La adopción, a veces, también duele

Aunque es cierto que la adopción es un hecho feliz, porque son niños y niñas muy deseados y queridos, también es cierto que conlleva un dolor que hay que saber gestionar, porque la adopción se inicia a partir de una pérdida, la de la familia biológica.

A las familias adoptivas no nos resulta, a veces, fácil reconocer las consecuencias de esas pérdidas porque no son fáciles de ver e identificar y porque la mayoría de los niños/as no son capaces de elaborar mediante el lenguaje el dolor por esas pérdidas. Pero debemos estar atentos a algunas de las reacciones más frecuentes que provoca: ira, tristeza, resentimiento, hiperactividad, problemas de atención, conductas regresivas, pérdida de apetito, problemas escolares, etc., porque expresar el dolor es un paso hacia su superación.

La tarea de la familia adoptiva es informarse y prepararse para acompañar a sus hijos/as en su dolor y sus pérdidas. Porque la adopción, a veces, también duele. Y no sólo a los hijos, sino también a los padres y a las madres adoptivos. Y también duele, aunque se habla poco, a la familia de origen, especialmente a la madre biológica.

Y duele porque los adoptantes deben elaborar:

el duelo por la infertilidad, si es el caso, renunciando al deseo de embarazo
el duelo por el hijo biológico, para lograr así, el advenimiento del deseo del hijo adoptivo
el duelo por el bebé cuando adoptan un niño mayor
el duelo por el hijo biológico, en caso de muerte prematura de éste
el duelo por la familia biparental, que puede que nunca tengan, en el caso de las personas que deciden ejercer la maternidad/paternidad en solitario.

Y duele porque el niño o niña adoptada debe elaborar:

el duelo por su padre y, especialmente, por su madre biológica, con quien compartió sus primeras experiencias en la vida, ya que ésta no se inició en el momento del parto, sino nueve meses antes
el duelo por no ser hijo biológico de sus padres adoptivos
el duelo, a veces, por las personas que lo acogieron en su transición entre la familia de origen y la familia adoptante
en los casos de adopción internacional, el dolor por la pérdida del país y la cultura de origen.

Y duele porque la madre biológica, la mayoría de las veces, se ve forzada a dar el hijo/a en adopción por circunstancias socio-económicas y/o culturales, pero no por su voluntad.

Brian Stuy, padre adoptivo americano que trabaja en la búsqueda de información sobre los orígenes de niñas chinas adoptadas, consiguió localizar, gracias a una serie de circunstancias fortuitas, a la madre biológica de su propia hija y de otra niña adoptada también por una familia americana. Preguntadas por la motivación última que las había llevado a tomar la decisión de renunciar a sus hijas, contestaron que había sido la presión ejercida por los abuelos paternos para tener un varón que continuara el apellido, ya que en las familias rurales se considera el tener un hijo varón como símbolo de éxito biológico y el no tenerlo como fuente de mala suerte. Educados en el respeto a los mayores, ni estas mujeres ni sus maridos se habían podido oponer. Cuando les preguntó con qué frecuencia pensaban en sus hijas, la respuesta fue unánime: Cada día.

Fuente: Instituto Familia y Adopción

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