Familias de acogida: «Me salió del corazón llamarles papá y mamá»

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Daniel Sánchez Gómez es un chico fantástico de 21 años que vive en Arteixo y nació en Barcelona al que un día le salió del corazón llamar mamá y papá a Remedios y Ramón. Se refiere a esas dos personas a las que hace 16 años les sonó el teléfono porque un centro de menores de Cataluña les quería informar de que allí estaba su sobrino Daniel, que había sido abandonado. Remedios y Ramón dieron ese paso adelante que muy pocos se atreven a dar. Cuentan que no tardaron un minuto en querer ir a buscarlo. Al principio solo les permitieron una acogida temporal durante un mes. Les sobraron días para comprobar que en aquella casa de Arteixo tenían muy claro pasar el resto de sus vidas juntos.

No tiene muchos recuerdos Daniel de sus años en el centro de acogida (lo cuenta vestido con el uniforme de Protección Civil, donde trabaja). Se fue con cinco años. De aquella etapa solo rescata la noche en la que le hicieron el primer regalo de su vida. Tendría 4 años y no podía dormir. Una cuidadora le dio un peluche. «Lo guardo como un tesoro», dice.

No mantiene contacto con sus padres biológicos. Al preguntarle por ellos quiere dejar clara una cosa: «Mis padres son Remedios y Ramón. Me salió del corazón llamarles papá y mamá». Punto. Con quien sí mantiene una «buena y cercana» relación es con sus dos hermanas, a las que también habían entregado en la casa de acogida. Pero con quien más «comparte», porque es «muy cariñosa y responsable y siempre está preocupada por mí», es con Nuria, su hermana, la hija de Remedios y Ramón.

Se pide a Daniel que hable de sus padres y dice que son «unas personas buenísimas a las que les estoy enormemente agradecido por lo que hicieron por mí». Porque reconoce que con su comportamiento y hábitos del principio, cuando llegó a su casa, no se lo puso nada fácil. «Traía cosas o conductas del centro que mis padres fueron corrigiéndome con mucha paciencia», agradece. Como les agradece que «sin ellos, mi vida sería muy distinta a la que tengo ahora». Daniel también confiesa que en casa hablan muchas veces de su acogida y que no se cansa de agradecerles que jamás le diesen motivo para sentirse menos querido: «Todo lo que soy se lo debo a ellos».

Fuente: La Voz de Galicia

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