado bien el tiempo juntas, «hemos ido de vacaciones a Montefrío y también la he llevado a la feria».

El fuerte calor en el pabellón deja a algunos niños exhaustos, aunque otros muchos siguen formando revuelo, corriendo, jugando, hablando. Algunos se abrazan, otros hacen corros y charlan. Aziza hace un abanico de papel. Jatri la mira y se ríe. Tiene 12 años, es un niño muy despierto, viene de Smara y tiene «muchas ganas de volver» para ver a su familia. «De mayor quiero ser futbolista y médico. Sí, las dos cosas a la vez».

La historia de Salma y de Hendu empezó como la de estos niños. Comenzaron a venir a Andalucía a través de la Asociación Granadina Amigos del Sáhara y finalmente se quedaron «para estudiar». Salma tiene 17 años y está estudiando un módulo de Farmacia. Hendu tiene 18, está estudiando bachillerato. También tiene una hermana en Jerez que tiene 12 años y que «ha venido este verano». Ambas quieren «volver cuando acaben los estudios». Cada verano vuelven a su casa con su familia. «Es una condición. Si venimos para estudiar, una vez al año en verano tenemos que volver a los campamentos». Cuando terminen los estudios intentarán volver definitivamente y trabajar allí para estar con sus familias y amigos.

Mariam tiene 14 años, es de Smara y tiene «miedo al avión». Son cuatro horas, y cuando era pequeña podía llorar pero ahora «no puedo asustar a los que son más pequeños que yo», y se ríe. Lleva encima varias pulseras y unas gafas de sol nuevas.
A Minetu le han puesto gafas, «me han dicho que no me las quite nunca», cuenta mientras se las guarda en la mochila y sonríe. Aisha tiene 11 años y le encantan los deportes. «Menos el baloncesto». Juega al fútbol, le encanta «correr» y es «del Barcelona». Liman también va de estreno, le han regalado la equipación de portero de su jugador favorito del Madrid, Casillas. «El mejor del mundo, ¿a que sí?». También juega al fútbol, pero él prefiere ser portero, aunque a veces juega «de delantero».

Casi todos se van con mochilas, ropa y gafas u otros objetos nuevos. «Cuando lleguen olvidarán todas las cosas nuevas que llevan puestas encima, las soltarán y sólo querrán jugar y correr por la arena. A mi también me encantaría», dice Hendu mientras se despide de los niños con gesto alegre.

Fuente: Granada Hoy

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