Búsqueda de orígenes: el derecho a saber quién y por qué

mallorcaMaria se debió cruzar con su madre biológica en muchísimas ocasiones sin saberlo. Ninguna de las dos sabía quién era la otra. Son esas extrañas casualidades de la vida, que hicieron que Maria fuera adoptada por un matrimonio del Port de Pollença, de donde era la mujer que le dio a luz y que la entregó a la Llar de la Infància a las pocas horas de nacer, sin decir nada a nadie. En sus primeros años de vida, Maria fue a la escuela con sus primas, sin conocer que eran parientes. Y estuvo en casa de unos tíos suyos, sin que nadie sospechara los lazos de sangre que les unían. Y también debió de coincidir con su hermano mayor alguna que otra vez…

Todo esto, lo ha sabido Maria hace muy poco. A sus 63 años. Su madre, que se llamaba como ella y nunca contó que había tenido una hija, había fallecido hacía mucho. Y su hermano, días antes de poder reencontrarse. Aun así, ella presidió su funeral, arropada por el resto de la familia biológica.

Maria es una de las personas adoptadas que ha recurrido al equipo de Recerca d´Orígens de l´Institut d´Afers Socials de Mallorca (IMAS), el mismo que confirmó la existencia de una niña robada en la isla y el mismo al que acudió la presunta hija ilegítima de Joan March antes de reclamar su paternidad. «Si cuento mi historia, es porque les estoy muy agradecida», aclara Maria que, aunque accede a posar para una foto de grupo, prefiere no dar apellidos ni protagonizar el encuentro con los profesionales del departamento de Adopciones. Pero es imposible no centrarse en su historia, con un final feliz pese a todo. «Si hoy no estuviera aquí, habría ido a comer con mi tía», apostilla.

Maria descubrió de niña que era adoptada, pero nunca se lo dijo a sus padres. Se calló para no herir sus sentimientos. «Tuve unos padres para los que era la niña de sus ojos», afirma para disipar cualquier duda sobre cómo fue criada. Supo la verdad por un comentario que le hizo una compañera de colegio y, aunque su madre se lo desmintió, le quedó la duda. Años después, encontró en su casa los papeles de la adopción, y tampoco dijo nada, mantuvo el secreto durante 50 años. Cuando preparaba su boda y su padre se ofrecía a tramitar todos los papeles, a ir a buscar la partida de bautismo, ella sabía por qué lo hacía. Y le dejó hacer. Contó su ´secreto´ a su futuro marido y, muchos años después, a sus propias hijas, cuando fueron más mayores. Y aunque asegura que su vida ha sido feliz y plena en todos los sentidos, le faltaba una pieza del puzle. Algo no cuadraba.

Así que ya fallecidos sus padres, decidió buscar a su madre biológica. Por su cuenta no avanzó nada. No lo consiguió. Pero una asociación de niños robados le puso en contacto con el servicio de búsqueda de orígenes del Imas y el proceso fue rápido. «No nos resulta difícil investigar si la persona estuvo en la Llar de la Infància», comenta Maria Luisa Servera, psicóloga y responsable del servicio de Adopciones del Consell. El equipo que debe buscar los orígenes de personas adoptadas, formado por 13 personas, cuenta con la suerte de que Mallorca conserva documentos de los primeros niños adoptados, los niños expósitos, desde el siglo XVII, los de la Llar de la Infància, del antiguo orfelinato, de la Casa de la Misericordia, los expedientes del Tribunal Tutelar de Menores, de la Junta de Protección de Menores y del Hospital General, donde había un libro de partos en el que sí constaban los datos de las parturientas.

De María sabían su fecha de nacimiento, y como había sido dada a la Llar de la Infància, fue relativamente fácil rastrear su origen. Pero hasta que una persona puede reencontrarse con su familia biológica hay que seguir un proceso en el que interviene un psicólogo, un trabajador social y un asesor jurídico, si es necesario, además del administrativo que redacta las solicitudes a otros departamentos y que estudia la documentación que les llega. Esa es la función de Jaume Garcias. «Basta con el nombre», comenta, para empezar a buscar. «Si sabe la fecha de nacimiento o tiene una idea aproximada, se empieza a buscar en el libro de partos, para intentar cuadrar los datos. Si hay varios partos sospechosos, investigamos todo y vamos descartando».

Paso a paso
La persona que quiere conocer su origen debe entrevistarse con Maria Luisa o con otro de sus compañeros psicólogos. Hay que saber en qué condiciones está esa persona para encarar la búsqueda y sus motivos. Una vez que el equipo ha recabado toda la información posible y ha contactado con la familia biológica, entonces es cuando se produce una segunda entrevista personal con el solicitante. Servera remarca que hasta que la familia biológica no ha sido contactada, no se da ningún tipo de información. Y en ocasiones, aunque se haya contactado con padres o hermanos, se aconseja al solicitante que no vaya más allá de saber nombres y apellidos. Son casos donde se comprueba antecedentes delictivos o adicciones. «Son encuentros que no van a beneficiar a ninguna de las dos partes. Cuando vas a un domicilio, ya te das cuenta de su situación», comenta Servera.

Maria Luisa se hizo cargo del expediente de Maria. Contactó primero con su hermano, pero este se mostró «cerrado». Y una tarde de domingo –porque los horarios hay que flexibilizarlos a la hora de buscar a una persona–, fue hasta el domicilio de una de sus tías biológicas en el Port de Pollença. La psicóloga asegura que nada más verla, tuvo la certeza de que era familia biológica de Maria.

«La que se armó allí cuando la gente se enteró. Esto fue muy fuerte para mí. Yo pensaba que podían ser de Inca, de Alcúdia… ¡pero del mismo Port de Pollença!», recuerda Maria de aquellos días. Su intención era conocer las circunstancias por las que pasó su madre para verse obligada a darla en adopción. Y, si era posible, conseguir una foto suya. Esa foto ya la tiene, la muestra mientras explica su historia. «Supe que mi madre me llevó a la Llar de la Infància y que pidió que me llamaran Maria como ella. Y que murió a los cincuenta y pocos y creo que murió de tristeza», añade. Y tiene mucho más, «una familia biológica encantadora, de las más antiguas del Port de Pollença», dice.

«No todas las personas quieren conocer a la familia. Les basta con saber los motivos por los que fueron dados en adopción», indica la responsable del servicio. El interés por averiguar los orígenes suele despertar en los adoptados coincidiendo con una etapa vital importante (muerte de los padres adoptivos, mayoría de edad, matrimonio, nacimiento del primer hijo…) y les sucede más a las mujeres que a los hombres, atendiendo a las estadísticas que manejan.

La búsqueda del origen «es necesario para su identidad», añade Xisca Cardell, trabajadora social del departamento. Todos los que se dedican a investigar sobre los orígenes de personas adoptadas son los mismos que se encargan de ir a recoger a niños dados en adopción o de tramitar las adopciones, por lo que saben muy bien qué consejos dar a los padres adoptivos, para que el día que sus hijos quieran conocer sus orígenes, ellos estén allí para ayudarles y acompañarles. «También preparamos a las madres biológicas, por si un día sus hijos las quieren conocer. Incluso les animamos para que les escriban una carta explicándoles todo», indica la trabajadora social.

El departamento de Menores ha atendido unas 160 solicitudes de búsqueda de orígenes y ha resuelto el 50 por ciento de los casos, destaca Teresa Martorell, coordinadora del área de Menors, Família i Igualtat de l’IMAS. Ha habido casos en que la familia biológica ha sido la que ha querido saber datos del bebé dado en adopción y «en ese caso no se da información, sólo se les dice si el hijo o el nieto está bien».

Maria Luisa Servera lleva más de 31 años trabajando en Adopciones, es una memoria histórica, según sus compañeros de departamento. «Yo iba a buscar a los niños que daban en adopción y los llevaba a la Llar de la Infància», relata, y más de una vez ha tenido que atender la solicitud de uno de esos niños, que al llegar a los 18 años quiere conocer sus orígenes.

No todas las peticiones tienen final feliz. No siempre el reencuentro es como el de Maria y su familia. «En dos casos las madres biológicas han mostrado frialdad y eso ha defraudado a la hija. Aún en estos casos, creo que hay que disculpar a estas madres, porque han tenido muchas dificultades», afirma la responsable del servicio.

Fuente: Diario de Mallorca

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