La adopción en Chile de niños con discapacidad o problemas de salud crece 136% en tres años


Hace 11 años, Isabel se acercó al Sanatorio Marítimo San Juan de Dios, en Viña del Mar. La institución -que atiende a niños y jóvenes con deficiencias sensoriales, mentales o con síndromes convulsivos- le mostró un mundo que la impactó. Ahí conoció a Sofía, una niña de cinco años con el Síndrome de Cornelia de Lange, que fue abandonada por sus padres. Y si bien su deficiencia mental es leve, difícilmente podrá aprender a escribir, por ejemplo. El amor entre ambas fue inmediato. Isabel apadrinó a la menor, dejó de salir los fines de semana y se convirtió en su madre las veces que la iba a visitar. “Me encariñé con Sofía, dejé de lado mis carretes y fui todo para ella, como si fuera su mamá. Mi eslogan era quien esté conmigo tiene que querer estar con ella”, cuenta Isabel.

Con esa responsabilidad conoció a Luis, su futuro esposo, que pasó de ser el pololo al padre de la menor. Al tiempo se casaron, tuvieron una niñita y decidieron adoptar a Sofía. No soportaban tener que separase de ella terminado el plazo de las visitas. Hoy, Sofía tiene 16 años y su hermanita, tres. Ambas son parte de una familia poco común, pero que de a poco han ido aumentando en el país.

Datos del Servicio Nacional de Menores (Sename) indican que la cantidad de niños con antecedentes de salud y discapacidades de este tipo que han sido adoptados aumentó 136% entre el 2008 y el 2011. Es decir, de 30 casos se llegó a 71. Este año ya van 58 menores enlazados a alguna familia “convencional”. En 2008 hubo 398 adopciones en el país, los chicos con necesidades especiales significaron el 7,5% de ese total nacional. El año pasado fueron 538, donde el 13,2% correspondió a pequeños con discapacidad. En lo que va de 2012 se han registrado 294 casos, siendo el 23,1% de niños que requieren un cuidado distinto.

Las principales alteraciones de estos menores son neurológicas, sensoriales, síndrome fetal alcohólico, malformaciones congénitas, síndrome del niño agredido, desnutrición, déficit intelectual, adicciones a drogas y alcohol y alteraciones siquiátricas, entre otras.

“Las chicas son como hermanas de sangre. Se adoran. Los abuelos y amistades están muy comprometidos. Es fantástico que más gente adopte. Todos merecemos una familia, son chicos cariñosos, de piel, transparentes. No tienen nada de distinto a los demás. El amor supera todo”, dice Isabel emocionada.

Raquel Morales, jefa de Adopción del Sename, reconoce que en el servicio están contentos por el aumento significativo de las integraciones, por lo que significa para estos chicos -que fueron separados de su familia- llegar a una constituida.

“Esto demuestra una mayor madurez de la sociedad en su conjunto que valida la adopción. El país ha ido evolucionando y entendiendo la adopción como otra forma de ser familia”, dice.

Respecto de la labor del Sename, la profesional explica que se ha puesto el acento en la problemática de los niños abandonados y padres inhábiles, incentivando a las familias que quieren adoptar a mirar las características de todos los jóvenes, no sólo en niños recién nacidos o pequeños, sino que para todos.

Padres buenos

Raquel Morales destaca que las familias que deseen adoptar cuentan con información detallada de los elementos del proceso en la página web del Sename (www.sename.cl). Agrega que al contrario de lo que se piensa, el trámite no es complejo si se cumplen los requisitos.

“No es complicado adoptar en Chile. No es un sistema complejo ni engorroso. Por ley se debe certificar idoneidad física, moral, mental y sicológica. Además de acreditar recursos, habilidades y competencias para ser padres adoptivos en el Sename o los organismos acreditados”.

La jefa de Adopción del Sename agrega que una vez hecha la solicitud, las instituciones fijan los lineamientos técnicos para ver qué tipo de familia o de padres adoptivos son y se analiza la motivación del deseo de serlo. “Además, los padres, en los casos que corresponda, deben haber superado el duelo de la infertilidad, que lo acepten y no perturbe el proceso. Ver su historia, que estén consolidados como familia. No que sean perfectos, si que sean capaces de entender las necesidades y las pérdidas de esos niños, que ellos sean los primeros en repararlas”, concluye.

Fuente: La Tercera

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