Extractos destacados del libro «The lost daughters of China»

the lost girl

EVANS, Karin. (2001). The lost daughters of China. New York: Tarcher Penguin. Selección de algunas partes de este libro escrito por una periodista y madre adoptiva de una niña China.
(p180) Los niños coreanos que fueron adoptados por familias americanas en una ola que comenzó en los años cincuenta, y los niños adoptados anteriormente de Taiwán, han dejado una estela para la actual generación de hijas de China. La adopción en general, y la transracial en particular, se llevaba de manera muy diferente hace unas décadas, y las lecciones que emergen de esas experiencias ofrecen una perspectiva muy valiosa para la actual generación de niños chinos adoptados. Desde los cincuenta hasta los setenta estos temas se llevaban en secreto.
Los padres blancos que adoptaron niños asiáticos, lo hicieron sin los beneficios que ofrece el poder hablar de ello abiertamente, y sin el apoyo de grupos que las familias con niños de China tienen hoy. Joyce Maguire Pavao, terapeuta de Boston, y especialista en temas de adopción, comenta: “Familias con niños coreanos decían: ”¿Qué quieres decir con niño asiático?. Es de nuestra familia”.
(p 193). Parece claro, según la experiencia de niños coreanos adoptados en América, que la vida como niño asiático en un mundo predominantemente blanco puede ser desafiante y algunas veces dolorosa. Cuando esto ocurre, el mejor consuelo puede venir de otros jóvenes en la misma situación. Para hijas de China adoptadas, grupos de iguales, y mayores que hayan recorrido ese camino, pueden ofrecer una magnífica ayuda para avanzar en el viaje del auto-descubrimiento.
La hija de la escritora, forma parte de una familia «extendida» de 17 hermanas o primas, que corresponden a las niñas adoptadas por las familias con las que viajaron a China. Esta familia está creciendo continuamente.
(p183). Según Claire S. Chow, autora de Leaving Deep Water: The lives of Asian American Women and the Crsosroads of Two Cultures, los padres deberían darse cuenta de que no están adoptando simplemente un niño, sino un niño étnicamente diferente. La adopción misma conlleva una «pérdida». Añádele la pérdida del país de origen y de la cultura, y podrás ver la magnitud del problema.
Chow es una terapeuta familiar especializada en temas interculturales, y ha explorado profundamente los conflictos experimentados por mujeres de minoría étnica creciendo en la sociedad americana. Ella, de ascendencia China, criada en un mundo predominantemente blanco, pasó la primera parte de su vida tratando de llegar a ser «tan blanca como podía” para parecer una “americana blanca», y la segunda tratando de recuperar su ascendencia China. En su opinión, ha vivido en un lugar donde sin parecerse a los demás, actúa como ellos, y sabiendo que en algún lugar de la tierra muy poblado las personas se le parecen, pero no actúan como ella. Ella ha vivido perennemente en la contradicción de pertenecer y no pertenecer al lugar donde está, y de sentirse en casa y de preguntarse dónde está su casa.
(p188). Según Chow, no enfrentar el problema racial directamente es el mayor error que pueden cometer los padres adoptivos. “Los padres deben pensar sobre lo que va a pasar cuando estos niños se encuentren con prejuicios que sus padres no han sufrido en toda su vida”. La escritora por su parte, opina que “es mucho más fácil estar ciego a los prejuicios cuando no se ha crecido formando parte de una minoría racial” en la cultura americana.
(p189). ¿Cómo conectas con la condición humana cuando tú has sido elegido y todos los demás han nacido? Extraído del libro «Lost and found: The adoption experience». «Perdido y encontrado: La experiencia de la adopción», escrito por Betty Jean Lifton.
(p191). Según el terapeuta Joyce Maguire Pavao, la palabra «abandonado» debería utilizarse solamente cuando es absolutamente cierta. En los países Asiáticos, dejar un niño en las escaleras de un hospital o en el camino del mismo, es lo más cercano que se puede estar de un plan de adopción estadounidense a través de un apoderado.
(p207). Karin Evans (la autora) cree: “La niña fue encontrada, querían que fuese encontrada. Cuando su madre la dejó, lo hizo tiernamente”. (La escritora se refiere a su hija adoptiva que fue dejada en un mercado).
(p200-201-202-203). Por cada niña perdida, hay una madre, un padre, abuelos, y quizás un tío/tía o dos. Pero ¿cómo son realmente estas familias dejadas atrás?. El Gobierno Chino no facilita información sobre estas familias. En 1995, Kay Johnson, profesora de Estudios Asiáticos en Hampshire College de Massachussets (también madre adoptiva), y dos profesores Chinos de la Universidad de Anhui; Huang Banghan y Wang Liyao, comenzaron a estudiar el abandono de niños en China. Recopilaron información de 237 familias, mayormente parejas casadas que vivían en áreas rurales.
En más o menos la mitad de los casos, encontraron que la decisión de abandonar una niña era tomada por el padre. En otro 40 por ciento la decisión se tomaba entre los dos, y sólo en una pequeña proporción la decisión fue tomada solamente porla madre. En la mayoría de los casos, cuando el padre era el primer decisor, la madre accedía después, aunque luego con frecuencia sentía dolor y remordimiento por ello. De las familias estudiadas, 69 habían abandonado una segunda hija, 62 una tercera hija, 26 una cuarta hija y 3 una quinta hija. La gran mayoría de los niños se abandonaron en los 6 meses posteriores al nacimiento. La mayoría de las niñas de la muestra fueron abandonadas cerca de casa, y alrededor de la mitad de los padres decían saber que había pasado con la niña (hubo una época en que los niños se entregaban a los padres adoptivos en el orfanato). Los padres tendían a quedarse con la primera niña nacida y también con el niño que excedía la cuota de nacimiento.
Una conclusión que se puede extraer de este estudio es que una gran proporción de las niñas adoptadas tienen una hermana (o dos) en algún lugar de China, y si las expectativas de la familia se han cumplido, un hermano.
La revelación de que la mitad de los padres decían saber que conocían qué había ocurrido con sus hijas, me hizo preguntarme si alguien pudo haber estado mirando en el mercado el día en que Kelly fue depositada. Puede que algún día con una prueba de ADN se puedan reunir familias, pero por ahora la gran mayoría de madres Chinas mantienen su secreto.
(p205-206). Una madre adoptiva que vive y trabaja en China afirma: Algo que se en defensa de estas mujeres que abandonan a sus bebés, es que han tenido que sentir un amor especial por estas almas no nacidas, ya que es muy fácil (y aconsejado) abortar en China.
La escritora continúa: ¿Sufren estas madres chinas?. ¿Cómo podrían no hacerlo?. Aunque deben estar muy ocupadas sobreviviendo, no hay modo alguno de que puedan olvidar. El dolor empujado bajo la superficie todavía borbotea. Se suele quitar importancia a estas preguntas concernientes a los sentimientos de los padres biológicos, debido a un soterrado prejuicio, una suposición de que en China y en otras partes de Asia, la vida es de alguna manera “barata” y que las personas sufren menos.
Es más, una mujer que da a luz, y después pierde a ese niño, por cualquier razón, mantiene todavía el lazo psicológico. Según Natalie Angier indica en el libro Woman: An intimate Geography: “Hay estímulos (stimuli?) de vínculo de los que somos conscientes, y otros que se introducen suavemente sin nuestro conocimiento. Años y años después de que una mujer ha dado a luz a un niño, continúa teniendo vestigios de ese niño en su cuerpo.
Fuente: sorkari.com. Atención Integral al Desarrollo de la Persona
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