Casi todos los niños acogidos eligen de mayores seguir con esa familia

familia-bayon-ugarte--647x231«Si un niño o niña acogida crece en una familia, a los 18 años elegirá seguir con la misma familia que le acogió cuando era menor». Lo dice Izaskun Ugarte, madre acogedora de Begoña, de 18 años, que convive con su familia donostiarra Bayón-Ugarte: el padre Luis Miguel y los dos hijos biológicos, Asier, de 29 y Amaia, de 26. Es, además, la presidenta de Beroa, la Asociación guipuzcoana de Familias de Acogida, con 319 voluntarios. Echa la mirada atrás y recuerda cómo se animó a acoger a Begoña, entonces de 9 años. «Es fundamental que toda la familia esté de acuerdo. Primero los de la propia casa pero también incluye a los aitonas y a los tíos y tías. Es una aventura para toda la familia. Que el niño o niña que viene casa se sienta como uno más, no como un intruso».

Cuando la niña de acogida llegó a su piso de Aiete «todos éramos maravillosos porque así queríamos exteriorizarlo. La niña también, claro. Cuando pasa el tiempo, todos somos nosotros mismos y aflora la verdadera forma de ser. Incluso el acogido, que exterioriza la ‘mochila’, la carga que trae a la espalda. Es duro. Porque realmente el acogido tiene que enfrentarse a una situación totalmente nueva. Llegan con una problemática muy dura, con unas vivencias muy fuertes, problemas de abandono o desestructuración. Aunque sean niños, lo llevan marcado. Todo eso va saliendo fuera». Su receta para aliviar la convivencia es «abrirles los brazos y el corazón, abrazarles, que se sientan un hijo más».

Antes de dar el paso, la familia Bayón-Ugarte se informó en el departamento de Política Social de la Diputación. «Nos derivan a un gabinete psicológico donde te explican todo lo que es el acogimiento y todo a lo que te puedes enfrentar. No se andan con chiquitas. Te exponen la cruda realidad, lo más negro de la acogida. Salimos asustados mi marido y yo de todo lo que nos decían… Lo exponen así para que sepas a qué te enfrentas. Luego no ha sido nada de como nos lo pintaban. Ahora es una joven hecha y derecha. Pasó a ser la tercera hija».

La familia no escoge al niño o niña de acogida. Izaskun explicó que dieron un perfil preferente, en este caso niña y de unos 8 años. «Para que compartiera habitación con mi hija, que tenía 18 años, y Asier, de 21 entonces. Los dos tuvieron una postura positiva. Recuerdo que mi hijo me dijo: ‘Si a alguno de nosotros nos pasara esto estaríais encantados de que nos acogiera otra familia’».

«Apoyo total de Diputación»

Una vez que se conceden el hijo de acogida existe un seguimiento de apoyo total por parte foral. «Te apoya la institución por medio de un psicólogo que vigila que el niño está bien, y la familia también. Si no se ha podido, por que son incompatibles y la familia se deteriora, hay la posibilidad de decir: hasta aquí hemos llegado, no puede ser». Tienen la posibilidad de llamar por teléfono a cualquier hora del día para pedir apoyo. Izaskun recalca que no es algo de capricho, «hoy quiero acoger un niño o niña y mañana ya no lo quiero».

Hay dos tipos de acogimiento. Uno es «el ‘simple’. Lo pasamos todos. Dura dos años. Un tiempo para que sus padres tengan un espacio para recuperarse o estabilizarse y el niño pueda volver con su familia. Si eso no ha sucedido, que es lo que suele pasar, se convierte en ‘permanente’. Por orden judicial está con esa familia hasta los 18 años». Siempre que no haya problemas internos.

A partir de ahí, decide el hijo de acogida. La Diputación ofrece la posibilidad de irse a vivir a un centro residencial de acogida con otros jóvenes, regresar con sus padres biológicos o con sus familiares. «Pero en el 99% de los casos de Gipuzkoa eligen seguir viviendo con su familia de acogida», recalca Izaskun.

Actualmente «hay pocas familias que se ofrecen para acoger a un niño o niña» sin padres o familiares. En Gipuzkoa hay 254 pequeños en residencias, tutelados por la Diputación con sus propios educadores. «Necesitamos muchas familias de acogida. Los más difíciles de acoger son los hermanos, cuando son dos o tres. Y eso que funcionan. Pero si uno es ya una aventura, acoger dos puede ser más complicado».

Tres clases de familia

Las familias de acogida se dividen en tres categorías. Izaskun Ugarte explica que «las de acogida ‘ajena’ somos las familias que no tenemos vínculos de sangre con el acogido y la ‘extensa’ es la formada por abuelos o tíos de los acogidos, con vínculos familiares». La familia ‘profesionalizada’ es la que tiene un contrato de trabajo con la Diputación y se compromete a acoger a un joven que ha sufrido un abandono o de familia desestructurada en cualquier momento.

«Lo cierto es que todas las familias de acogida cobramos una ayuda mensual de Diputación, pero estas profesionales tienen un contrato laboral y alguno de sus miembros tiene un título de Psicología o similar. A estas familias pueden ir preferentemente los niños y niñas que tienen algún problema físico, psicológico… o de urgencia, o sea, que dejan a sus padres a cualquier hora del día o de la noche», señala la presidenta de Beroa. Ahora se pretende que se presenten familias para acoger a niños de 0 a 3 años para que no vayan al piso residencial tutelado existente en el barrio donostiarra de Berio.

Beroa Elkartea, la Asociación de Familias de Acogida de Gipuzkoa que preside, se ofrece para informar a quien se anime a sumarse a esta iniciativa solidaria y ofrece información en su web www.asberoa.com, con un teléfono 943 245 604 y una dirección de correo electrónico asociacionberoa@asberoa.com. «Estamos dispuestos a dar todo tipo de información y atender cualquier duda», afirma.

Fuente: Diario Vasco

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