Caso Piedad. 6 años sin saber nada

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El 10 de mayo de 2007 fue el peor día de la vida de Soledad Perera. Ese fatídico jueves negro le quitaron a su hija adoptiva.

Piedad tenía 3 años cuando llegó a su nuevo hogar. Su madre biológica, con algunos problemas de adicción, ingresó en un centro especializado y dejó a su hija en manos de los servicios sociales. Piedad tuvo la suerte de que Soledad se cruzara en su camino.

Durante dos años, la menor convivió con esta mujer, que le ofreció todo cuanto tenía. Ella evitó que estuviera en un centro de acogida, pero nunca podría haber imaginado el desenlace de esta aventura que comenzaba.

El caso de Piedad ha sido una de las guerras judiciales más sonadas en los últimos años en nuestro país en materia de adopciones. El proceso se desarrolló en Canarias. Tras dos años en casa de Soledad, la madre biológica de la menor reclamó la patria potestad de su hija. Los trámites de la adopción no habían concluido, por tanto, la menor se encontraba en régimen de preadopción. Así, la adopción nunca llegó a hacerse efectiva, y una jueza ordenó el regreso de la niña con su madre biológica, pese a los informes psicológicos que lo desaconsejaban.

Pero pasado un tiempo, la volvió a dejar en un centro de acogida. Desde el 10 de mayo de 2007, Soledad no ha vuelto a saber nada de Piedad, que tiene ahora casi 12 años. Son 6 años de lucha para acabar no sabiendo nada de su hija adoptiva.

Y 6 años que Piedad lleva recorriendo distintos centros de acogida sin tener el cariño de una familia. Después de agotar todas la vías legales para que la pequeña regresase, la que fuera su madre adoptiva sigue esperando que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se pronuncie sobre los 3.000 folios que el abogado de Soledad envió para que la niña pueda volver a su hogar. Los juguetes y la ropa de Piedad aún aguardan en la que fuera su casa durante dos años.

Esta familia aún guarda la esperanza de que Piedad pueda volver a estar con ellos, con quienes siempre la quisieron y quienes lucharon contra viento y marea para que se quedara a su lado.

Fuente: La Razón

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