El proceso de adopción. Mucho más que documentos y trámites

Naturalmente, durante todo el tiempo que dura la tramitación lo que está en juego es mucho más que documentación y trámites burocráticos. Piénsese, por ejemplo, en la importancia del tiempo de espera, vivido por unos con más intensidad y más angustia que por otros; o en la respuesta que se da a la pre-asignación recibida, que en unos casos puede ser muy fácil y rápida (si hay más coincidencia entre el perfil de menor deseado y el del niño o la niña que son ofrecidos), o más lento y complicado (en el caso de una mayor discrepancia entre lo imaginado y la realidad de la pre-asignación). Respecto al tiempo de espera, son muchas las cosas que los solicitantes pueden hacer para prepararse ante las actividades y los retos que les esperan. Durante este tiempo, los apoyos que pueden encontrar en otros solicitantes, en personas que ya han pasado por la experiencia, en las ECAIs, en las asociaciones de familias adoptivas, etc., pueden resultar de una enorme utilidad.

Quizá la mejor prueba de que en toda esta fase de tramitación lo que está en juego es mucho más que papeleo se tiene en todo lo relacionado con el primer encuentro entre quienes van a adoptar y quien va a ser adoptado. Es fácil imaginar la emoción del momento y la importancia que tiene tanto el primer encuentro como que la relación en esos primeros días se cuide al máximo. Es también el momento en que hay que empezar a ejercer de padre y madre, anteponiendo la atención al niño o la niña a las propias emociones, que de todas formas van a estar presentes (y es inevitable y bueno que lo estén, sobre todo si son positivas). Puede, por ejemplo, que los adoptantes sientan grandes deseos de tomar en brazos, de besar y estrujar a quien muy pronto será su hijo, pero puede también que el pequeño se muestre reservado, receloso o temeroso. Convendrá entonces no imponerle unas emociones que le resulten excesivas, acercándose a él o ella con más tranquilidad y cautela de la que a uno le gustaría, pero facilitando así los tiempos y las emociones del niño o la niña. Sin duda alguna, los adoptantes irán equipados con algún juguete u objeto atractivo que facilitará las cosas. Y puede entonces que el pequeño se sienta más atraído por el collar de la madre o las gafas del padre, lo que de nuevo reclamará una respuesta sensible en la que no se impondrá al niño el interés por un juguete que en ese momento no le llama tanto la atención. La aproximación deberá entonces respetar el estilo y ritmo del propio menor, siendo sensibles a sus reacciones y tratando de facilitarle al máximo el sentirse a gusto.

Por lo demás, la estancia en el país de origen habrá de servir no sólo para trámites burocráticos. Por muy importantes que estos sean, debe quedar tiempo para otras actividades. Es el momento ideal, por ejemplo, para obtener toda la información posible sobre el niño o la niña, sobre sus antecedentes, sobre sus gustos y preferencias, sobre el nombre con el que le gusta que se le llame, sobre algún objeto que le resulta particularmente querido y que se deberá incorporar a su equipaje. Es el momento para obtener fotografías o videos, así como para recopilar información sobre el país, el centro o la familia en que el niño o la niña han estado. Con el tiempo, esta información será de gran valor para construir el libro de vida o el álbum familiar o la historia de adopción sobre la cual se volverá una y otra vez en los años siguientes.

También la vuelta a casa habrá de ser planificada con las necesidades del niño o la niña puestas en primer plano. Para entonces, los adoptantes tendrán ya una idea más clara sobre si el niño o la niña se siente más o menos cómodo con grandes expresiones de afecto, con la aproximación directa de personas desconocidas, así como sobre si el tiempo de adaptación parece que va ser más lento de lo esperado o más rápido de lo imaginado. Corresponde a quienes ya son los padres del niño o la niña organizar y dosificar el aluvión de visitas, de regalos, de personas nuevas, de nuevos lugares y nuevas experiencias. Como en tantas otras cosas y circunstancias, es de la mayor importancia hacer el esfuerzo de ponerse en el lugar de la niña o el niño y de actuar de la forma que más pueda convenirle.
Es más que evidente, por tanto, que la adopción está lejos de limitarse a la tramitación de un expediente administrativo. La aventura de adoptar es la de ser madre y padre en circunstancias en muchas cosas iguales, pero en otras muchas cosas diferentes a las convencionales. El compromiso y el esfuerzo que esta aventura reclama son en general superiores a los que se dan en la mayor parte de las circunstancias de maternidad y paternidad. Seguramente por eso, llevarla adelante con éxito y hacer frente a sus muchos retos de forma satisfactoria produce también una alegría muy especial.

Fuente: La aventura de adoptar. Guía para solicitantes de adopción internacional. Ministerio de Sanidad y Política Social

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