¿Acogida o Escogida?

Este lugar no es para ti

Muchas veces se lee en la prensa o se escucha hablar de adopción y acogida de niños como sinónimos, también de lo negativa que es la institucionalización de menores. Me voy a presentar. Me llamo María y soy la protagonista del libro: “Este lugar no es para ti” (Ediciones Carena). ¿Qué es lo interesante de mi vida? Para mí, toda, para mucha gente, mi paso por instituciones y familias de acogida hasta mi mayoría de edad.

Desde muy pequeña, pasé por varias familias de acogida que intentaron dar lo mejor de ellas mismas, cuidarme y protegerme como si fuera su hija, aunque legalmente, nunca lo fui. Una adopción no es igual a una acogida.

¿Qué es el acogimiento familiar? Es integrar a un menor en una familia, hasta que pueda volver con su familia biológica o se determine otra medida de protección más apropiada.

Así estuve yo, hasta los dieciocho años conviviendo con distintas familias y en instituciones. Si me preguntas, te diré, que me hubiera gustado más pertenecer a una única familia que conocer a tanta gente.

Mi familia biológica nunca consiguió ser capaz de cuidarme como corresponde a un niño y, se intentó, en mi caso, que a través del acogimiento familiar, tuviera un entorno afectivo adecuado para poder desarrollarme e integrarme en la sociedad. ¡Eso decían los trabajadores sociales, psicólogos y educadores!

Para orientarles, les diré que hay dos tipos de acogimiento:

  • En familia extensa: esto es, con algún familiar del menor. En mi caso no pudo ser, no había ningún familiar apto, capaz o disponible.
  • En familia seleccionada: es la alternativa a las residencias. Vives con otra familia, cuando la propia y la extensa no pueden o no son adecuadas. Este fue mi caso, cuando no vivía en residencias.

Con una familia de acogida tu acogimiento familiar puede ser:

  • Simple: es transitorio, ya que se prevé a corto plazo la vuelta con tu propia familia.
  • Permanente: es de duración indefinida. No se prevé tu retorno a corto o medio plazo.
  • Preadoptivo: tiene como finalidad la adopción.

Yo siempre estuve en acogimiento permanente. Ahora que soy mayor y que tengo criterio y recuerdos pienso, que en mi caso, como en el de otros muchos niños que conocí en las residencias y puntos de encuentro, en las que esperábamos ansiosos la llegada de una nueva familia o que apareciera algún familiar propio, lo más adecuado habría sido tener un acogimiento simple, quizás un año.

Las instituciones, comprobando, que la situación de mi familia biológica no era fácilmente recuperable me debían haber facilitado una adopción, una familia para siempre o también podían haberme dejado en la residencia; me habrían ahorrado muchas decepciones y quizás, ahora tendría una familia sólida y estable: unos padres, abuelos, tíos… que recordarían mi vida, tendrían fotos mías y con los que, en definitiva, habría crecido. Ser escogida para siempre y no acogida sin fecha.

El acogimiento permanente, vivido con varias familias, no me permitió estrechar lazos. Todo era gente de paso a la que no volvería a ver. Quizás me querían, pero desaparecían de mi vida.

Eso no es bueno para un niño. Un niño necesita una familia, una, pero estable, la gente no cambia de familia como de camiseta; no es igual.

Ahora que soy mayor, considero que el acogimiento simple es fantástico, todos tenemos derecho a equivocarnos y a pasar una mala racha en la vida sin por ello perder a nuestros hijos. Pero, si por la razón que sea, no podemos hacernos cargo de nuestros niños de forma permanente, debemos de facilitarles a ellos que puedan tener lo que nosotros no hemos sabido o podido proporcionarles, una familia.

En mi experiencia, conocí a niños muy pequeños, menores de 3 años. El propio sistema intentaba por todos los medios buscarles un acogimiento de urgencia para que pasaran el menor tiempo en residencias y así que no sufrieran desde tan pequeños las carencias afectivas y una incapacidad para desarrollar apego.

Cuando un niño nace comienza a establecer unos vínculos con su entorno, surge el apego, su familia es su mundo, si desvinculamos a un niño del afecto desde su inicio ¿Qué clase de adultos tendremos? Si no te quieren ni te dejan querer, ¿cómo crecerás?

Por tanto, recuerden: adopción no es acogimiento. El acogimiento puede ser temporal o permanente, para el niño, no para la familia acogedora. En cualquier caso, ninguno es indefinido; prevalece el retorno con la familia biológica.

El perfil de una familia acogedora no es el perfil de una familia adoptante, de ninguna manera.

Por último, yo como niña que fui, hubiera querido que mi familia biológica hubiera podido ocuparse de mí. Ya que no pudo, que otra familia me hubiera adoptado y fuese su hijo de pleno derecho. En última instancia, habría preferido vivir en la Residencia, donde siempre me trataron bien y que en realidad fue mi refugio ante los cambios.

Fuente: padresycolegios.com

Si este artículo te parece interesante, compártelo.
Facebook Twitter Plusone Linkedin Pinterest

Deja una respuesta