Eric Breteau, presidente de la asociación pretendidamente humanitaria Arca de Zoé, que en 2007 intentó sacar de Tchad 103 niños, a los que presentaba como “huérfanos de Darfour” cuando en realidad habían sido arrancados a sus familias en el país con engaños, para darlos en adopción a parejas francesas; y su compañera Emilie Lelouch, han sido condenados por el tribunal correccional de París a dos años de prisión incondicional, que deberán empezar a cumplir de inmediato, pese a que han anunciado que van a apelar la sentencia.
A la pareja se les ha considerado, este 12 de febrero de 2013, culpables de estafa, ejercicio ilícito de la actividad de intermediarios para la adopción y colaboración para la entrada y estancia de menores en situación irregular en Francia. Sobre otros cuatro miembros de la asociación, entre ellos un médico y una periodista, han recaído condenas de seis meses y un año de cárcel, aunque con el cumplimiento en suspenso. En el mismo acto, el tribunal ha disuelto la organización, no sin antes condenarla a pagar 100.000 euros, en concepto de multa.
La operación, ilegal, que pretendían llevar a cabo fracasó y el 25 de octubre de 2007 fueron detenidos en Abéché, en el este de Tchad, diecisiete europeos que se disponían a embarcar a los 103 niños en un Boeing 757 alquilado para la ocasión, con destino al aeropuerto de Vatry (Marne) en Francia. Los diez franceses fueron acusados de estafa y secuestro de menores; el piloto belga y los seis españoles de la tripulación del avión de “complicidad”, y todos encarcelados en N’Djamena, la capital de Tchad.
En diciembre, el tribunal criminal de N’Djamena condenó a los seis franceses del Arca de Zoé a ocho años de trabajos forzados por “intento de secuestro” y a pagar 6,3 millones de euros, en concepto de daños y perjuicios, a las familias de los niños. Dos días después, el gobierno de Sarkozy consiguió convencer al de Tchad para que cumplieran la condena en Francia, y “repatriarlos”. Internados en diferentes cárceles franceses, el 31 de marzo de 2007 les alcanzó un indulto del presidente de Tchad y quedaron en libertad, según los rumores mediáticos después de que el estado francés se hiciera cargo de la multa.
En un libro escrito durante su estancia en la cárcel, Breneau defiende los objetivos de la organización que había creado, y asegura que tanto la presidencia como el primer ministro francés estaban al tanto de sus actividades. Posteriormente en Francia se les abrió, por inmigración ilegal, la causa que ahora ha quedado sentenciada.
Breteau y Lelouch llevaban varios años viviendo en Sudáfrica, donde ella había vuelto a ejercer su anterior actividad de funambulista, organizando espectáculos callejeros, y él –que en Francia era bombero zapador- había empezado a dedicarse a la industria del turismo, como intérprete y guía. No habían asistido a las sesiones del juicio por lo que tampoco nadie esperaba verles en la sala en el momento de darse a conocer la sentencia.
Fuente: Periodistas en español.org
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