Los bebés abandonados sufren carencias cognitivas y conductuales de adultos

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Según Rosa María Fernández, profesora titular del área de Psicobiología de la Universidad de La Coruña—, una investigación realizada por el equipo del Gabriel Corfas, del Boston Children’s Hospital (perteneciente de la Universidad de Harvard), ha conseguido demostrar que el abandono temprano y el aislamiento en periodos críticos de la infancia, influye en la maduración de los oligodendrocitos (las células responsables de la producción de mielina en el sistema nervioso central).

Por tanto, el abandono, en periodos críticos del desarrollo, provoca la pérdida de mielina en las regiones pre frontales del cerebro del niño. Regiones que más tarde la persona necesitará para poder aprender.

Un cerebro con menos mielina, hace que las neuronas trabajen a otro ritmo. En el ámbito escolar, esto se ve claramente reflejado. Mientras los compañeros del aula compiten con un Ferrari (con el depósito lleno, por supuesto), nuestros hijos compiten en la misma carrera, pero con un «seiscientos». Las mismas reglas, la misma salida, la misma meta, pero diferentes velocidades.

El estudio realizado por Corfas y su equipo, expone que el aislamiento social temprano ocasiona disfunción cognitiva y conductual en los adultos, que se relaciona con alteraciones en la sustancia blanca.

Dicho estudio demostró que cuando los ratones de una camada eran aislados dos semanas justo después del destete (período crítico del desarrollo), en una caja con comida y bebida suficientes, pero en condiciones de aislamiento, las crías mostraban alteraciones de la mielinización en una zona concreta del cerebro llamada corteza prefrontal.

La corteza prefrontal (situada detrás de lo que conocemos como frente) está involucrada en la planificación, en la expresión de la personalidad, en la toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social en cada momento. Es decir, es nuestro director de orquesta. También está relacionada con la atención y la memoria.

Resumiendo, podríamos decir que, la investigación del equipo de Corfas demuestra que el aislamiento social durante un «periodo crítico» de dos semanas después del destete en ratones altera la morfología de los oligodendrocitos en el córtex medial prefrontal , la mielinización y el comportamiento mediado por esta región cerebral. Este efecto persiste incluso cuando los ratones aislados se reexponen a las interacciones sociales, es decir, cuando se vuelven a introducir a la camada.

La principal conclusión de este estudio es que podríamos decir que, es urgente y necesario aumentar la especialización de los profesionales —psiquiatras, psicólogos, pediatras, profesores y maestros— que atienden a los niños y niñas afectados por deprivación temprana o maltrato, para que sean capaces de identificar los comportamientos y las consecuencias provocadas por esta situación, con el fin de evitar diagnósticos erróneos.

Fuente: ABC

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