Sobre la motivación para adoptar

motivación

Interesante extracto sobre la motivación en la adopción, del trabajo de investigación titulado «La formación de padres adoptivos por parte de las instituciones intermediarias de adopción internacional1», de Cristina Charro y María Isabel Jociles, de la Universidad Complutense de Madrid.

En el proceso de adopción internacional intervienen diferentes instituciones que no se limitan a regular, tramitar y/o facilitar el proceso, sino que por medio de los requisitos y protocolos que establecen, y de las intervenciones directas de sus técnicos, son agentes activos en la configuración de la subjetividad como padres y madres adoptantes/adoptivos. El propio proceso de adopción se plantea, de cara a esas instituciones, como un proceso formativo; de hecho, durante él se imparten diferentes “cursos”, “tertulias”…, en unos casos, obligatorias y en otros, de participación voluntaria (como las post-adoptivas, por ejemplo). Ahora bien, desde nuestro punto de vista, tanto el conjunto del proceso como otros momentos del mismo que no se presentan expresamente como formativos también lo son, y contribuyen igualmente a conformar esa subjetividad de la que hablamos; una subjetividad que -tal como vamos a tratar de esbozar aquí- muestra unas características muy concretas en torno a qué es ser padres de un hijo adoptado.

En cada uno de los espacios que hemos considerado socioeducativos (las reuniones informativas, los cursos de formación, las citas para el estudio psicosocial, las actividades formativas de las ECAIs, los encuentros para la preparación de los viajes al país de origen de los menores…, entre los referidos al ámbito de la “educación formal” – los únicos que vamos a reseñar aquí-) se hace hincapié en varios aspectos constituyentes de las formas de pensar, sentir y actuar de los padres y/o madres que adoptan. Así, en dichos espacios (y con énfasis distintos según los momentos), el camino que lleva hasta la paternidad/maternidad se presenta reiteradamente como un proceso largo, difícil e irreversible, casi como una “carrera de obstáculos”, lo que hace que algunas personas lo perciban como una táctica disuasoria de su proyecto familiar.

De este modo, los padres adoptivos/adoptantes terminan viéndose a sí mismos como personas cuyos deseos de ser padres son tan intensos que persisten en conseguirlo a pesar de todas esas trabas, a pesar de que “el embarazo burocrático” termine siendo, como sostenía un padre adoptante en una entrevista realizada en octubre de 2005, “mucho más largo, difícil y doloroso que el biológico”.

Esta percepción deriva, de un lado, de la propia experiencia a lo largo del proceso de adopción pero, de otro, también es reforzada en ocasiones por las palabras expresas por los técnicos que intervienen en él. Así por ejemplo, la abogada de una de las ECAIS en que se hizo trabajo de campo, repetía en las sesiones informativas frases como “el camino de la adopción no es fácil” (3 y 17 de noviembre de 2006).

Por otra parte, éstos legitiman unas motivaciones para adoptar mientras deslegitiman otras. Esto conduce, en términos generales, a que los sujetos que adoptan cuestionen la validez y legitimidad de sus motivos iniciales, y a que se homogeneice un discurso que enfatiza el beneficio del niño y/o el deseo de ser padres como únicas motivaciones válidas, coartando la expresión de aquéllas otras que se entroncan con los intereses, deseos, aspiraciones y sentimientos distintos de éstos. Ahora bien, estas  intervenciones socioeducativas se mueven entre (e incurren a veces en) contradicciones que llevan a las personas y parejas adoptantes ya no sólo a manejar ese discurso políticamente correcto, sino también a sospechar que lo que convierte las motivaciones en inaceptables es solamente que no encajan en él. No obstante, los adoptantes pueden expresar sus motivaciones “reales” en contextos diferentes de los institucionales si perciben que expresarlo no perjudica en modo alguno su proceso.

El tema de las motivaciones para adoptar es el tema “estrella”, tanto en la elaboración del informe psico-social para la obtención del Certificado de Idoneidad, como en las sesiones de formación de las ECAIs. El trabajo sobre las motivaciones, según los técnicos, va enfocado a evitar que se realicen adopciones que después puedan fracasar, de modo que se busca garantizar el interés del menor. Así, intentan potenciar las motivaciones que denominan adecuadas, frente a las inadecuadas e insuficientes.

Esta clasificación genera una división dicotómica, que a menudo se presenta como incuestionable, entre las motivaciones que son correctas, porque benefician de un modo u otro al menor, y otras que son incorrectas y, por consiguiente, no deben existir ni ser
expresadas. Entre las primeras, encontramos que no basta con ofrecerse como una familia para el menor, sino que la motivación clave es la de “querer ser padres”.

El segundo motivo “oficial” más importante es el que enfatiza la actitud de ofrecer bienestar a un niño/a. De hecho, éste es el que justifica la labor de las instituciones y el que se pide que tengan en común tanto adoptantes como técnicos. Existen, como se ha
dicho, otras motivaciones que los técnicos tratan de que los adoptantes excluyan de su discurso, actuando como si de este modo también se excluyeran de sus sentimientos y de su realidad.

Junto a la configuración de las motivaciones legítimas para adoptar, se insiste en la autorreflexión y previsión de las consecuencias de las propias decisiones. Durante los cursos de formación de la Comunidad Autónoma, de las ECAIs, en el estudio psicosocial
que sirve para la evaluación de la idoneidad, en las actividades de post-adopción, etc., se ubica a los padres en la situación de pensar acerca de problemas futuros derivados del proceso de adopción que, aunque no sean prioritarios para ellos, deben resolver, y hacerlo dentro de los marcos interpretativos balizados por esas instituciones.

De este modo, además de inducirles a otorgar relevancia a temas y/o aspectos de los mismos en los que nunca habían (y probablemente no habrían) reparado, se alimenta en ellos una actitud previsora y preventiva que, al mismo tiempo, también se les
presupone. A este respecto, se puede traer a colación el relato irónico de una mujer soltera que afirmaba que la trabajadora social encargada de hacerle el estudio psicosocial la interrogaba a menudo acerca de lo que haría ante situaciones cuya ocurrencia
era bastante improbable. En una ocasión, le llegó a plantear que si su novio (que no tenía) acudía alguna noche a su casa, qué haría con su hijo, a lo que -según manifestaba, estuvo a punto de responderle, con sorna, que “lo escondería en el armario si antes no
había tenido tiempo de sacarlo a la ventana a tomar el fresco”, y que si no lo hizo fue para no arriesgar la obtención de su certificado de idoneidad.

En particular, se invita a reflexionar, a prever las consecuencias (sobre todo para los niños) de la elección de un país de origen con unas características religiosas, raciales y culturales diferentes. Padres en principio poco proclives a preocuparse por estas  cuestiones, terminan -sin embargo- concediéndoles un lugar preeminente. Por otro lado, la importancia que tanto técnicos como padres van a dar a la “raza” y la “cultura de origen” está determinada, sin duda, por las propias concepciones e ideas que se manejan
socialmente. Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, en el modo distinto en que son abordados estos temas según se trate de países del sureste asiático o de África, y se plasma, para seguir con el ejemplo, en cómo las instituciones mediadores en adopción internacional trabajan con los padres que adoptan en África principalmente temas “raciales” y de integración social de los niños: desde la propia consciencia de los prejuicios racistas en el país de acogida a la adquisición de herramientas para hacer frente a las agresiones derivadas de ellos.

Estos asuntos quedan en un segundo plano (sin que, con todo, se olviden) cuando se trata de adoptantes en países como China o Nepal, donde la cultura de origen tiene una mayor relevancia. En cualquier caso, en esos contextos formativos, los expertos no delimitan claramente los conceptos de “raza” y “cultura de origen”. De manera que ésta (la cultura de origen) se plantea a veces de forma biologizante, como un elemento cuya impronta en la vida de los niños, por muy temprana que haya sido la edad en que han sido adoptados, se presenta como ineludible.

Otro de los aspectos que se abordan en diferentes espacios del proceso de adopción internacional es el de la diferencia entre ser padres biológicos y adoptivos. Es una distinción que afecta a las recomendaciones que se dan a los adoptantes, y a la labor formativa que se realiza con ellos, incidiendo de forma importante en la construcción de la paternidad y maternidad. De este modo, se les convence de que son diferentes, hasta el punto de que personas que pensaban lo contrario, acaban aceptando y asumiendo que lo son.

Fuente: http://www.antropologia.cat

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2 comments to “Sobre la motivación para adoptar”
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  1. Recuerdo que cuando durante el curso me preguntaron por el motivo que me llevaba a adoptar contesté: el EGOÍSMO.
    La psicóloga me pidió que le aclarara la respuesta, y yo le dije que al adoptar pretendía disfrutar muchísimo criando y viendo crecer a mi hija,dándole todo lo que estuviera en mis manos para que fuera una niña feliz.

  2. Yo recuerdo el miedo que pasé al tener que plantear al hacer el estudio psicosocial que quería ser madre y que no quería hacer ningún tratamiento de fertilidad y que no había sufrido el famoso «duelo» porque había elegido ese camino para ser madre. lo expliqué asi. Tal cual y lo entendieron perfectamente. Una sorpresa para mi, que pensaba que no lo iban a entender.

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