La conciencia de ser adoptados

emociones

Según Brodzinsky (2007), durante los años preescolares, los niños que fueron adoptados de bebés suelen tener una visión neutra o positiva de la adopción, ya que durante esos años el concepto infantil de familia es el de “un grupo de personas que viven juntas y se quieren mucho”. Sin embargo, en algún momento, entre los 6 y 7 años, los niños descubren que una familia es un grupo de personas biológicamente relacionadas. Es entonces cuando el niño adoptado entiende las implicaciones de la historia de adopción, que hasta ese momento no producía inquietud alguna, “si ahora tiene esta familia es porque antes tuvo otra que le abandono”. No es extraño que en torno a estas edades los niños se muestren preocupados o tristes respecto a su historia, al hecho de ser adoptados y a sus orígenes.

En un estudio sobre adopción nacional (Palacios y Sánchez-Sandoval, 2005), se constató que los niños adoptados, a los 6-7 años de edad, manifiestan una mayor susceptibilidad emocional, mayor tendencia al retraimiento o la tristeza, que puede estar relacionada con el descubrimiento de la pérdida. Y es que, a pesar de que la adopción es el camino para ofrecer una nueva familia a aquellos niños que han perdido la suya y esto sea una actividad de ganancia, la experiencia de pérdida es particularmente importante en la historia de los niños adoptados.

Una situación similar fue descrita en un estudio realizado por McWey (2004), quien encontró que en grupo de niños de 6 años institucionalizados (el 49% había estado en más de dos hogares de acogida) mostraban niveles más altos de ansiedad que un grupo control, debido, según la autora, a la percepción de abandono y ruptura del hogar que tienen estos niños. Lo interesante de este estudio es la muestra elegida. Los niños que participaron tenían dos factores de riesgo: por un lado la avanzada edad y por otro el haber sufrido varías situaciones de abandono y rechazo. Sin duda, el haber sido integrados en una familia para posteriormente ser devueltos al sistema genera en los menores una falta de seguridad en sí mismos y en la posibilidad de ser queridos y protegidos de forma incondicional; recordemos que estas percepciones son la base que fundamenta el apego seguro. En estos niños la experiencia les ha demostrado que el afecto es transitorio e instrumental, por tanto, actúan en consecuencia.

Lee, Ok-Seol, Sung y Miller (2010) estudiaron a un conjunto de 382 niños surcoreanos de los cuales 152 fueron adoptados y 230 permanecieron en una institución. Establecieron como posibles factores de riesgo de padecer problemas de ansiedad o de conducta: la edad de adopción o institucionalización, el que los padres hubieran muerto o no, la ruptura del hogar familiar y la existencia de contacto con los padres biológicos cuando éstos estaban vivos y los niños estaban en el mismo país. Los resultados mostraron que los niños cuyos padres habían fallecido manifiestan un mejor ajuste emocional. Esto se puede explicar porque integran la pérdida de forma más coherente, “no es que mi familia me haya abandonado, es que fallecieron”. Bajo esta explicación no pueden culparse o culpar a su familia del abandono, ya que, ha sido una situación impredecible. Por otro lado, en este mismo estudio, no se hallaron diferencias significativas en los niveles de ansiedad mostrada por los niños que mantenían contacto con su familia biológica frente a los que no lo hacían.

La búsqueda de la familia biológica por parte de personas que han sido adoptadas, a pesar de que las familias adoptivas hayan satisfecho sus necesidades y exista una buena relación, marcada por el cariño, entre padres e hijos, es un hecho bastante frecuente. Las personas parecen necesitar saber por qué fueron abandonados. Es posible que detrás de esta necesidad existan vivencias y atribuciones internas de culpa que puedan estar dificultando el desarrollo afectivo correcto.

Extraído de: «Desarrollo del vínculo del apego en situaciones de adopción: Revisión bibliográfica.»

Cristina Junquera Berzal
Universidad de Valladolid
Valladolid, España

López Alonso, J.J.
García Serrano, P.,
García Cortes, A.
Universidad de Valladolid
Valladolid, España

Fuente: psicologiacientifica.com

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