¿Niños hiperactivos o niños inquietos?

La hiperactividad o el Trastorno por Déficit de Atención por Hiperactividad (TDAH) es uno de los problemas más comunes en la población infantil y, se estima que alrededor de ocho de cada 100 niños lo padecen, frente a dos de cada 100 niñas.

Sin embargo, la terapista de la conducta, Nilza de González, sugiere que es necesario distinguir en un niño hiperactivo, frente a uno «inquieto, curioso, o que quiere llamar la atención».

«En el primer caso, el Déficit de Atención con Hiperactividad es una condición con la que se nace, los niños que la padecen presentan un alto nivel de actividad motora, responden sin pensar mucho sus respuestas, o no prestan atención cuando se les habla», explica la profesional.

La terapeuta expone que en estos casos, es muy común que constantemente los padres y los maestros reprendan a los pequeños por su conducta, y esto se transforma en un problema en el entorno escolar y familiar.

«El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad o TDAH, como frecuentemente se le denomina, tiene un componente hereditario, quiere decir, que si padres, hermanos o tíos lo padecen hay grandes probabilidades de que el niño lo presente», expone de González, aunque advierte que «los estudios sobre las causas aún no son concluyentes».

Es muy importante que se haga una distinción clave, resaltando que este problema es «neurobiológico, es decir, que su origen está asociado a la biología y a la neurología nunca a la mala educación de los padres o de la escuela».

La terapeuta explicó que estudios «hablan de un posible funcionamiento anómalo relacionado con los neurotransmisores o sustancias químicas que produce el cerebro», resaltando además que «hay otra tendencia en estos estudios que hablan del déficit por causas ambientales como por ejemplo, la exposición del feto durante el embarazo a agentes tóxicos como el plomo o un daño cerebral entre otros, aunque las investigaciones se inclinan por causas orgánicas».

El niño inquieto

Aunque no corresponde a un problema médico muy bien definido como la hiperactividad, el niño inquieto, que busca la atención de padres y demás, también puede representar un problema no sólo para él, sino para su entorno.

«Se trata de niños que han aprendido a relacionarse, a comunicarse desde las conductas negativas, de aquel niño que se encuentra deprimido o ansioso que, independientemente de la condición en que se encuentra, es producto de un intercambio familiar disfuncional», la especialista resalta que «con mucha frecuencia estos niños son etiquetados de hiperactivos cuando en realidad su conducta es el reflejo de una dinámica familiar insana».

Asimismo «la existencia de eventos sostenidos de abandono físico o afectivo por parte de los padres o familiares y del maltrato en todas sus formas, constituyen elementos suficientes para la aparición de estas conductas que no son más que un síntoma que eleva su voz de auxilio desde el interior de una familia disfuncional», comentó.

Concluye Nilza de González, que «de cara a esta realidad, surge la necesidad de hacer un diagnóstico certero y en consecuencia un abordaje integral y, para lograrlo, se requiere la participación multidisciplinaria de especialistas entrenados, con un enfoque multimodal que permita la evaluación e intervención de la familia, del niño y de la escuela».

Fuente: Mundo Oriental

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