Sobre la conducta de los menores adoptados al llegar a casa y el cambio en la misma

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Interesante extracto de las conclusiones del trabajo de investigación titulado «La adaptación familiar en adopción internacional: Una muestra de adoptados mayores de tres años en la Comunidad de Madrid», de ANA BERÁSTEGUI PEDRO-VIEJO publicado en 2005.

El grado de adaptación del menor parece depender, no sólo de su condición de adoptado o su entorno de desarrollo previo a la adopción, sino también de la capacidad del entorno adoptivo de compensar los riesgos que provienen de la historia del menor y regular el desarrollo del niño hacia una mejor adaptación (McGuinnes y Pallanch, 2000). Son las dinámicas que determinan esta capacidad las que han centrado la construcción de nuestro modelo.

DESCRIPCIÓN DE LA CONDUCTA DE LOS MENORES AL LLEGAR Y DEL CAMBIO EN LA MISMA

Los problemas que tuvieron los menores con mayor frecuencia en los primeros seis meses de convivencia con su familia adoptiva  fueron las dificultades para prestar atención que se dieron en más de un 80% de los menores; la demanda de atención y la inmadurez  para la edad que se dieron en más de un 70% de los meno-res y el comportamiento impulsivo, intranquilo, demasiado activo o el  carácter nervioso, sensible, tenso o dependiente, que se dio en más de un 60% de los menores y el trabajo escolar deficiente, que se  dio en más de la mitad de los menores, conductas relacionadas con los problemas de atención y la hiperactividad según el CBCL.

También fueron muy frecuentes conductas tales como las rabietas o el mal genio, ser desobedientes en casa, decir mentiras o hacer trampas, celos, trabajo escolar deficiente o facilidad para enfadarse o incomodarse, llamar la atención y hacer el payaso o no  exteriorizar los sentimientos de culpa, conductas todas ellas relacionadas con el síndrome agresivo y que se dieron en entre el 50% y  el 60% de los adoptados. Estos datos concuerdan con los aportados por Amorós (1987) en muestra de adopción nacional y de los  aportados por Fernández (2002) en muestra, también nacional, de adopciones especiales. Amorós (1987) también destaca los  capítulos de eneurésis que en nuestra muestra se da durante la noche en un 45,5% de los menores y durante el día en un 13,3% de ellos.

Sin embargo, en ambos estudios se consideran frecuentes las dificultades en el sueño que en nuestra muestra no se presentan con excesiva frecuencia (tan sólo un 18,2% de los niños duerme mal aunque son algo más frecuentes las pesadillas que se dan en el 42,4%  de los niños durante los primeros seis meses de convivencia con su familia). Por su parte, Fernández (2002) destaca los problemas  con la sexualidad que en nuestra muestra fueron manifestados por menos de un 3% de los menores y las conductas de inhibición  social (mientras que en la muestra de adopción internacional se muestran retraídos e insociables menos de un 10% de los menores  aunque en el análisis por factores los problemas sociales parecen más relevantes).

Por otro lado, en nuestra muestra también fueron frecuentes los problemas con la pronunciación o el habla (55,7%) que en población  infantil normativa se considera un componente de los problemas sociales, pero que en adopción internacional se encuentran  relacionados con el aprendizaje de una nueva lengua que tienen que hacer la mayoría de los menores.

La media del total de problemas de nuestra muestra en el CBCL es de 40,67, puntuación que queda muy cerca tanto del corte clínico  propuesto por Achembach (42) como de los propuestos en las adaptaciones del CBCL en muestra española (por ejemplo, 43,29 para  varones y 46,32 para mujeres de 4 a 5 años de edad, Moreno y del Barrio 1997).

En cuanto a la gravedad de los problemas de conducta al inicio de la convivencia, un 38,7% de nuestros menores se encontraba  dentro del rango clínico en el total de conductas problema frente al 10% esperable en población general, siendo un mayor número de  menores el que presentaba problemas clínicos dentro del síndrome internalizante (23,1%) que en el externalizante (20,5%). Estos  datos van en contra de la mayoría de los estudios sobre el riesgo psicológico asociado, siendo pocos los estudios que encuentran una  mayor tendencia de lo adoptados a mos-trar problemas internalizantes (Kim y cols., 1999; Stams y cols., 2000) mientras que los que  explican el riesgo asociado a la adopción por el aumento de la problemática externalizante son más numerosos (Wierzbicki, 1993).

Para valorar esta divergencia hay que tener en cuenta que la mayoría de estos estudios se refieren a la conducta del menor tras el  periodo de adaptación inicial. Si atendemos a los síndromes de banda estrecha, un 29% de los menores tuvieron rangos clínicos y un  21,3% rangos límites en los problemas de atención lo que quiere decir que menos de la mitad de la muestra estaba dentro de rangos  normales de problemas de atención. Si bien la hiperactividad y los problemas de atención puede ser una reacción de ansiedad  asociada al enorme cambio situacional que tiene que afrontar los menores también es una conducta esperable en los menores que provienen de institucionalizaciones prolongadas como hemos visto con anterioridad (Beckett y cols., 2003). También se encontraron  altas tasas de problemas clínicos dentro de los problemas sociales (20% clínicos, 20% límites) a pesar de que el  retraimiento social no se contara entre las conductas más frecuentes. Por otro lado, un 10% de los menores tuvieron problemas de  ansiedad/depresión dentro del rango clínico (5,8% límite) y un 9,7% problemas de pensamiento dentro del rango clínico (7,9%  límite). Por otro lado, los síndromes en los que una mayor proporción de menores estuvo en niveles normalizados fueron los problemas somáticos (96,2%) seguidos por los problemas de aislamiento (89,7% normales), la conducta agresiva (85,9 normales) y la conducta delincuente (84% normales).

En general, un 53,5% de los menores no presentaron ningún rango clínico ni en los síndromes de banda ancha ni en los de banda  estrecha, un 20,0% presentó puntuaciones clínicas en algún síndrome, un 9,7% en dos síndromes, un 7,1% en tres y un 9,7% tuvieron  4 o más síndromes con puntuaciones clínicas.

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