Madres sustitutas, ejemplo de amor

acogimiento familiar

Cuando a Yesenia Molinares Cañas se le pregunta cuántos hijos tiene, sin pensarlo responde: siete. Lo mismo ocurre con Gloria Ramos Salazar, aunque su respuesta es un poco más particular: “en el momento tengo cinco, pero en realidad ya perdí la cuenta, nunca me he puesto a contarlos”.

Lo cierto es que Yesenia tiene sólo cuatro hijos biológicos y Gloria, tres. Los otros hijos a los que se refieren los concibieron en el vientre del alma.

Ambas mujeres son madres sustitutas del Bienestar Familiar. Yesenia lo es hace 17 años y Gloria, 16. Se integraron al programa voluntariamente, por la simple ilusión de ayudar y disfrutar de la presencia de un bebé en casa. Los recursos económicos no les sobran, pero cada día sienten en su hogar la bendición de sentirse amados los unos con los otros.

“Ella no me necesita a mí, yo la necesito a ella”

El brillo de su cabello, el peinado, la tersura de su piel, su vestimenta, su aroma a colonia de bebé y el buen olor de su habitación son muestra del amor y el cuidado que Gloria Ramos Salazar le tiene a *Elisa.

La condición de discapacidad de la niña nunca ha significado un pero para Gloria. Ella es su muñeca, su compañía, su ángel. Así la llama. *Elisa llegó a los brazos de Gloria como un regalo del cielo para consolarla en un momento en el que estaba devolviendo al Bienestar Familiar otra bebé a la que había cuidado durante seis meses.

“Estaba en la oficina del director, llorando, cuando llegó una mujer a dejar a la niña y enseguida las funcionarias me dijeron que me calmara que me iban a hacer un regalo y me la entregaron. La niña tenía sólo ocho días de nacida, estaba flaquita y sucia, a mi me dio la impresión que desde que nació no la habían bañado. La señora no dio mayores explicaciones, sólo dijo que tenía otros hijos y no la podía tener”, cuenta Gloria.

Las primeras semanas transcurrieron normales, la bebé fue acogida en su nuevo hogar, con mucho amor, los tres hijos de Gloria ya estaban pasando de la etapa de la adolescencia a la juventud. Un día, Gloria notó que *Elisa tenía los labios negros y le preguntó sobre esto a un amigo de su hija, que estudiaba Medicina. La respuesta que recibió fue preocupante: es probable que el oxigeno no esté llegando al cerebro. Al cabo de unas horas la niña convulsionó y debieron llevarla de emergencia al hospital, tras varios exámenes le diagnosticaron discapacidad cognitiva severa. *Elisa estaba destinada a no hablar, a no caminar, a no masticar, a no controlar sus esfínteres, a no valerse por sí misma.

Con la valoración médica vinieron los consejos, de amigos y familiares para que la devolviera al Bienestar Familiar. “Me decían que no era mi hija, que yo no tenía porque echarme encima semejante responsabilidad, que pobrecita yo. Pero en mi corazón yo no sentía nada de lo que me decían. Yo le veía su carita, sus ojos y para mí era una niña bella y lo sigue siendo, era y es una vida quiero que sigua siendo parte de la mía. Así que un buen día me llené de valor, le pedí autorización al Bienestar y me fui a visitar a mi familia a Popayán, a Cali y a Villavicencio para que se dieran cuenta que yo no era ninguna pobrecita y que *Elisa no me estaba restando sino multiplicando. Gracias a Dios así fue, al conocerla todos en mi familia entendieron porque yo la amo tanto”, precisa Gloria.

*Elisa hoy tiene 14 años, pero sigue ameritando los cuidados de una niña de un año. Contra toda previsión, ha aprendido a caminar con ayuda, a sostener la cabeza y aunque pareciera que no, entiende todo lo que se le dice. Ella habla con la mirada y sus manos. Los dedos los mueve rápidamente, cuando alguien se le acerca lo toca, especialmente le agarra la cara y el cabello. No conoce el funcionamiento del reloj, pero intuitivamente sabe cuándo es la hora de dormir, entonces desde la cama o desde el mecedor, estira sus brazos hacía Gloria y balbucea; es su manera de llamarla para que se acueste con ella, para que Gloria la abrace y le canté la canción, que ella misma le compuso, “Niña Bella”, hasta quedar fundida de sueño.

Con notable sentimiento, desde lo más profundo de su corazón, Gloria exclama “Ella no me necesita a mí, yo la necesito a ella”, y refuerza: “yo sólo la baño, la alimento, la peino, la visto; todo lo demás, lo más importante, el cuidado de su interior, lo hace Dios”.

Gloria está convencida que *Elisa ha traído paz y bendición a su casa. “Soy sola y me dedico a coser y con este trabajo es poco probable que uno saque adelante tres hijos como Dios me lo ha permitido a mí. Tengo un sub oficial de la Armada, una hija médica y un hijo estudiando Odontología”, afirma orgullosa.

Durante los años que *Elisa ha estado con Gloria, el hogar de esta mujer ha acogido a otros niños y niñas, con los cuales le ha tocado siempre soportar el dolor de entregarlos nuevamente al Bienestar Familiar. Ahora, además de *Elisa tiene a *Manuel, de tres años, que lleva ya un año con ella. La vida de estos menores transcurre normal, *Manuel asiste diariamente a la guardería y *Elisa va tres veces por semana a Aluna.

Matices

*Óscar recuesta tiernamente su cabeza al pecho de Yesenia y le dice despacito: necesito un abrazo mami. Como respuesta recibe presurosamente varios besos en la mejilla y en la frente, mientras los brazos de esta delicada mujer lo apretujan suavemente. Salta a la vista el contraste de pieles. Ella es blanca y el de color moreno, pero no queda espacio para la duda cuando públicamente, en el sitio que sea, ella afirma que es su hijo, el amor es evidente.

Tan pronto como *Oscar, a los 18 meses de nacido, llegó al hogar de Yesenia fue acogido como un miembro más de la familia. Tenía desnutrición y estaba falto de afecto, pero las caricias y los cuidados de su nueva madre lo ‘empelucharon’ rápidamente. Su carita triste recobró la sonrisa y el brillo de los ojos. Por corto tiempo ocupó el puesto del hermanito menor porque más pronto de lo imaginado por Yesenia, a este hogar se sumaría un nuevo integrante: *David. Lo recibieron en condiciones similares a las de *Óscar, con bajo peso y temeroso de las personas; la tarea de recuperación nuevamente empezó.

Todo parecía estar normalizándose con los chiquillos en la casa de Yesenia cuando llegó *Mariana, de dos añitos de edad, en las mismas circunstancias, y completó el cuadro familiar.

“Afortunadamente he contado siempre con el apoyo de mi esposo y el de mis hijas e hijos, que eran unos jovencitos cuando empecé con esta tarea. En mi casa no hay diferencias, mi esposo y yo somos padres de siete hijos y aunque ahora él y yo estamos separados, él sigue ejerciendo su papel de padre; y mis hijos cada uno tiene seis hermanos”, afirma Yesenia.

Tras contar su testimonio, la mujer se levanta del sofá y camina hacia la cocina a seguir con la preparación del almuerzo. Al pasar junto a *David, éste le da una palmada en la nalga y ella reacciona con voz pechichona: “David porque me pegas, siempre que pasó junto a ti me das una nalgada” y él responde jocosamente: “cada nalgada es un te quiero, ¿quieres otra? La risa invade, entonces, el hogar de Yesenia.

*Óscar tiene 14 años, *David, 17 y *Mariana, 14. En todos estos años ha habido momentos felices y otros no tanto, como hace poco cuando *David se enfermó de gravedad. Fueron horas interminables en el hospital, tan sólo con la esperanza puesta en Dios de que éste hiciera un milagro y lo hizo.

“Me siento agradecida con la vida de esta oportunidad. Se siente muy bien saber que he contribuido positivamente en la vida de tres seres humanos. Los momentos más bellos han sido cuando ellos, por convicción y voluntad, me llamaron por primera vez mamá”, precisa Yesenia,

A Yesenia le nació la idea de ser madre sustituta una tarde cualquiera estando de visita en la casa de su hermana. A una vecina le acababan de entregar una bebé que le pareció preciosa y al escuchar la historia de cómo había llegado la criatura a sus manos se entusiasmó a ofrecerse en el Bienestar Familiar. Le hicieron varias visitas a su casa y tras constatar que su hogar contaba con las condiciones necesarias para brindarle un ambiente sano a los niños, la integraron al plan.

Primeramente cuidó dos niñas de meses, pero al poco tiempo el Bienestar les halló padres adoptivos y debió devolverlas.

“Ese es un momento muy duro porque uno les dedica tiempo, los cuida, va viendo cómo se van embelleciendo y cualquier día nos dicen que tenemos que entregarlos ya sea porque los adoptaron o porque se los devuelven a sus padres biológicos. Yo me siento afortunada porque en mi caso, mis tres niños se han quedado conmigo y confío en Dios que así siga siendo”, explica Yesenia.

Los números

El programa de Madres Sustitutas existe en Colombia hace 20 años y es liderado por el Bienestar Familiar. En Cartagena hay 124 mujeres que realizan esta labor y en el resto de municipios de Bolívar hay 169. La cifra de niños atendidos en todo el departamento es de 245, específicamente en Cartagena son 187. Por cada niño, el Gobierno da un sostenimiento mensual de 350 mil pesos.

“Los números son muy fríos, cada niño es una vida y ofrecerles un hogar es un impacto en su crecimiento físico y mental que no tiene precio. Estas mujeres no sólo se entregan ellas, también entregan su hogar. Los menores son acogidos por todos los miembros del seno familiar”, expresa, Jorge Redondo, director del Bienestar Familiar en Bolívar.

Ninguna mujer nace con el catálogo para ser madre, pero serlo es una vocación que alimenta la vida.

Fuente: eluniversal.com.co

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