Una pareja teme que sus tres hijos sean adoptados

Una dura historia que a veces es la otra cara de la moneda en la adopción…

Días y meses difíciles que ya suman años son los que afrontan Raúl Francisco Sánchez Mayorga, 30 años, y Carla Daniela Pérez Oyarzo, 22 años, quienes viven en pareja desde 2005. La angustia acumulada se acrecienta al completar ella 33 semanas de gestación en espera de su cuarto hijo, a quien llamarán Aaron Sabdiel.

Sin embargo, ambos padres viven un verdadero vía crucis al no tener con ellos a sus otros tres niños de 6, 5 y 2 años, e incluso temer que podrían quitárselos.

Su estremecedora historia partió cuando ambos pololeaban y ella quedó embarazada a los 16 años. La diferencia de edades y el oscuro pasado que arrastraba al joven, llevó a que los padres de ella lo denunciaran a la justicia. Carla debió defender su derecho a tener a su hijo.

Tras decidirse a vivir con su pareja, nació Elías Jesús, a quien luego la abuela materna intentó quitárselo tras caer a la Uci Pediátrica por un virus estomacal, aduciendo que no era debidamente cuidado. Por resolución judicial se lo quitaron cuando tenía 20 días y fue derivado a un hogar donde ni siquiera lo dejaban amamantarlo a diario. Incluso sufrió un moretón en la cabeza cuando se le cayó a una funcionaria.

Meses después, Fundación Esperanza lo puso dentro de la red de protección del Sename junto a su segunda hija, Daniela Montserrat, que ya tenía un año y 3 meses. Los dejaron en colocación familiar y con un hogar sustituto.

Tras un seguimiento familiar de dos años con una serie de trámites, chequeos médicos, incluyendo psiquiatra y psicólogo, en marzo de 2012 ambos niños salieron egresados, al verificarse que su hogar se encontraba apto para recibirlo y el padre estaba trabajando.

En el intertanto, la madre de Raúl lo denunció por violencia intrafamiliar verbal y psicológica y él fue sacado desde su casa por Carabineros.

Meses difíciles

Sin embargo, en junio pasado una nueva denuncia llevó a que el personal de la Oficina de Protección de Derechos de la Infancia (OPD) se constituyeran en su casa alertados por una denuncia de maltrato contra su hijo Elías. Una profesora avisó de un rasguño en el cuello del niño, que fue atribuido al padre. Aquello fue la gota que rebasó el vaso para Raúl, quien se exaltó y expulsó del hogar al equipo de la OPD.

Esto les jugaría en contra, ya que el 13 de agosto en el Juzgado de Familia les quitaron a Elías, Daniela y a Francisca, de 2 años, y los llevaron al Hogar Ignazio Sibillo.

Temen que sus hijos podrían ser dados en adopción y que dicha complicada situación podría, incluso, complicar el embarazo de Carla.

Incluso sienten que juegan con ellos, pues tras seguir todas las indicaciones hace poco se les dijo que para que les entregaran a sus hijos “debíamos forrar nuestra casa y comprarnos una cocina magallánica”.

El viernes 12 de octubre, fueron citados a juicio ante el Juzgado de Familia, y al sospechar una aparente jugada para dar en adopción a sus hijos, los angustiados padres se entrevistaron previamente con la ministra (s) de la Corte de Apelaciones, Marta Jimena Pinto, a quien expusieron su calvario. La realización del juicio se encuentra pendiente. Hoy, ante tan tensa espera se esmeran por no perder la fe.

Raúl sabe mejor que nadie lo que es estar en un hogar, ya que siendo niño a él también lo quisieron dar en adopción. En su infantil inocencia, recuerda haber visto en su minuto cómo parejas extranjeras entregaban sumas de dinero para concretar la entrega de los niños.

El vio cómo muchos amiguitos fueron adoptados. La imagen más triste que conserva es cuando los padres de ellos iban a verlos y les decían que se habían ido en adopción: “los papás quedaban hechos trizas”.

Fuente: La Prensa Austral

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