La realidad de la adopción de madres solteras en Chile

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La adopción en nuestro país [Chile] cada vez va teniendo más adeptos. La problemática está en que a las mujeres solteras que quieren formar una familia monoparental a través de esta opción, ya que pese a los tiempos que corren en el siglo XXI, están cada vez más relegadas. ¿Qué es lo que está pasando?

Según cifras del Servicio Nacional de Menores, SENAME, desde el año 2000 hasta el 2012 a nivel nacional fueron 135 las mujeres solteras que pudieron adoptar, 9 las divorciadas y 5 las viudas.  Algo que contrasta enormemente con los 6421 matrimonios que pudieron recibir a un nuevo miembro en la familia.

Actualmente la adopción en nuestro país se rige por la Ley N°19.620, la cual establece que “la adopción tiene por objeto velar por el interés superior del adoptado, y amparar su derecho a vivir y desarrollarse en el seno de una familia que le brinde afecto y le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades espirituales y materiales, cuando ello no pueda ser proporcionado por su familia de origen”. Asimismo, quienes pueden hacerlo, en orden de prioridad son los matrimonios chilenos y extranjeros con residencia en Chile, matrimonios de la mismas características anteriores pero con residencia en el extranjero para luego pasar a los viudos, divorciados y solteros.

Según cifras del SENAME, un 84% de los hogares mono parentales está liderado por una mujer, entonces, ¿cuál es la problemática de entregar un niño a una mujer soltera en una sociedad en que es común que una madre crie sola?

Según Ladislao Lira, psicólogo y Director del Programa de Familias Adoptivas de la Fundación San José para la Adopción ““la realidad de la mujer sola que quiere formar una familia acá es muy difícil, sobre todo por los prejuicios sociales. En general la maternidad soltera tiene muy poco apoyo. La ley establece un orden de prelación que tampoco las favorece. Esto significa que sólo cuando no haya un matrimonio dispuesto a adoptar a un niño en particular se considera la alternativa de que una soltera pueda hacerlo, lo cual limita mucho sus posibilidades”.

Para el psicólogo, los prejuicios “tienen principalmente que ver con la dificultad que va a tener la mujer para hacerse cargo sola de la crianza de un niño, de que se requiere una figura materna y paterna en conjunto como condición necesaria para el sano desarrollo de los niños y el problema de identidad que presentarán los niños que no tienen un padre cerca”.

El Director Nacional del SENAME, Rolando Melo señala que “en la práctica –y dada la cantidad de niños esperando ser adoptados – se hace más difícil la opción de las personas solas. Como en nuestra cultura aún las personas que quieren adoptar se interesan principalmente en guaguas o niños menores de 4 años, así los solteros y las solteras tienen menos posibilidades. De allí que la alternativa más realista para ellos sea pensar en adoptar niños mayores de 7 años”

Lira agrega que “las alternativas que tienen al momento de adoptar son niños con  necesidades especiales  que no generaron motivación en los matrimonios. O sea, están los niños ya mayores con alguna enfermedad  que necesitan atención constante, con necesidades médicas de altos costos muchas veces. Son éstas las condiciones a las que ellas pueden optar”. Algo bastante contraproducente, sobre todo si se cree que la crianza es más difícil para alguien sola.

Otro de los puntos que entorpece a las solteras que desean ser madres es que “la adopción también ha evolucionado, por lo tanto los matrimonios están cada vez más abiertos a niños más diversos, a los mayores… que hace años no pasaba, se ponían más exigencias. En general años atrás incluso los niños mayores de dos años se iban con padres extranjeros o con las solteras, ahora no. Desde las instituciones que fomentamos la adopción ha habido una campaña para desprejuiciar todo eso, por lo que por lo menos los niños quedan en Chile. Es positivo para los niños pero ha afectado en las postulaciones de las solteras”, cuenta el director de la Fundación.

Un buen final

“En general el perfil de las mujeres solteras que buscan adoptar  es el de una mujer que rodea los 40 años, es profesional y con buena situación económica y buenas redes sociales. Tiene menos prejuicios, ya que ella decidió tener una guagua sola”, acota Lira.

Estas características encajan justamente con Paulina, psicóloga de 51 años que hace 12 pudo adoptar a su hija. Actualmente vive en Las Condes.

“Estuve casada 8 años y me separé. Antes de eso tuvimos la intención de adoptar juntos ya que teníamos problemas de infertilidad. Pero después por los problemas matrimoniales no concretamos la idea. Decidí adoptar sola esencialmente porque después de haber tenido la intención de hacerlo en matrimonio, tenía muchas expectativas de tener una experiencia familiar más clásica, pero en pareja. Pero no tuve suerte en lo sentimental, no encontré a nadie que valiera la pena para encaminarme en un proyecto así.  En la medida en que me comencé  a acercar a los 40 lo decidí. Fue un proceso de introspección y mucha terapia, de consejos y conversaciones con amigos. La maternidad era muy importante e irrenunciable para mí. Para ser mamá no tenía toda la vida, por la energía y diferencia de edad con los hijos, en cambio podía encontrar pareja en cualquier momento. Eso fue lo que me llevó a decidir adoptar sola” relata.

“Fui directamente a la Fundación San José ya que no había posibilidad en el SENAME. Justo en ese momento la fundación se abrió para aceptar solicitudes. El proceso para mí, que soy creyente, fue providencial. No tuve grandes dificultades, el proceso duró un poco más de un año. Fue algo muy poco común. Tenía que tener idoneidad psicológica y condiciones económicas para mantenerla, como también presentar cartas de recomendación”, cuenta Paulina.

A pesar de que en la Fundación San José cerraron el año pasado las postulaciones para madres solteras ya que “no queremos que las mujeres esperen y tengan expectativas que no se cumplirán”, el Director del Programa de Familias Adoptivas señala que “creemos que las solteras son capaces de dar las condiciones de vida necesarias a un niño para su desarrollo psicoemocional tanto como un matrimonio, y reconocemos que tiene más dificultades porque está sola y de a dos es más fácil, pero una que tenga una buena red social de apoyo es perfecta. No lo hacemos básicamente por el orden de prelación que establece la ley.  Si las acogiéramos le daríamos falsas esperanzas”.

Al preguntarle a Paulina si es que ha sido difícil este proceso cuenta que “sinceramente no es tan difícil, o sea, hay muchos momentos en que uno siente y dice que ganas de tener un partner para que me acompañara. Que distienda, que de otra visión. Lo más fuerte de esta experiencia es que lo que salga bien o mal es responsabilidad de uno, la sensación de que todo depende de uno, sin otro que te apañe o comparta criterios. Pero a pesar de eso, mi hija me ha facilitado las cosas por su carácter, también por mis redes sociales, mi familia y amigos son excelentes. Si me preguntas. Sí, lo haría otra vez. Incluso intenté adoptar a otra hija pero no se pudo, por el cambio que se produjo en chile con las adopciones”.

Fuente: vidayestilo.terra.cl

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