Francia, dividida por el matrimonio y la adopción para homosexuales

Francia

«Se trata de tener los mismos derechos. Nada más. Ni nada menos», puede oírse en algunos bares del este de París. Ese «ni más ni menos» que reclaman los homosexuales divide en estos días las aguas de Francia. Lo que en un principio fue una de las promesas de campaña más populares del actual presidente François Hollande, ha detonado fuertes protestas.

El Parlamento galo debate desde este martes el matrimonio homosexual y el debate incluye un aspecto que no sólo en Francia es particularmente controvertido: el de la adopción de niños por parejas gais. Después de diversas manifestaciones a favor y en contra de la nueva disposición en las calles del país, ahora la palabra la tiene el Parlamento. La propuesta, de más de 5.300 páginas y que incluso contempla la posibilidad de permitir la poligamia, será sometida a debate primero en la Asamblea Nacional durante dos semanas.

Sin rodeos, el socialista David Assouline dice que es «irrisorio». Y las protestas no se hicieron esperar. Hace pocos meses fue la iglesia católica la que se alzó en contra de los planes gubernamentales diciendo que una familia sólo podía estar constituida por un hombre, una mujer y niños. La postura se vio rápidamente respaldada por los representantes de otras confesiones: musulmanes y judíos marcharon a la par de los católicos.

Y ahora al debate se sumó la oposición conservadora de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), inmersa hasta hace poco en las disputas por quién asumiría el liderazgo de la agrupación. El tema central del actual debate es el parágrafo 143 del Código Civil, donde en un futuro, de ser aprobada la propuesta, diría: «El matrimonio es sellado por dos personas de distinto o de igual sexo». A ese parágrafo remiten otros 14 artículos, entre ellos, el que establece el derecho a la adopción, un derecho del que los gays y lesbianas de muchos países no pueden más que soñar.

La ministra de Justicia, Christiane Taubira, expresó claramente su postura: «No existe ninguna razón por la cual los niños de parejas heterosexuales deban tener seguridad jurídica y los niños de homosexuales no. Eso es lo que corregiremos». No obstante, el gobierno socialista parece haber subestimado las reacciones que suscitaría la propuesta en la Francia conservadora. A fines de 2012 miles de personas salieron a las calles. Más de 2.000 alcaldes firmaron una petición pidiendo no ser obligados, en su calidad de funcionaros públicos, a celebrar matrimonios homosexuales.

En enero, la policía contabilizó 340.000 participantes en la manifestación central en contra de la reforma en París. Los organizadores incluso aseguraban haber congregado a un millón de personas. Los defensores de la ley, en cambio, no superaron las 125.000 (según fuente policial) o 400.000 (fuentes organizadoras) personas en su última manifestación.

El debate no está exento de excentricidades: Virginie Merle, personaje del jet set nacional que asegura que «dios está en todas partes, también en las pistas» y es conocida bajo el pseudónimo «Frígida Barjot, lleva la bandera del movimiento contrario al matrimonio y adopción homosexuales, que en un primer momento estuvo marcado por las sotanas y los trajes grisEs.

La clara exigencia de que la propuesta sea sometida a referéndum es rechazada de tajo por el gobierno. Según recientes encuestas, un 63 % de los franceses está a favor del matrimonio homosexual, pero los respaldos caen al tratarse de la adopción, que cuenta con un 49 % de apoyo.

Al menos a nivel léxico la discusión parece haber quedado zanjada: seguirá habiendo padres y madres. Las palabras père y mère no desaparecerán de las legislaciones. Nada de «parte progenitora 1» y «parte progenitora 2».

Fuente: http://www.lavozdegalicia.es

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