Perfil genético, la huella en el caos

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Los desastres de masas del siglo XXI han supuesto un reto sin precedentes para la genética forense. Los atentados de Nueva York, Madrid y Londres, el tsunami asiático de 2004, el huracán Katrina o sucesos más recientes como el derrumbe de una fábrica en Bangladesh o el atentado en el maratón de Boston, ocurrido en abril, son algunos de los sucesos más destacados.

La necesidad de identificar de golpe a miles de personas y, en la mayoría de los casos, el reto de analizar restos humanos degradados, calcinados o que han permanecido sumergidos en agua, ha provocado un gran avance en la identificación genética humana de estas muestras, consideradas altamente complejas.

Los investigadores en genética forense han dado un paso de gigante yendo más allá de su trabajo de identificación genética en criminalística para formar grupos de trabajo internacionales que han desarrollado nuevos sistemas de análisis más rápidos y fiables.

Hasta hace diez años, la mayoría de la gente no sabía exactamente qué era la genética forense y la identificación genética humana. Sin embargo, sucesos como los atentados del 11S o el 11M, además de la popularidad de algunas series de televisión como CSI o Bones, han acercado a la sociedad el trabajo que hacen los investigadores.

De ahí el interés suscitado por el seminario ‘Identificación genética humana en desastres de masas’, que tiene lugar desde ayer en los XXXII Cursos de Verano de la UPV/EHU, y se centra precisamente en las técnicas empleadas para identificar sujetos en los principales desastres de masas de los últimos tiempos, así como los protocolos de actuación y las perspectivas futuras en este campo.

Los atentados masivos, los conflictos bélicos y los desastres naturales, además de los accidentes masivos, son los escenarios en los que habitualmente se ponen en marcha los procesos de identificación humana de los que se habla en este curso.

El atentado de las Torres Gemelas de Nueva York fue el punto de partida para la revolución de la genética forense. «Fue tal la cantidad de muestras que fue necesario analizar, y fue tal el grado de degradación que presentaban» que este suceso desencadenó «el gran avance de la genética forense de los últimos tiempos», explicaba en la presentación del seminario Sergio Cardoso, del Centro de Investigación Lascaray Ikergunea de Vitoria. Análisis general del cuerpo

Por su parte, la doctora Marian Martínez de Pancorbo, directora del grupo de investigación BIOMICs de la UPV/EHU, expuso ayer en su intervención que las identificaciones se realizan mediante diversos métodos. Estos se basan en el análisis general del cuerpo, objetos personales, documentos, joyas cicatrices, tatuajes, necrorreseñas dactilares, patologías, prótesis, estudios dentarios y análisis de muestras biológicas principalmente basadas en el ADN.

Los análisis de ADN se emplean para identificar a las víctimas y también para reunir las diferentes partes de un individuo si se ha producido una fragmentación corporal severa o los restos se han mezclado con los de otras personas. Una vez obtenido el ADN, se compara con muestras de referencia, generalmente de familiares, o con útiles como un cepillo de dientes o un cabello de la persona que se busca.

El parentesco que se puede encontrar a veces depende de la edad, a más edad menos familiares, y a medida que nos alejamos en el parentesco, y recurrimos a primos o tíos si no existen los padres, por ejemplo, más difícil es la identificación. Lo más efectivo es disponer de muestras de los padres.

En el caso de los hermanos gemelos, se sabe con facilidad a cuál de ellos corresponde cada resto aunque se encuentre en mal estado; por el contrario, para los mellizos no es tan sencillo, aunque no dejan de ser familiares directos.

A través del estudio del ADN también es posible acotar resultados cerrando el abanico de posibilidades al averiguar los orígenes étnicos o geográficos de los individuos analizados y saber así si son asiáticos o africanos, de la península ibérica o las islas británicas.

En condiciones ideales se tardan unas ocho horas en obtener el perfil genético de una muestra y de muchas más, porque se pueden hacer muchas simultáneamente. Pero para los restos que llegan en mal estado, primero hay que dedicar un tiempo importante a seleccionar la parte de cada resto que tiene mayores posibilidades de dar un perfil genético, una vez conseguida la primera identificación se repite el proceso siempre que sea posible, se cruzan resultados, un experto supervisa los resultados, y todo este proceso puede retrasar los resultados varias semanas.

Para quienes disponen de un perfil genético creado de antemano, su identificación en una catástrofe de grandes dimensiones sería sencilla si las muestras no se encuentran muy degradadas.

Sería el caso de los marines americanos, de militares españoles y también de muchos niños adoptados cuyos perfiles se suelen realizar a petición de los padres adoptivos en laboratorios como el de BIOMICs. Este grupo trabaja sobre todo en investigación, pero también se ocupa de casos prácticos como el de la Guerra Civil, los de parentesco que reciben de los juzgados y el análisis de restos arqueológicos de 3.000 y 4.000 años de antigüedad.

A pesar de los avances conseguidos en esta materia, aún siguen quedando sin identificar muchas muestras, y por lo tanto muchas víctimas, por lo que aún quedan retos que superar para mejorar los resultados en esta disciplina y obtenerlos de forma más rápida.

Fuente: El Mundo

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