Claves para establecer el vínculo

vinculo_460Con los hijos biológicos se establece un vínculo entre madre e hijo durante el embarazo que perdura después del nacimiento. Cuando nuestro hijo es adoptado, es necesario crear esos lazos.

Hay que lograr que el niño se sienta querido y parte de la familia, y eso requiere un trabajo diario de hormiguita. Para estos niños que han sufrido abandonos en su corta existencia, la sensación de soledad y el miedo a que vuelvan a dejarle serán su mayor obsesión. Ayudar a nuestro hijo a sentirse seguro es la clave para establecer el vínculo con él. Tiene que reaprender que es una persona querida. Por eso debemos ofrecerle:

Seguridad física.

Que sepa que hay alguien que se va a ocupar de él, le dará de comer y le mantendrá limpio y calentito.
Los horarios y rutinas ayudan a que lo asuma.

Seguridad emocional.

Transmitirle que seguiremos con él pase lo que pase, que nuestro amor es incondicional.
Los abrazos y el contacto físico alimentan esa seguridad emocional. Si no está acostumbrado, podemos ayudarle con juegos, masajes, con muñecos…

¿Por qué necesita seguridad?

Los niños adoptados pueden mostrarse reacios a dejarse querer o, por el contrario, ser excesivamente sociables.

Suelen presentar comportamientos similares a los de un bebé (aunque no lo sean), porque necesitan ser el centro de atención de sus padres; rellenar las carencias que han tenido. En un primer momento, el niño adoptado actúa como si no llevara una historia detrás y empezara de nuevo. No quiere recordar la vida que ha dejado atrás, pero eso no es lo más conveniente, porque esos recuerdos angustiosos pueden aparecer en cualquier momento y, si no saben reconocerlos, causarán problemas.

Pasada la primera etapa, una auténtica “luna de miel”, en la que tanto el niño como los padres muestran su mejor cara para ser aceptados por el otro, se inicia la etapa de rebelión. Es cuando el pequeño pone a prueba a su familia.

Cómo ayudarle a conectar con sus emociones

Necesita sentirse parte de la familia. Para conseguirlo, hay que darle dedicación, cariño y protección. Es importante incorporar las emociones a las conversaciones: preguntar al niño cómo está, cómo se siente, si está enfadado, si se ha divertido en el colegio… Si llama a cada emoción por su nombre, es que está conectado con ellas. Esto es bueno, pero puede despertar recuerdos dolorosos. Ante cualquier problema o si vemos que nuestro hijo está muy metido en sí mismo, hay que consultar a un psicólogo. Él nos dirá si su comportamiento responde a una evolución normal o no. El psicólogo dará estrategias al niño para manejar sus emociones y pautas a los padres para ayudar a su hijo en casa.

¿Cómo fortalecer el vínculo?

El niño adoptado necesita que sus padres le den continuas muestras de afecto. El contacto físico, piel con piel, es muy importante. Incluso con 10-11, años la forma de acercarse al niño puede ser diferente. No le coges en brazos o le “achuchas”, pero sí que le besas, le das una palmada en la espalda, le acaricias la cabeza…

Tiene que ver que estamos pendientes de él. Es más importante pasar tiempo con él que apuntarle a multitud de actividades o hacerle regalos. Hay que abrazarle a menudo, mirarle a los ojos y sonreírle, hacerle cosquillas, hacer cosas juntos (incluidas llorar y reír). Es aconsejable hablar mucho de la familia, de los intereses del niño y de su relación con los demás durante las comidas familiares, para fortalecer su sensación de pertenencia al núcleo familiar.

Establecer el vínculo con el niño no es sinónimo de consentirle.

A los hijos, sean o no adoptados, hay que educarlos. Además, necesitan las normas para sentir seguridad y que se preocupan de ellos.Jugar a los bebés

Existen muchas actividades que favorecen el apego.

Conviene estar atentos a las señales del niño para saber cuáles aplicar en cada momento. Una de ellas es tratarle como a un bebé. La mayoría de los niños adoptados se han perdido las actividades normales y necesarias de cuando eran muy pequeños, y esta es una forma de compensarles esta carencia. Podemos tomar al niño en brazos o sentarle sobre nuestro regazo y abrazarle, haciendo todo lo que haríamos con un bebé: hacerle muecas, tocarle la nariz con la nuestra…

También se le puede volver a dar el biberón si nos lo pide o darle comida para bebé, aunque suponga un retroceso. Eso sí, hay que hacerlo en la intimidad, para que no se sienta incómodo. Así le permitiremos llenar el vacío de su pasado para sentar las bases necesarias para su posterior desarrollo.El proceso madurativo no es lineal, existen momentos de rápido avance seguidos de otros de regresión en que necesitan volver a pasar etapas ya vividas.

Recuerdos inconscientes

El hijo adoptado tiene una historia anterior a conocernos y puede haber sufrido algún tipo de trauma. Algunas vivencias (los primeros días de colegio, la muerte de una mascota, un cambio de domicilio…) pueden reactivar emociones de su pasado, incluso pasados unos años.Si el niño no es capaz de identificar y expresar lo que siente, puede reaccionar con agresividad, problemas de atención, hiperactividad, cambios de humor, comportamientos regresivos…

Si los padres están pendientes, el instinto les avisará cuando algo no vaya bien.

Asesores: Daniel Rosso Lobo, coordinador del Servicio Postadopción de Andalucía Oriental; Isabel Rubio, psicóloga clínica y miembro del TIPAI de Madrid.

Fuente: Ser Padres

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