Soy adoptado

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Entre padres adoptivos e hijos adoptados se va creando poco a poco un vínculo y lo que más desean ambos es que sea lo más sano, sólido y consistente posible. Esto es, un vínculo de apego de tipo seguro.

Para que una relación cuente con características sanas y cubra las necesidades emocionales del pequeño de forma sensible y estable, es fundamental que las personas significativas para el niño calmen sus miedos y angustias dando una respuesta emocional adecuada en intensidad, forma, calidad, tiempo y cercanía. Si ponen nombre a lo que el niño siente y consiguen transmitirle tranquilidad, se sentirá seguro con respecto a sus figuras de apego. Esto es, él sabrá que aunque tenga miedo, sus papás le calmarán. Esta seguridad la irá interiorizando poco a poco y se convertirá en una persona segura de sí misma y con una buena autoestima.

Recordemos que esta relación se inicia en unas condiciones diferentes y complejas. El proceso de adopción es largo y costoso. Si empatizamos con los papás, probablemente sentiremos ilusión, incertidumbre, miedo, prisa, ganas de que llegue, sobre todo, mucha necesidad de paciencia y regulación emocional. Cuando ya esté aquí, la tarea no será menos dura: tocará conocerse, adaptarse y entenderse.

Es lógico que los papás sientan preocupación por el pasado del pequeño, por su salud y por cómo ha sido cuidado emocionalmente el tiempo que no ha estado con ellos. La calidez y adecuación de los primeros cuidados del bebé influyen sin duda en su desarrollo evolutivo. Los nuevos papás tratarán de vincularse con el pequeño de la forma más sana posible e intentarán reparar lo que no fue posible para él hasta ese momento.

La elaboración del duelo

El niño adoptado, en su corta vida, ya “se entera” de muchas cosas. Ha vivido encuentros y desencuentros absolutamente trascendentales para su desarrollo emocional y para su estructura de personalidad. Lo primero con lo que tiene que lidiar al aterrizar en su nueva familia es la elaboración de un duelo. Aunque sea muy bien recibido por sus nuevos padres, es normal que viva un poquito (y a veces mucho) de tristeza por las personas que hasta ese momento le estuvieron cuidando.

El pequeño no vuelve a ver a esas personas. Para él todo ha cambiado de repente: el lugar físico, las personas que le cuidan y hasta el idioma en que le hablan. Como mínimo, asustado se encontrará. En este momento es muy importante brindarle un vínculo de apego seguro, en el que las personas que son ahora sus cuidadores se muestren muy cálidas, accesibles y sensibles de forma estable y constante con las necesidades del pequeño, que son muchas. Los efectos del desencuentro no terminan cuando el pequeño está adaptado. Los niños adoptados  viven con una huella toda su vida: la del abandono. El inconsciente siente: “si mis padres biológicos me abandonaron, ¿por qué no lo van a hacer el resto de personas?” Huella desgarradora emocionalmente: la inseguridad en los vínculos. Pero siempre hay algo que se puede hacer.

Si los nuevos papás abordan de manera adecuada las situaciones de demanda de cuidados del niño, esta huella puede ir reparándose poco a poco, y el pequeño irá incorporando recursos para tolerar y manejar los efectos de la misma. Es muy importante estar atento a los cambios familiares importantes, a los momentos en los que el pequeño tiene que separarse de sus padres; estas pequeñas separaciones son movilizadoras del inconsciente, reviven algo ya sucedido en el pasado y muchas veces de carácter traumático.

Los papás deben poner un especial cuidado en situaciones de separación, como el primer día de cole, que alguno de los papás pase unos días fuera de casa por algún viaje, o incluso porque el pequeño va a algún campamento. Son situaciones que evocan en el inconsciente una separación del vínculo y pueden activar la huella emocional del abandono en el pequeño. Es por esto que debemos tener especial cuidado en estos momentos y responder de forma sensible a las demandas del niño de apoyo, cariño y protección.

La madurez de los padres es fundamental

Los papás perfectamente pueden establecer un tipo de vínculo de apego seguro con su hijo adoptado. Para que haya un buen vínculo, es cierto que pueden influir las características del menor, pero las que son determinantes son las características del adulto. Para lograr un vínculo de apego seguro es importante que los papás tengan capacidad para manejar y tolerar las dificultades y desencuentros que surjan en la crianza y que cuiden de su propia auto-regulación.

La madurez de los padres para poder hablar de las emociones y sentimientos que afloran entre vínculos que se generan ente los miembros de la familia son fundamentales. Es muy sano hablar de cómo nos sentimos con el otro: en los momentos buenos y en los difíciles.

En ocasiones los padres también tienen duelos por resolver. Es importante dejar espacio para sacar la emoción que han podido generar los acontecimientos no deseados que tienen que ver con la decisión de la adopción. En muchos casos, hay papás que eligen adoptar aún contando con la posibilidad de tener hijos biológicos, pero es cierto que la mayoría opta por la adopción porque otras vías no son posibles. No es fácil tramitar emocionalmente el duelo por la fertilidad, por lo que le hubiera gustado a la persona que hubiera podido ser la experiencia de ser padre o madre. Hay que darse un tiempo para que se resuelva el duelo y poder cuidar de uno mismo para poder encargarse del otro, del pequeñín que ahora viene a la familia y ya pertenece a ella.

Es una necesidad humana conocer nuestros orígenes

Sobre todo, naturalidad: “eres mi hijo y yo soy tu papá/ mamá”. Y vamos a darnos un poquito de tiempo para conocernos y adaptarnos los unos a los otros. Vamos a respetar que podemos ser diferentes en algunas cosas, pero el amor y el apego sano y seguro, poco entiende de diferencias: las respeta, las tolera y las acepta: Te cuido y te hago crecer desde lo que es bueno para tí, no desde lo que yo quiero que seas.

Tener un hijo buscado y deseado predice una buena salud vincular. Sin embargo, no es nada fácil a veces entender y abordar lo que ocurre. Si los papás cuentan con buena capacidad para el vínculo sentirán “suyo” al pequeño y a éste le ocurrirá igual que a sus papás. Es cierto que vendrá una etapa en la que tendrá que conectarse con las emociones que le genera el hecho de ser adoptado. Es una necesidad humana conocer nuestros orígenes. Y los niños adoptados tienen que pasar por un proceso emocional de aceptación de su historia vital. Surge aquí otro duelo por sus padres biológicos. Es importante entender y escuchar la necesidad del pequeño de saber en un momento de su vida, de poder preguntar “porqués” sobre su historia con naturalidad. Es importante que en estos momentos los papás adoptivos no se sientan amenazados. Ellos son los padres del pequeño y sus figuras de apego, pero él necesita saber de sus orígenes.

Poco a poco, y al ir cubriendo de forma empática y sensible las necesidades del niño, el hijo adoptado, cada vez tendrá más recursos para poder manejar, abordar y eliminar las ansiedades lógicas de su situación.

Por Esther Gómez García-Romeral

Fuente: http://blogs.elconfidencial.com

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