La apertura de la inscripción en el Registro Único de Adopción (RUA) [en Argentina] se presenta como una oportunidad para las parejas o personas solas que albergan el deseo de tener un hijo. Sin embargo, esto no necesariamente implica que se renueve la esperanza de los niños que viven en casas hogares o con familias solidarias. Es que la realidad indica que el proceso jurídico y terapéutico para la adopción es complejo, lento y a veces frustrante.
Una muestra es que, a pesar de que hay 220 personas o parejas habilitadas desde enero de 2008 para recibir un niño, sólo se han dado 46 chicos y chicas en guardas conferidas.
A simple vista, los bebés son los preferidos. La mayor dificultad la encuentran los chicos y chicas de entre 12 y 16 años, los grupos de hermanos y aquellos que tienen algún problema de salud o discapacidad que, inclusive en condiciones de ser adoptados, no fueron elegidos o no se pudieron vincular con las familias.
“Hay casos de chicos que fueron restituidos y tenían entre 12 y 15 años. También hubo casos de niños con dificultades de salud que ingresaron en un proceso vinculatorio con familias donde no han podido obtener resultados favorables y fueron devueltos”, contó Gisela Maxuell, directora del RUA.
Bebés y sanos
Es que el 90 por ciento de los adoptantes prefiere “bebés y sanos”, manifestó Maxuell. En esta línea, durante 2013 se entregaron a seis infantes. De alguna manera, la predilección por los recién nacidos también dificulta la adopción de chicos y chicas con edades de 4 a 16 años.
Otra cuestión que perjudica su reinserción en una familia es que el diez por ciento de las personas dispuestas a contener a un grupo de hermanos o chicos más grandes a veces claudican cuando se realiza la guarda conferida, paso previo a la adopción definitiva. “Ya se produjeron tres restituciones: se hace la vinculación y no resulta, entonces la familia lo devuelve”, contó la funcionaria provincial.
Entre las trabas que complejizan y vuelven lento el proceso de adopción, se encuentra la indecisión de madres o padres que no terminan de dar el cuidado debido a los chicos, pero tampoco definen darlos en adopción. “Hay niños durante muchos años en hogares con padres que los visitan esporádicamente y eso retrasa el proceso. También pasa que en momentos donde se podría dar en guarda hacen presentaciones con abogados y eso retrasa el proceso, entonces queda el niño en el medio sin resolver su situación”, ejemplificó Maxuell.
Durante ese tiempo, el niño crece y se va convirtiendo en un adolescente que puede terminar hasta “boicoteando” su propia adopción porque considera que su familia está en el hogar.
“Los operadores, el director y los compañeros del hogar son su familia. Por un lado, ellos no tienen espacio terapéutico permanente entonces no están preparados para recibir a la familia. Y la familia no sé si está preparada para recibir a un adolescente. Está en el imaginario de la familia recibir niños o grupos de hermanos pero la realidad los supera”, señaló la directora del registro.
Prevención
Para Maxuell, una de las maneras de agilizar la adopción es, en principio, trabajar a modo de prevención para no llegar a esa instancia, “porque parto de que la adopción es la excepción, que lo normal es que uno crezca y se desarrolle en el ámbito de la familia biológica”. Agregó que si los organismos de todos los poderes trabajaran en forma coordinada y dinámica “en la prevención de situaciones como esta, tendríamos menos niños para adoptar, en hogares o familias alternativas”.
Finalmente, señaló que el problema no está en Ley 2.561 que rige las adopciones, sino en su aplicación. La norma establece que determinado el estado de abandono del niño por un juez, o pasado un año sin que tenga una vinculación con su familia biológica, se puede establecer su adoptabilidad.
“O sea que si vamos a los plazos, en un año habría un montón de situaciones resueltas”, concluyó la directora del RUA.
Fuente: La Mañana Neuquen
